En el verano de 1604, cincuenta y cuatro de los principales eruditos en hebreo y en griego de Inglaterra se reunieron en Oxford, en Cambridge y en la Abadía de Westminister. Su propósito era comenzar a trabajar en un libro que desde entonces se conoce como "el monumento más noble de la prosa inglesa": la Biblia King James.
Hay poca información que nos diga verdaderamente lo que sucedió en los salones de los comités de traducción. Pero si unimos los fragmentos de todos los informes que tenemos, podemos responder a ciertas preguntas básicas. ¿Cuánto demoraron los grupos en comenzar la tarea? ¿Cuán de cerca siguieron las "Reglas" que les diera el rey Jacobo? ¿Cuán democráticos fueron los comités de traducción? ¿Cuáles fueron sus prioridades: la fidelidad al vocabulario original en hebreo y en griego, la lealtad a la corona inglesa y a la Iglesia, o la belleza literaria?
EL PLAZO PARA HACER LA TRADUCCIÓN
Nadie conoce el momento preciso en que los traductores comenzaron y terminaron su obra. Algunos eruditos creen que el trabajo comenzó poco después de que Jacobo nombrara a los traductores y diera a conocer las "Reglas" que ellos deberían seguir, en julio de 1604. Otros piensan que los comités no se reunieron hasta 1607, después de una investigación prolongada. Algunos creen que los grupos trabajaron dos años en el proyecto; otros que lo hicieron por más de seis años.
La idea más clara que tenemos sobre el tiempo que emplearon los traductores procede del prefacio de la primera edición de la Biblia hecha en 1611. Allí, Miles Smith, vocero de los traductores, dice que a los eruditos de la King James les llevó mucho más tiempo preparar su Biblia, que a los hombres que se supone produjeron el Antiguo Testamento de la Septuaginta griega en unos asombrosos setenta y dos días. "La obra no fue hecha en 72 días", dice él, "pero le costó a esos hombres ... catorce veces setenta y dos días más de dolores de cabeza".
La gente que toma las palabras de Smith literalmente llega a la conclusión de que la primera parte se completó en dos años y nueve meses o sea en 1008 días. Pero hay evidencias categóricas de que la traducción llevó mucho más tiempo que eso, debido a que Smith dice que la traducción estuvo "por muy largo tiempo en mano".
Una cosa parece clara: cada comité trabajó a su propio ritmo. Por ejemplo, una carta del director del grupo de hebreo de West-minister, Lancelot Andrewes, indica que su comité se reunía regularmente a fines de 1604. El comité de hebreo de Cambridge también comenzó pronto su tarea reuniéndose de lunes a sábado. Aparentemente, este comité terminó a tiempo su encargo para que uno de sus miembros (el prestigioso erudito en griego y en hebreo, John Bois) se uniera al comité de griego de Cambridge durante todo el tiempo que duró la obra.
Sin embargo, la traducción no se hizo tan rápido como pensaba el rey Jacobo que debía hacerse. De modo que a fines de 1608, le dio instrucciones al arzobispo Bancroft (Director de todo el proyecto) para que emitiera una orden real exigiendo que la Biblia fuera "terminada y editada" de inmediato. Pero los traductores hicieron esperar al rey otros dos años y medio más.
LAS FUENTES QUE USARON LOS TRADUCTORES
Una pregunta clave era ésta: ¿Sería el nuevo texto una revisión de la Biblia de los Obispos del año 1568, tal como lo dictaminaban las 'Reglas" del rey; o sería una traducción nueva del griego y del hebreo? El rey envió a los traductores cuarenta Biblias de los Obispos, una sugerencia enérgica para que se apegaran a dichos textos. Pero Miles Smith indica que las instrucciones reales fueron ampliamente ignoradas.
Por otra parte, dice Smith "nosotros desde el comienzo nunca pensamos que tendríamos necesidad de hacer una traducción nueva... pero sí que haríamos una mucho mejor". No obstante, él dice que los traductores buscaron en todas las Biblias anteriores en inglés y no sólo en el texto de los Obispos. Ellos deseaban hacer "de las muchas Biblias buenas, una Biblia muy buena que nadie pudiera objetar". De modo que los traductores decidieron tomar lo mejor de las Biblias anteriores en inglés y eleminar lo peor de ellas, amalgamando las versiones anteriores para obtener un texto supremamente hermoso.
Smith defendió el derecho de los traductores de recurrir también a los textos en hebreo y en griego. De acuerdo con Smith el hebreo y el griego fueron las "lenguas en las que Dios se agradó de hablar a su Iglesia por medio de sus profetas y apóstoles". Dice que ellos también consultaron los textos antiguos en caldeo, sirio y latín, así como numerosas traducciones modernas. De modo que el prefacio de Smith disipa toda duda de que los traductores se hubieran sentido atados a la Biblia de los Obispos.
CÓMO SE REALIZÓ LA TRADUCCIÓN
Hubo tres pasos importantes en el proceso de traducción. Primero, cada comité preparó un apunte de los libros de la Biblia que les fueran asignados. Segundo, un comité revisor de Londres adaptó esos apuntes. Tercero, el obispo Thomas Bilson de Winchester y Miles Smith del grupo de hebreo de Oxford, le hicieron una corrección final a todo el manuscrito de la Biblia.
Los traductores trabajaron más o menos democráticamente. Ellos analizaron versículo por versículo para ver cómo se leería el texto. Richard Kilbye, miembro del grupo de hebreo de Oxford, le dijo una vez a un joven de la iglesia que criticó cierto vocabulario de la Biblia King James, que el pasaje al que él se refería había sido objeto de un debate acalorado en el comité, y que por último lo eligieron entre otras trece traducciones más.
La mayoría de los grupos siguieron las "Reglas" de Jacobo. Cada traductor preparó su propia versión "corregida" del texto que le asignaran a su comité y la trajo a las reuniones del grupo para ser discutida. Entonces los traductores leían en voz alta el texto propuesto, mientras los demás hacían sus comentarios. Finalmente se ponían de acuerdo en la traducción del pasaje que estaban revisando.
Muchos de los términos que los comités rechazaron, terminaron como notas marginales. De hecho, la evidencia más convincente de que los traductores trabajaron democráticamente, es la pesada anotación marginal que hay en toda la Biblia de 1611. Casi todas las opiniones de los eruditos fueron incluidas en las notas marginales. En el Antiguo Testamento, hay unos 6500 comentarios marginales más que en cualquier otra Biblia anterior. En el Nuevo Testamento hay más de 700 notas. Miles Smith indica que la variedad de comentarios marginales les dio a los lectores la libertad de interpretar la Biblia de la manera que ellos desearan.
PRINCIPALES INFLUENCIAS EN LA TRADUCCIÓN
En Cambridge y en Oxford los problemas comenzaron poco después de que comenzara la traducción. Los miembros del comité discutieron acerca de las "Reglas" del rey. Jacobo respondió nombrando una junta de veedores en cada universidad para mantener a raya a los traductores radicales. Aunque Jacobo al principio deseaba agradar a los jerarcas de la Iglesia Anglicana usando la Biblia de los Obispos como base para la traducción, él en realidad prefería los textos protestantes radicales, especialmente la Biblia de Tyndale y la de Ginebra. Así que de una manera informal hizo saber a los traductores que ellos podían usar con libertad dichas Biblias para hacer su trabajo.
Los traductores se sintieron bastante libres de usar la gran cantidad de textos nuevos de la Biblia ya publicados y los comentarios disponibles en ese momento. Entre los textos de lenguaje antiguo utilizados, estaba la Biblia Masorética Hebrea, editada en 1494, la Políglota Complutense de 1520, la Políglota de Amberes de los textos en hebreo y en griego de 1569–1572, la Septuaginta griega del siglo III a.C., el texto griego de Erasmo de 1516, y la Biblia Vulgata de Jerónimo, así como casi todos los textos bíblicos descubiertos en esa época, en hebreo, griego y latín.
Además, como explica el prefacio de Smith, los eruditos de la King James utilizaron en su obra casi todas las traducciones modernas de la Biblia que se hallaban disponibles, incluso la Biblia de Lutero. No obstante, la deuda más grande que tuvieron los traductores fue con la tradición magnífica de la Biblia, la Biblia de Tyndale, Mateo, Coverdale, la Gran Biblia, la Biblia de Cranmer, la amada Biblia de Ginebra, y hasta la Biblia de los Obispos. Aparte de las nombradas, había otras dos versiones de la Biblia en inglés, a las que recurrieron los traductores, unas que casi no se podían mencionar entre los jerarcas anglicanos: el Nuevo Testamento Católico de Reims de 1582 y una Biblia del ilustre aunque excéntrico erudito puritano Hugh Broughton.
LA JUNTA DE REVISORES
Como indicaban las "Reglas" de Jacobo, el manuscrito completo de la nueva Biblia fue enviado a la junta de revisores. Esta junta estaba formada por los representantes de cada lugar donde se hacía la traducción: Oxford, Cambridge y Westminster. Los revisores se reunieron diariamente durante casi nueve meses en algún momento entre 1610 y 1611.
La mejor narración que tenemos del trabajo de la junta de revisores, pertenece a uno de sus miembros: el brillante erudito en hebreo y en griego, John Bois. Las notas de Bois revelan quienes eran algunos de los otros revisores: el famoso erudito en hebreo y griego, Andrew Downes, el calvinista erudito en griego, John Harmer, y probablemente Arthur Lake, un obispo de pensamiento liberal conocido como la "biblioteca viviente".
Las notas de Bois, también indican que hubo muchas discusiones constructivas en la junta de revisores. A veces el debate se centraba en un sutil punto de vista linguístico o teológico. Otras sobre el lugar en que iría una coma (como la discusión sobre Romanos 11:31). Algunas veces los revisores parecen defender la posición de Jacobo como rey. Por ejemplo, en su traducción de 1 Pedro 2:13, ellos cambiaron la frase "el emperador como supremo" por la de "el rey como supremo". Una cosa resulta clara, que los revisores no fueron los últimos que revisaron la Biblia King James. El texto que Bois da a sus notas es muy diferente del texto de la King James que fue publicado finalmente. Carece del fraseo poético, la musicalidad y el ritmo que hizo al texto de la King James tan inolvidable.
El trabajo que hicieron los revisores en la Biblia King James, muestra el texto en una etapa intermedia. En la revisión de Londres, aparece un final e importante nivel de redacción, uno que determina el lugar de permanencia que mantiene a la Biblia King James en la historia de la literatura inglesa.
