Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

El reflejo en la apacible piscina

Del número de febrero de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


¡A Mateo el lugar que más le gusta en el invierno es la piscina! Un hotel cerca de su casa permite a los vecinos usar su piscina cubierta. Tal vez afuera esté soplando un crudo viento frío, pero dentro donde está la piscina siempre hay un vapor caliente.

Un día cuando Mateo llegó a la piscina no había nadie excepto el bañero. No había voces ni ruidos de chapoteos en el agua haciendo eco en los ventanales. El agua estaba completamente quieta. Al llegar al borde de la piscina la mamá de Mateo suavemente lo detuvo. Le pidió que observara el agua y le dijera si veía algo.

— El agua parece un espejo — dijo Mateo. Y con una sonrisa señaló las numerosas sillas, mesas y sombrillas que se habían agregado al lugar. Lo que vio en el agua fue un reflejo. Siempre había habido allí mesas, sillas y grandes sombrillas abiertas a lo largo del borde de la piscina. Ahora, por causa del reflejo parecía haber el doble de ellas. Observando la quietud de la piscina, la mamá de Mateo se detuvo un instante para explicarle algo acerca de Dios y el hombre como Su imagen y semejanza.

— Estás viendo un reflejo perfecto de lo que está cerca de la piscina porque el agua está muy tranquila, — le dijo. Mateo, ¿sabes tú cuán agitada a veces está? A pesar de eso, el reflejo siempre está, sólo que uno no puede verlo muy nítidamente.

"Cada uno de nosotros es realmente el reflejo espiritual de Dios. ¡Este es un hecho real! Cuando nosotros tenemos tranquilidad interior — cuando escuchamos los pensamientos de Dios y sentimos Su amor — podemos ver la naturaleza de Dios reflejada en nosotros mismos y en los demás. Podemos verla expresada en cualidades tales como amor, honestidad e inteligencia.

"Dios es siempre bueno y así es Su reflejo. Sin embargo, a veces no estamos alertas a ese bien. Pero cuando nuestros pensamientos son apacibles y amorosos, podemos sentir y ver Su naturaleza bondadosa expresada alrededor nuestro".

La mamá de Mateo también mencionó una frase que se encuentra en el Libro de los Salmos. Dice: "Estad quietos, y conoced que yo soy Dios". Salmo 46:10. Luego los dos se zambulleron en la piscina y se divirtieron mucho jugando.

Esa noche la mamá le mostró al niño varias frases en el libro Ciencia y Salud de Mary Baker Eddy que hablan del hombre como reflejo de Dios. A él le gustó especialmente la frase que dice: "El hombre es, y eternamente ha sido, el reflejo de Dios".Ciencia y Salud, pág. 471.

Pocos días después Mateo estaba afuera, correteando con sus amigos. Mientras iba mirando para atrás, a toda velocidad, chocó contra un automóvil estacionado. Su madre corrió hacia él cuando lo oyó llorar. Al principio no oyó nada de lo que ella le decía porque estaba llorando a los gritos. Entonces se dio cuenta de que ella estaba hablándole en voz baja. Pudo oír que susurraba suavemente en su oído: "Estad quieto". El quería ver su pulgar porque le dolía mucho, pero estaba cuidadosamente encerrado en las manos de su madre. En cambio, la oyó susurrar: "Recuerda la apacible piscina. Estad quieto, consciente y siente que Dios — solo el bien — está perfectamente reflejado aquí".

Mateo se tranquilizó interiormente. Pensó en la apacible piscina y cómo el reflejo de las mesas, sillas y sombrillas era perfectamente claro. El reflejo no estaba distorsionado de ninguna manera. Los detalles del original eran exactamente los mismos del reflejo.

Mateo había aprendido de las enseñanzas de Cristo Jesús en la Escuela Dominical, que Dios es Espíritu y que Dios es perfecto. De modo que Mateo sabía que como reflejo de Dios, él debía ser espiritual y perfecto. El sólo podía expresar las cualidades de Dios, tales como libertad y alegría. De pronto, también recordó las palabras eternamente de la frase que su mamá le había leído de Ciencia y Salud. En eternamente no hay comienzo ni fin. Nada puede separar a Dios y Su reflejo, el hombre, ni por un instante; por lo tanto él no podía ser tocado por un accidente. Ahora y siempre Dios está eternamente reflejándose a Sí mismo perfecto e invariable.

No le llevó mucho tiempo orar así. Mateo bajó la mirada y vio que su mano estaba bien. ¿No es reconfortante saber que todos reflejamos al Dios todopoderoso? Éste es verdaderamente un hecho maravilloso, ¡vale la pena tenerlo presente!

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / febrero de 1996

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.