Un Día En septiembre de 1992, la esposa de un primo vino corriendo a mi casa a pedir auxilio. Estaba con tanto miedo que no podía explicar lo que había sucedido.
Se calmó después que afirmé la verdad de que Dios está siempre en control del hombre y que es todo amor, y me dijo que su amiga se había tragado un veneno mortal. Luego de haberlo tomado huyó de la casa debido a una discusión doméstica que tuvo con su esposo.
No indagué más acerca de qué había causado la disputa, sino que traté de ver a donde se había ido la mujer. Después de una corta búsqueda, la encontré tambaleándose. Cuando le pregunté a donde iba, se cayó al suelo, al lado de mis pies, con la boca llena de espuma.
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