Despues De Haber pasado treinta y cinco años confiando en la medicina, la idea de confiar exclusivamente en la oración para recuperar la salud me causaba mucho temor. Sencillamente no podía creer que los problemas físicos se podían resolver por medio de la oración. Más aún, no podía comprender porqué la oración y la medicina no podían "ir de la mano". Después de todo, el propósito de ambos métodos es ayudar al paciente.
Conocí la Ciencia Cristiana cuando conocí a mi esposo. Asistía a la iglesia alguna que otra vez, y estudiaba la Lección Sermón de vez en cuando. Descubrí que en realidad, cuanto más leía más frustrada me sentía. Como yo me consideraba una persona inteligente, me preguntaba a mí misma por qué tenía tanta dificultad en comprender lo que estaba leyendo. Otras personas parecían recibir tantos beneficios por aplicar las enseñanzas de la Ciencia Cristiana en su vida. A pesar de sentirme desanimada, continué asistiendo a la iglesia y leyendo la Lección.
Después de haber pasado por varias crisis, en determinado momento unos amigos y familiares bien intencionados me alentaron a que fuera a una iglesia de otra denominación que, según ellos, me proporcionaría en mayor grado el apoyo espiritual que ellos sentían que yo necesitaba. Pero lo que ellos no comprendían (en ese momento yo tampoco), era que yo estaba recibiendo más apoyo espiritual de lo que uno pueda imaginar, de parte de los miembros de nuestra Sociedad de la Ciencia Cristiana.
Comencé a asistir a los servicios y a estudiar con más dedicación que nunca. En un momento en que me sentí muy desalentada, le pregunté a un miembro de la iglesia si yo podía solicitar ayuda a un practicista de la Ciencia Cristiana, aunque yo no fuera miembro de la iglesia. Como ella me respondió que no había ningún problema, solicité ayuda de inmediato.
Cuando la practicista contestó el teléfono y comenzó a conversar, de pronto comprendí lo que significaba sentirse envuelta en los brazos del Amor divino, Dios. Ella empezó a orar por mí después que las dos hablamos sobre mis problemas. En seguida comencé a verme a mí misma y a los demás bajo una luz muy diferente. Yo todavía tenía problemas, pero la diferencia radicaba en que ahora había una luz en mi camino. Ya no vagaba por el bosque en la oscuridad, sin un mapa o una linterna, por así decirlo.
Todavía me era difícil confiar por completo en Dios y en la oración para la curación física, especialmente en lo que concernía a nuestros tres hijos. Pero continué orando para lograr el entendimiento que tanto necesitaba. Pude percibir que este esfuerzo valía la pena si tan solo yo pudiera empezar a tener más entendimiento espiritual.
Mi estudio no fue infructuoso. De pronto comprendí que había estado enfocando la Ciencia Cristiana desde un punto de vista estrictamente intelectual en vez de hacerlo desde un punto de vista espiritual. Leí en Ciencia y Salud de Mary Baker Eddy: "El Espíritu imparte la comprensión que eleva a la consciencia y conduce a toda la verdad... La comprensión es la línea de demarcación entre lo real y lo irreal. La comprensión espiritual revela a la Mente — Vida, Verdad y Amor — y demuestra al sentido divino, dando prueba espiritual del universo en la Ciencia Cristiana". Y me agradó cómo comienza el próximo párrafo: "Esa comprensión no es intelectual, no es el resultado de logros eruditos; es la realidad de todas las cosas sacada a la luz" (pág. 505). Cuando percibí la verdad de estas declaraciones, ¡la comprensión espiritual por cierto llegó!
Ahora soy miembro de esa Sociedad de la Ciencia Cristiana. Mi esposo, que había permanecido inactivo varios años en su demostración de la Ciencia Cristiana, retomó su propósito de practicarla. Una de nuestras mayores bendiciones fue tomar juntos instrucción en clase.
Nuestros hijos han tenido muchas curaciones físicas, entre ellas gripe, dolor de oídos, resfriados y heridas dolorosas. Muchas de estas curaciones fueron instantáneas; se produjeron como resultado de confiar en la oración y en lo que habían aprendido en la Escuela Dominical. Yo he sido sanada de dolores de cabeza crónicos y de sinusitis infecciosa. Y hemos podido demostrar una y otra vez la provisión permanente de bien que nuestro Padre-Madre Dios otorga a cada persona.
La primera frase de Ciencia y Salud dice: "Para los que se apoyan en el infinito sostenedor, el día de hoy está lleno de bendiciones" (pág. vii). Sé que esta afirmación es verdadera, y lo compruebo diariamente.
Chester, California, E.U.A