Despues De Haber pasado treinta y cinco años confiando en la medicina, la idea de confiar exclusivamente en la oración para recuperar la salud me causaba mucho temor. Sencillamente no podía creer que los problemas físicos se podían resolver por medio de la oración. Más aún, no podía comprender porqué la oración y la medicina no podían "ir de la mano". Después de todo, el propósito de ambos métodos es ayudar al paciente.
Conocí la Ciencia Cristiana cuando conocí a mi esposo. Asistía a la iglesia alguna que otra vez, y estudiaba la Lección Sermón de vez en cuando. Descubrí que en realidad, cuanto más leía más frustrada me sentía. Como yo me consideraba una persona inteligente, me preguntaba a mí misma por qué tenía tanta dificultad en comprender lo que estaba leyendo. Otras personas parecían recibir tantos beneficios por aplicar las enseñanzas de la Ciencia Cristiana en su vida. A pesar de sentirme desanimada, continué asistiendo a la iglesia y leyendo la Lección.
Después de haber pasado por varias crisis, en determinado momento unos amigos y familiares bien intencionados me alentaron a que fuera a una iglesia de otra denominación que, según ellos, me proporcionaría en mayor grado el apoyo espiritual que ellos sentían que yo necesitaba. Pero lo que ellos no comprendían (en ese momento yo tampoco), era que yo estaba recibiendo más apoyo espiritual de lo que uno pueda imaginar, de parte de los miembros de nuestra Sociedad de la Ciencia Cristiana.
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