La Tendencia De enfrentar a los demás — en campos de batalla, duelos y disputas en tribunales — es tan vieja como la humanidad. Es tan vieja como los relatos de antiguos dioses guerreros: Marte, el dios romano de la guerra, o Ares, el dios de los griegos, o el dios hindú Indra, o el dios escandinavo Thor. O el relato bíblico sobre la lucha entre Caín y Abel. O yin-yang, el dualismo competitivo de la antigua religión china.
Por supuesto, es fácil ver que la guerra en sí misma es un mal. Pero otras formas de conflicto pueden parecer inofensivas y quizás hasta útiles. Por ejemplo, a menudo la gente menciona los juicios como algo apropiado para resolver problemas de negocios, matrimoniales, y otra clase de disputas.
Sin embargo, como dijo hace más de una década el ex-presidente de la Corte Suprema de Justicia de los Estados Unidos, Warren Burger, en la Asociación de Abogados de los Estados Unidos, lo que el sistema jurídico puede hacer tiene límites. Y es peligroso usar en demasía ese sistema. Él dice: "Confiar en el proceso contencioso como el único medio para resolver demandas en conflicto es un error que debe ser corregido. No hay otra nación que permita que el proceso contencioso domine las relaciones tanto como lo hacemos nosotros".
Burger continúa diciendo: "Todos los miembros de la profesión — abogados, jueces, profesores de derecho — nos hemos mesmerizado tanto con el entusiasmo que hay con los conflictos legales, que tendemos a olvidar que debemos ser sanadores, sanadores de conflictos... ¿Acaso los abogados no deberían ser sanadores? ¿Sanadores, no guerreros? ¿Sanadores, no intermediarios? ¿Sanadores, no pistoleros a sueldo?" ("Mensaje Anual sobre la Administración de Justicia", Reunión Semianual de la Asociación de Abogados de los Estados Unidos, 1984.)
A pesar de la advertencia de Burger, en toda la nación no ha disminuido en la última década la tendencia a litigar. Los expertos lamentan los numerosos "juicios frívolos" y "los juzgados atascados de trabajo". The Palm Beach Post comentó recientemente: "Somos una sociedad litigante. Nos demandamos unos a otros más que cualquier país en el mundo. Ya sea una disputa con nuestros vecinos acerca de la línea de la cerca, entre conductores de autos que tuvieron un accidente, una disputa por un contrato entre empresas o parejas que finalizan su matrimonio, somos muy rápidos para demandar y muy lentos para hablar" (Steve A. Mayans, 22 de mayo de 1995).
Por supuesto, es muy triste cuando la disputa legal es entre amigos o miembros de la familia. O, entre los miembros de una iglesia. Este es el caso en el juicio que han iniciado dos miembros de La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en contra de actuales y anteriores dignatarios de la Iglesia. Sin embargo, como la Biblia relata, desde el comienzo del cristianismo han existido esos problemas.
El litigio entre miembros de la iglesia fue una amenaza significativa para la iglesia que Pablo fundó en Corinto, Grecia. Debido a que Corinto era una de las ciudades más importantes del mundo antiguo, allí la iglesia tenía una enorme diversidad de miembros: hombres y mujeres, esclavos y libres, ricos y pobres, judíos y gentiles. Al cabo de dieciocho meses, cuando Pablo finalizó su ministerio en Corinto, la diversidad de miembros de la iglesia se separaron en facciones. Algunos permanecieron con las enseñanzas de Pablo, otros se orientaron hacia un converso llamado Apolo. Otros siguieron a Cefas, etc.
Al poco tiempo, estas facciones empezaron a demandarse unas a otras, pidiendo a los tribunales Romanos que conciliaran las diferencias. Y cuando Pablo escuchó eso, envió enseguida dos cartas diciéndole a la iglesia de Corinto que dejaran de pelearse unos contra otros. Una de estas cartas aparece en 1 Corintios en el Nuevo Testamento.
En una parte de esta carta titulada "En contra de ir a juicio", Pablo le dice a los Corintios que dejen de hacerse juicio en los tribunales donde los asuntos de la iglesia serán juzgados por "incrédulos". Pregunta: "¿Osa alguno de vosotros, cuando tiene algo contra otro, ir a juicio delante de los injustos [el gobierno de los Romanos], y no delante de los santos [los miembros de la iglesia]?"
Luego Pablo continúa condenando a estas demandas de miembros contra miembros: "Así que, por cierto es ya una falta en vosotros que tengáis pleito entre vosotros mismos". O en las palabras de la Contemporary English Version: "Cuando uno de vosotros lleva a juicio a otro, todos pierden" (1 Cor. 6:1, 6, 7 en la versión King James y en la CEV.)
Pero Pablo no termina allí. Después de hacerle saber a los Corintios que habían cometido un desliz bastante torpe en algunas cuestiones de importancia, pasó a darles una inspirada solución para la iglesia: la solución del "amor".
¡Y qué solución tan maravillosa es el amor! Pablo dice que el amor puro por Dios y por los hijos de Su familia universal es la virtud suprema del cristianismo. Sin este amor, aun la prédica más elocuente, o la comprensión profética más profunda, o la fe más sólida, están vacías. El amor permanece erguido, fuerte y verdadero aun cuando todas las otras gracias del espíritu se desmoronan. En una palabra. Pablo dice: "El amor nunca deja de ser" (véase 1 Cor. 13:1–13).
¿Cómo sentimos usted y yo este amor sanador y purificador? ¿Cómo sentimos esta "dulzura" hacia los demás que el diccionario nos dice que es el amor? Lo sentimos cuando atesoramos tan cerca de nuestra corazón a Dios y a Su verdadera creación espiritual, del todo buena, que nada nos puede separar de él. Lo atesoramos tanto que ninguna de las decepciones y desilusiones de la condición mortal pueden convencernos de que el amor de Dios está ausente. El Amor de Dios jamás puede estar ausente de ninguna parte, porque Dios es Todo. Él mismo es Amor.
¿Hoy, qué quiere decir todo esto para el cristianismo? ¿Qué significa esto para La Primera Iglesia de Cristo, Científico? Significa que la creación del Amor divino no puede evitar estar llena de amor, no importa lo que otros digan en contra. Significa que los miembros de la iglesia (los "santos" de quien habló Pablo) están dotados por su amoroso e infinito Creador de suficiente amor celestial para hacer frente a cualquier necesidad, para resolver cualquier disputa. Significa que la verdadera Iglesia — que Mary Baker Eddy describe en Ciencia y Salud como: "La estructura de la Verdad y el Amor; todo lo que descansa en el Principio divino y procede de él"— sencillamente rechaza todo lo que sea desemejante a ella (véase pág. 583). Significa que, como dijo Pablo siglos atrás, el amor nunca dejará de ser. No dejará de ser ni para usted ni para mí. No dejará de ser para La Iglesia de Cristo, Científico.
Se podría decir que la Iglesia es como un campo de prueba donde los miembros pueden dar testimonio del poder unificador del Dios único. Es un lugar donde pueden practicar y perfeccionar la capacidad de expresar el amor de Dios que nunca deja de ser. Es el lugar donde pueden demostrar para sí mismos y para el mundo los resultados magníficos y sanadores que se obtienen cuando la gente permite que su vida cante la canción del Amor divino. La Iglesia es donde usted y yo podemos aprender a descreer en los antiguos dioses guerreros de conflictos y odios. En la iglesia podemos aprender unos de los otros (¡a través de nuestro ejemplo!) que el camino de Cristo es el camino del amor. Podemos demostrar que esta importante declaración de Ciencia y Salud es verdadera: "La parte vital, el corazón y alma de la Ciencia Cristiana, es el Amor" (Ciencia y Salud, pág. 113).
La Sra. Eddy estaba segura de que los Científicos Cristianos consagrados podían y deberían vivir de acuerdo con "el corazón y alma" de su religión. Sabía que el poder dinámico del amor cristiano podía sanar no sólo la mente y el cuerpo, sino las iglesias también. Esa es una de las razones por la que ella fue tan enérgica en su opinión de que La Iglesia de Cristo, Científico, y sus dignatarios no se beneficiarían al enredarse en demandas. Estaba convencida de que tales litigios producirían sólo pesar a todos los involucrados. Hasta podría llevar a la trágica situación de que el Estado interviniera en el gobierno de la Iglesia.
Los extractos de cartas que se encuentran a continuación muestran cómo la Guía del movimiento de la Ciencia Cristiana respondió a este asunto. Y dan una idea de la profunda convicción que tenía la Sra. Eddy de que los desacuerdos — en especial aquellos que envuelven a la Iglesia — se resuelven mejor mediante la "persuasión moral". Se resuelven mejor mediante el amor que es inherente a toda la idea de Iglesia.
Dos cartas de Mary Baker Eddy sobre cuestiones de litigio
El departamento de Historia de la Iglesia en La Iglesia Madre publica aquí, por primera vez, extractos de dos cartas de Mary Baker Eddy. El primero es parte de una carta que escribió a La Junta Directiva de la Ciencia Cristiana el 18 de febrero de 1903. En esa carta la Sra. Eddy aconseja a los miembros de la Junta que retengan la carta orgánica original de 1879 de la Iglesia, y que de ningún modo se vean envueltos en batalla legal alguna. El párrafo siguiente es de esta carta:
Es mi deseo estar libre de toda obligación legal que de aquí en adelante surja de la situación de nuestra iglesia. También es mi deseo que La Iglesia Madre sea rigurosamente protegida contra cualquier argumento falso presentado por estudiantes desleales, o cualquier litigio por el cual tanto la propiedad de La Iglesia Madre se pueda perder o por el que sus actuales Artículos de Fe y Gobierno de la Iglesia puedan ser cambiados.
La Sra. Eddy escribió la siguiente carta al primer gerente de los Comités de Publicación, Alfred Farlow, el 4 de enero de 1906. La Sra. Eddy le dice a Farlow en este extracto, y en otras cartas que le escribió en esa época, que se asegure de que la labor correctiva de ninguna manera conduzca a la Iglesia a un litigio.
Recuerde esto, y que nada lo lleve a entrar en un juicio que arrastre a su Guía o mezcle los intereses especiales de la Ciencia Cristiana[;] bajo las leyes actuales de nuestra nación, éstas no están a la altura de las circunstancias, no hacen justicia a su Guía[,] a la historia de ella ni a la causa de la Ciencia Cristiana, y debido a esta importante consideración el 'maligno' continúa buscando popularidad por medio de la ley y relacionándose de algún modo con la Guía de esta Causa. En todas mis experiencias pasadas, cuando he sido arrastrada a juicios, siempre he perdido algo que valía la pena tener, y también nuestra causa, mientras que el querellante ha ganado en publicidad aun cuando perdió el caso. Esperemos en el Señor, sea sabio como serpiente y elévese por encima del ataque escondido que hace naufragar a la razón y quisiera subyugar a la sabiduría.