El Compositor de la música
es Dios, el gran Yo soy.
Creador, causa y origen,
la Mente sublime del hombre.
La música es el Cristo mismo,
el Verbo, la voz del Alma,
el mensaje puro, divino, cuyo acento
es armonioso, claro y completo.
El director podría compararse
con la Pastora Emérita,
Descubridora y reveladora para nosotros
del tema del Compositor.
La orquesta es la iglesia que aporta
cada instrumento, con su unicidad,
tocando su parte asignada,
dejando que la música haga oír su expresión.
El "solista", el conferenciante,
con técnica muy refinada,
hace oír desde el fondo de su corazón los tonos musicales
al unísono con la orquesta.
Y el auditorio expectante,
escucha con gozo,
es conmovido por la belleza de la música
y disfruta de los tonos celestiales.
Todos se unen para alabar la obra,
del Compositor el himno glorioso;
la totalidad del gran Yo soy
viendo al hombre sanado y victorioso.
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