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"Guía mis pies..."

Del número de abril de 1995 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Robertito es un niño de apenas dos años de edad que vive con su familia en el campo. A veces hace largas caminatas con su mamá. Le encanta correr por los caminos detrás de su casa con su perro Rafa y su amiguito Jaime (¡y la mamá siempre muy cerquita siguiéndolos!).

Como Robertito y su familia no viven muy cerca del pueblo, es un gran acontecimiento cuando van a hacer visitas, de compras o al jardín de infantes, al que asiste dos veces por semana.

Una mañana, la mamá llamó a Robertito para ayudarlo a bañarse, peinarlo y dejarlo listo para ir a la escuela. El niño vino a su mamá llorando. Ella lo abrazó y le dijo: "Siempre te encanta ir a la escuela. ¿No quieres ir hoy?"

Robertito se puso a llorar mucho más, señalando un pie. La mamá le quitó el zapato y lo sacudió, pensando que había una piedra en él, pero no había nada. Luego hizo lo mismo con la media, sin encontrar nada en ella. Finalmente miró cuidadosamente el pie y le dijo: "Robertito, no hay nada ni en la media ni en el zapato, y no veo que haya nada malo en tu pie". Pero el niño seguía señalando el pie y llorando cuando se lo tocaban.

Durante casi un año el niño había estado oyendo hablar de Dios cuando su padre y su madre asistían al servicio dominical en una iglesia de la Ciencia Cristiana, y él se quedaba en la sala para niños pequeños escuchando las historias de la Biblia que hablan de Dios y de Cristo Jesús. También en la casa la mamá le leía de la Biblia y de otros libros sobre la Biblia, así como de libros escritos especialmente para niños. Las historias de la Biblia hablaban acerca del amor que Dios siente por Sus hijos, Su linaje espiritual, y mostraban como cada uno de ellos está siempre bien.

Robertito también estaba aprendiendo a orar, a escuchar a Dios y a obedecerlo. Había aprendido que todos los pensamientos buenos vienen de Dios, la Mente, que nos da inteligencia y fortaleza. Cuando nos quedamos callados y en oración, escuchando a Dios, nos llegan buenos pensamientos que nos ayudan y nos sanan.

Como Robertito continuaba llorando, la mamá se puso a orar con el deseo de oír un mensaje que viniera de Dios para ayudarlo. En un principio no le fue fácil a la mamá escuchar. Entonces resolvió alzar al niño y decirle: "Puedes dejar de llorar. Dios nos va a ayudar, pero tú tienes que callarte y escuchar".

Inmediatamente el niño dejó de llorar. La mamá escuchó por un momento más y entonces le vino el pensamiento de decirle: "Oremos juntos. Yo sé que tú conoces una oración para los niños pequeños que escribió la Sra. Eddy". Véase Escritos Misceláneos, pág. 400. Entonces ambos repitieron en voz alta:

Padre-Madre Dios,
en Tu amor,
guárdame al dormir,
guía mis pies al ir
de Ti en pos".

Los dos se quedaron en silencio, y luego la mamá miró a Robertito y le sonrió. El niño respondió a su sonrisa. "¡Claro!", dijo ella, "¡Tus piececitos son guiados hacia Dios! Esto quiere decir que Dios te ama y que puedes confiar en que El cuida de ti".

De un brinco Robertito estuvo listo para ponerse el zapato, y dijo: "¡Vayamos a la escuela!" La mamá lo ayudó a ponerse la media y el zapato, y, dando gracias a Dios por Su cuidado, subieron al automóvil. Robertito nunca volvió a tener ningún problema con el pie.

Nota de la madre: Cuando sucedió esta curación, hacía muy poco tiempo que yo estaba estudiando la Ciencia Cristiana. Todavía no era miembro de la Iglesia, pero estaba estudiando la Lección Bíblica que aparece en el Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana, y estaba suscrita al Christian Science Sentinel. Tan pronto como el Sentinel llegaba en el correo, Robertito y yo leíamos los artículos para niños. También en la Sala de Lectura de la Ciencia Cristiana, habíamos comprado varios libros para niños. El favorito de Robertito era Filled Up Full (Lleno por completo), Joy Dueland, Filled Up Full (Boston: The Christian Science Publishing Society, 1974). un librito que cuenta como estar lleno de pensamientos de Dios. Creo que ese librito le ha ayudado mucho al niño a comprender lo que es la oración.

No importa que yo no haya sabido cual era el problema que lo aquejaba. Tan pronto como Robertito y yo nos calmamos lo suficiente como para escuchar a Dios y reconocer Su omnipotencia, sentí que Su amor por nosotros nos rodeaba. El niño aceptó la verdad inmediatamente y la curación fue rápida. La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras: "Jesús amaba a los niños por estar libres de mal y por su receptividad a lo que es justo".Ciencia y Salud, pág. 236. Con absoluta certeza podemos aprender mucho de los niños sobre la receptividad.

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