La Tendencia De enfrentar a los demás — en campos de batalla, duelos y disputas en tribunales — es tan vieja como la humanidad. Es tan vieja como los relatos de antiguos dioses guerreros: Marte, el dios romano de la guerra, o Ares, el dios de los griegos, o el dios hindú Indra, o el dios escandinavo Thor. O el relato bíblico sobre la lucha entre Caín y Abel. O yin-yang, el dualismo competitivo de la antigua religión china.
Por supuesto, es fácil ver que la guerra en sí misma es un mal. Pero otras formas de conflicto pueden parecer inofensivas y quizás hasta útiles. Por ejemplo, a menudo la gente menciona los juicios como algo apropiado para resolver problemas de negocios, matrimoniales, y otra clase de disputas.
Sin embargo, como dijo hace más de una década el ex-presidente de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, Warren Burger, en la Asociación de Abogados de los Estados Unidos, lo que el sistema jurídico puede hacer tiene límites. Y es peligroso usar en demasía ese sistema. Él dice: "Confiar en el proceso contencioso como el único medio para resolver demandas en conflicto es un error que debe ser corregido. No hay otra nación que permita que el proceso contencioso domine las relaciones tanto como lo hacemos nosotros".
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