Podemos Hacer Que los cultos religiosos de la iglesia a la que concurrimos sean experiencias casuales o superficiales, o bien, experiencias sagradas, elevadas, sanadoras, redentoras. ¿Cómo deberían ser en realidad?
¿Sentimos que con llevar nuestro cuerpo a la iglesia y colocarlo en un banco, estamos cumpliendo con nuestra obligación? ¿Acaso decimos: ¡Aquí estoy, Dios, vamos, bendíceme!? Hacer acto de presencia físicamente y de mala gana, y estar ausente y en rebeldía, mentalmente ¿en qué nos beneficia? Un oído, físicamente sordo presente, ¿nos sirve de alguna ayuda? ¿O puede ayudar a otros?
¿Concurrimos a la iglesia porque pensamos que debemos hacerlo, por el hecho de que sentimos temor de que si no lo hacemos, seremos castigados en algún momento? ¿O nos sentimos atraídos por la atracción irresistible y amorosa del Espíritu?
Sabemos que, en un sentido verdadero, la Iglesia no es un lugar material al que concurrimos, sino una idea divina que llevamos con nosotros cada día, dondequiera que vayamos. Por lo tanto, la realidad es que estamos siempre presentes con el Señor. Cuando percibimos que estamos presentes con el Señor, y eso no meramente dos veces por semana en una estructura material llamada iglesia, sino momento a momento y día a día en constante reconciliación espiritual con nuestro infinito Padre-Madre, Verdad y Amor, lo que llamamos cultos religiosos de nuestra iglesia, se vuelven sagrados e ineludibles, trayendo recompensas sin límites.
Alguien que viene por primera vez puede determinar de inmediato si el oficio que se celebra en su iglesia, es del espíritu. Cuando invita a un amigo a su iglesia, ¿por qué clase de culto está orando?
Cuando Mary Baker Eddy indica el tiempo de preparación que necesitan los lectores antes de leer en el culto, se refiere a la Lección Bíblica de los domingos como una "lección de la que depende grandemente la prosperidad de la Ciencia Cristiana". Véase Manual de La Iglesia Madre, Art. III, Sec. 1. Ella no dice que la prosperidad de la Ciencia Cristiana depende en gran medida de quienes leen la Lección los domingos. Cada lección es eficaz solo en la medida en que es aprendida y practicada. Por lo tanto, este comentario, tan directo e importante del Manual de La Iglesia Madre acerca de "la Lección de los domingos" ¿no se aplica acaso en forma directa, a todos los estudiantes de esa Lección, o sea a los receptivos que se benefician con ella?
¿Acaso la Lección-Sermón debe tener por entero la responsabilidad de la prosperidad de la Ciencia Cristiana? ¿O la prosperidad de la Ciencia Cristiana depende de lo que hacemos con la Lección-Sermón?
Esta Lección "de la que depende grandemente la prosperidad de la Ciencia Cristiana" está establecida dentro del servicio religioso de la iglesia, del mismo modo que una joya de gran valor se coloca dentro de un engarce apropiado. Y el engarce que rodea a la Lección-Sermón fue forjado por la Sra. Eddy con dedicación y oración. Podemos traer al culto tal profundidad de preparación y expectativa, que cada parte del mismo desempeñe una función cada vez mayor, en la expansión de la experiencia que nos espera tanto a nosotros como a todo aquel buscador, como "alondras que para anidar la misma rama ven". Véase Poems, pág. 6.
La música nos saluda cuando llegamos; es música elegida cuidadosamente con el "carácter religioso apropiado" Véase Manual, Art. XIX, Sec. 1. descrito por la Sra. Eddy en el Manual de la Iglesia. La música de carácter apropiado respalda el simple y expectante anhelo de llegar a Dios.
Nos sentamos silenciosamente, tratando de mantener al mínimo los saludos con otros miembros y amigos, respetando con afecto el deseo de cada uno de absorber en silencio y dentro de lo más profundo, la preparación espiritual hecha antes de comenzar el culto. No es el momento de hacer inventario de quienes están presentes, ni de pasar revista y estimar sus joyas o sombreros, ni de aprobar o desaprobar su ropa o peinados, ni de compartir experiencias de vacaciones pasadas o futuras, ni tampoco sumar los números de los himnos del tablero ni prepararse para "evaluar" la actuación del o de la organista o del o de la solista o de los lectores. Si la mente mortal pudiera, reduciría este momento sagrado, al nivel de una reunión social o de un programa de exhibición de talentos. En ese caso, se requiere un esfuerzo muy grande para elevar nuevamente el pensamiento a un estado de receptividad espiritual. Contribuyamos con el peso de nuestra oración, a la de otros que se consagran, dulce y humildemente, a dar la bienvenida a este servicio nada más que al Cristo sanador. El Cristo sanador trae curación. Espérela.
Es el momento oportuno de hacer algunas preguntas. ¿Cuándo comenzamos a orar por la iglesia? ¿En el momento en que entramos en ella? ¿Después que nos hemos sentado? ¿Durante la oración silenciosa? ¿Después de la bendición? ¿O hemos comenzado a hacerlo a principios de semana, regocijándonos ante la perspectiva de tener durante toda la semana, esa Lección maravillosa para estudiarla y vivirla?
El Primer Lector se pone de pie para anunciar el primer himno, un himno cuidadosamente seleccionado del amplio surtido de alabanzas que reúne lo que conocemos como Himnario de la Ciencia Cristiana. Alabar, glorificar al infinito, es la razón de ser del hombre. Cuando nos levantamos para alabar a Dios por medio del canto, se comienza a construir el servicio religioso. Estamos reconociendo individualmente, junto con los demás integrantes de la congregación, nuestro amor por Dios y nuestra gratitud por Su amor.
El alimento espiritual continúa con la lectura que hace el Primer Lector de una selección de las Escrituras, una selección escogida para que se relacione con la Lección Bíblica de la semana y fluya naturalmente hacia ese Sermón.
Después, se invita a todos a unirnos en oración silenciosa. ¿Cómo lo hacemos? ¿Simplemente quedándonos quietos? ¿O aprovechando el momento para recordarle a Dios lo más apremiante de la experiencia de cada uno? No. La Sra. Eddy ha precisado con exactitud, la manera en que podemos y debemos hacerlo, cuando ella explica en el Manual de la Iglesia, Artículo VIII, Sección 5, el propósito de la oración silenciosa: "Las oraciones en las iglesias de la Ciencia Cristiana deberán ser ofrecidas colectiva y exclusivamente en pro de las congregaciones". ¡Cuánto amor expresa en estas palabras! El poder de la oración para ayudar a cada uno de los presentes, se multiplica muchas veces, a medida que cada miembro ora solamente por la congregación en forma colectiva. No está presente el sentido personal, ni consideraciones mortales o materiales, sino nada más que la oración, en toda la pureza que lo incluye todo.
A continuación de esa oración silenciosa renovadora, viene la repetición al unísono — nuevamente estamos unidos — del Padre Nuestro, que Cristo Jesús ha dado a sus seguidores del siglo XX, al igual que a sus discípulos inmediatos. Y cuando todos juntos repetimos "Padre Nuestro" reconocemos al mismo tiempo, que todos somos hermanas y hermanos.
Esta repetición del Padre Nuestro tiene una dimensión especial en las iglesias de la Ciencia Cristiana. Y no menciono esto simplemente porque evitamos repetir con rapidez esta oración tan llena de significados, aunque, un ritmo que permita la reflexión es una bendición. No. Me refiero a la dimensión especial que la interpretación espiritual escrita por la Sra. Eddy trajo al Padre Nuestro. Véase Ciencia y Salud, págs. 16—17. La luz de la Verdad, al iluminar las palabras de Jesús, trae para todos nosotros desarrollo y bendiciones.
Al llegar a ese punto, se nos anticipa con gozo, otra oportunidad de alabar a Dios cantando. En el segundo himno nuevamente expresamos el sentir de un corazón donde la gratitud crece cada vez más.
A continuación, el Primer Lector nos recuerda por medio de anuncios las actividades de la Ciencia Cristiana que están al alcance de la inspiración y crecimiento de todos. Esto puede traer al pensamiento la necesidad de orar específicamente para apoyar estas actividades. Escuchamos que se menciona la Escuela Dominical, la Sala de Lectura, las conferencias auspiciadas por nuestra iglesia o por otras, el horario de los oficios, el privilegio de hacernos miembros de la iglesia filial a la que concurrimos o de La Iglesia Madre. Nuestro aprecio va en aumento por todas las bendiciones que nos brinda la Ciencia Cristiana y por las múltiples y amorosas normas que estableció la Sra. Eddy para alentar y fomentar el crecimiento espiritual.
Escuchamos el solo, cuidadosamente seleccionado para que tenga relación con el tema de la semana. De este modo se completa la introducción a la Lección-Sermón. Se lee la Nota Explicativa y entonces llega el momento para que hable nuestro Pastor, la Biblia y el libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por Mary Baker Eddy. El Artículo XIV, Sección 1 del Manual de la Iglesia, especifica: "Yo, Mary Baker Eddy, ordeno la Biblia y Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Pastor de La Iglesia Madre,— La Primera Iglesia de Cristo, Científico, en Boston, Mass.,— y ellos continuarán predicando a esta Iglesia y al mundo". Y continúan predicando "un sermón inseparable de la verdad, no contaminado ni restringido por hipótesis humanas, y divinamente autorizado". Véase Cuaderno Trimestral de la Ciencia Cristiana: "Nota explicativa para los cultos de la iglesia", pág. 2.
Se anuncia el tema de la lección de la semana y de este culto, seguido por la lectura del Texto Aúreo, que da la nota tónica de toda la Lección-Sermón.
Nuevamente compartimos la alabanza al repetir versículos de la Biblia contenidos en la Lectura Alternativa, turnándonos con el Primer Lector. Esto se puede considerar como el vestíbulo que conduce al templo de la curación y la inspiración que contiene la Lección Bíblica.
A continuación, absorbemos nuevamente la Lección-Sermón que hemos estudiado durante toda la semana. Cada una de las diferentes secciones constituyen una faceta del prisma completo de la Lección. Contribuimos y recibimos inspiración, cuando esta Lección-Sermón "de la que depende grandemente la prosperidad de la Ciencia Cristiana", se desenvuelve con toda su fuerza y belleza.
Esa es la culminación de nuestro trabajo de toda la semana. Cada día, hemos obtenido una comprensión espiritual más profunda de las grandiosas lecciones bíblicas, gracias a las explicaciones que nos dan las citas de Ciencia y Salud. Cada día hemos vislumbrado con mayor claridad la pertinencia y la posibilidad de aplicar hoy lo que la Lección Bíblica nos enseña. Cada día comprobamos que nuestra armadura espiritual nos protege más completamente, a medida que percibimos la totalidad de Dios y la impotencia y la nada del error.
La bendición pone su sello al culto y nos envía de vuelta a nuestros hogares llenos de alegría, más dedicados, renovados, conscientes una vez más de nuestra inseparable unidad con Dios.
Al término de la Lección-Sermón, con corazones rebosantes de gratitud y vidas enriquecidas más aún, depositamos con satisfacción en la bolsa de la colecta nuestros diezmos de "moneda de amor", que dicta el corazón.
Cantamos otro himno. Un salmo de regocijo, de realización, "en gratitud por toda protección" como dice un himno muy querido.Himnario, No° 66.
Al terminar el himno, la quietud reina sobre todos, y escuchamos esa poderosa declaración espiritual, que el mundo jamás había conocido antes, "la declaración científica del ser" del libro de texto de la Ciencia Cristiana. Véase Ciencia y Salud, pág. 468. Y el pasaje correlativo de la Biblia en 1 Juan, hace que resuenen alegres campa-nadas en nuestros corazones. "Amados, ahora somos hijos de Dios.. ." 1 Juan 3:2. Ahora, en este preciso momento, somos todo lo que Dios ha dispuesto que seamos como su semejanza espiritual. No es necesario esperar.
La bendición pone su sello al culto y nos envía de vuelta a nuestros hogares llenos de alegría, más dedicados, renovados, conscientes una vez más de nuestra inseparable unidad con Dios. Después de la bendición, nuestros corazones cantan junto con el piano u órgano, acompañando el postludio en alabanza a Dios.
Este culto sagrado, sana, regenera, atrae y continúa presente en el pensamiento. Éste es el único tipo de culto religioso digno de una iglesia de la Ciencia Cristiana. Y siempre podemos tener un culto así. Depende de usted y de mí. Y algo más. No se pierda la bendición pensando que tiene apuro por cosas que tiene que hacer después del servicio. ¡Valore esa bendición!
He mencionado que un culto de la Ciencia Cristiana es un culto de curación. Permítame ilustrarlo.
Un domingo por la tarde, poco antes de que comenzara el oficio vespertino, una Científica Cristiana se desplomó sobre un banco de la iglesia, con un suspiro de cansancio. Tenía momentáneamente a su cargo, el cuidado de dos nietos, pequeños y robustos. Y aparentemente, ese día habían estado más inquietos que de costumbre. La abuela podía sentir de qué manera el resentimiento estaba al acecho en su pensamiento, lo cual añadía peso a la carga física de tanto cansancio que aparentemente acarreaba.
Pensó para sus adentros: "Ya he criado a mi familia y ¡he esperado tanto el momento de tener mayor libertad para hacer cosas y visitar lugares! Y aquí estoy ¡otra vez atada con la crianza de una segunda familia! No me parece justo".
El culto iba avanzando y ese tipo de pensamiento persistía. De pronto, algo se destacó con claridad en medio de estos pensamientos de autocompasión, cuando escuchó el anuncio del Primer Lector: "El culto vespertino es una repetición del matutino". Véase Trimestral, pág. 2.
Recordó el gozo, el vigor y la fortaleza que ella había tenido en el "culto matutino" de su vida, cuando sus niños eran pequeños. Con cuánta gratitud había enfrentado y terminado cada tarea diaria. Cuán a menudo y con que profunda sinceridad le había dado gracias a Dios por Su totalidad, Su amor, Su guía y Su protección. Lo agradecida que se había sentido por su creciente comprensión de la Ciencia Cristiana y por la inspiración que le brindaba la actividad de su iglesia filial.
Nuevamente pensó acerca del anuncio que la había despertado. Pensó: "Si mi 'culto vespertino' es una repetición de mi 'culto matutino', entonces, el gozo, el vigor y la fortaleza de mi 'oficio matutino' debe repetirse ahora. Mi gratitud tantas veces expresada a Dios por Su bondad hacia mí durante épocas anteriores, debe repetirse ahora. Y mi gratitud por la Ciencia Cristiana y por la inspiración que brinda la actividad de mi iglesia filial, que fue parte tan importante de esas épocas, debe repetirse ahora".
Comprobó que su cansancio se iba disipando y que en su lugar había una nueva sensación de dominio. Aceptó de todo corazón, la promesa de que "el culto vespertino es una repetición del matutino" y nunca más volvió a sentirse incapaz de hacer frente a la situación, hasta que sus familiares encontraron otra vivienda. Entonces, se sintió libre otra vez y plena de vitalidad.
En ese momento estaba profundamente agradecida, no simplemente por no tener que hacer las cosas que anteriormente sintió que habían impulsado su crecimiento en la Ciencia Cristiana, sino por la demostración que había tenido derrotando la autocompasión y las creencias respecto a la edad avanzada que tanto esclavizan.
¡Qué útil resultó ser ese breve anuncio! Nuestra oración por la iglesia puede ayudar a que cada aspecto del culto, sea sanador.