"¡ Padres! ¿Sabéis dónde están vuestros hijos?" Hace poco estaba manejando mi coche cuando esta pregunta, escrita en la parte trasera de un ómnibus, me llamó mucho la atención. Pensando al respecto, descubrí que aun cuando ésta es una buena pregunta, nos lleva a otra de igual importancia: ¿Saben ustedes qué están aprendiendo sus hijos?
Uno de mis versículos favoritos de la Biblia es: "Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él". Prov. 22:60. Al criar a mis hijos, esa promesa sirvió a menudo para recordarme la obligación que tenemos como padres de guiar su pensamiento en la dirección correcta. Es creencia general que el saber académico se enseña en las escuelas porque éste es necesario para que uno pueda desempeñarse en el mundo moderno de hoy. Pero yo sentí que había algo mucho más importante para mis hijos: su educación espiritual. Seguía preguntándome: "¿Estoy haciendo todo lo posible para enseñarles buenas normas morales? ¿Estoy ayudándoles a crecer espiritualmente?" Para mí éstas eran preguntas muy importantes de considerar. Siendo Científica Cristiana, naturalmente me volví a la Biblia y al libro de texto de la Ciencia Cristiana, Ciencia y Salud de Mary Baker Eddy, en busca de guía.
La Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: "¿No es acaso la propagación de la especie humana una responsabilidad mayor, un deber más solemne, que el cultivo de vuestro jardín o la cría de ganado para aumentar vuestros rebaños y manadas? Nada indigno de ser perpetuado debiera transmitirse a los hijos".Ciencia y Salud, pág. 61. Y poco después ella declara: "Toda la educación de los niños debiera tender a formar hábitos de obediencia a la ley moral y espiritual, con la cual el niño pueda enfrentar la creencia en las llamadas leyes físicas y vencerla, creencia que origina enfermedades".Ibid., pág. 62.
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