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De Acuerdo Con los médicos,...

Del número de julio de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


De Acuerdo Con los médicos, nuestra hija sufría de epilepsia postraumática que posiblemente se debía a un golpe muy fuerte que había recibido en la cabeza en un accidente algunos años atrás. En aquel momento, aparentemente, no tenía lesiones graves, excepto una fisura en la clavícula de la que se sanó enseguida.

Cuando tres años más tarde comenzó a tener convulsiones, los médicos la trataron, pero sin conseguir una mejoría. Los pronósticos médicos no eran muy alentadores, y aun medicada las convulsiones continuaban. Eran tiempos de mucha tristeza y angustia en mi corazón.

Cuando llegó a mí la Ciencia Cristiana casi tres años más tarde; llamé a una practicista para que me ayudara, y esto fue como un rayo de luz. Sus oraciones iluminaron la oscuridad.

Durante la primera charla que tuve con la practicista, me dijo: "Los accidentes son desconocidos para Dios". Esto es de una declaración de Ciencia y Salud, que dice así: "Los accidentes son desconocidos para Dios, o Mente inmortal, y tenemos que abandonar la base mortal de la creencia y unirnos con la Mente única, a fin de cambiar la noción de la casualidad por el concepto correcto de la infalible dirección de Dios y así sacar a luz la armonía" (pág. 424). Estas palabras quedaron grabadas en mi alma.

Con su paciencia y amor, la practicista me ayudó para que brillara la luz de Dios donde había sentimientos ocultos de temor y culpa. Insistió en el amor que Dios tenía para todos Sus hijos, que Él amaba a mi hija, y que Él me amaba a también. La conversación me elevó tanto espiritualmente, que no recuerdo cómo llegué a mi casa ese día (sus palabras me hicieron volar).

Estoy muy agradecida a esa querida practicista, que encaminó mis pensamientos hacia Dios, y a quien, como yo no tenía dinero, le pagué con media docena de empanadas. Ella las recibió con tanto amor, como si le hubiera dado una bolsa llena de dinero.

Hoy, mi hija tiene bellísimos quince años. Ella concurre a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana, se expresa libre de temor, es graciosa y elegante como una gacela que corretea en un paraíso.

Ésta ha sido una de las curaciones que tuvimos mediante la Ciencia Cristiana, pero he tenido otras curaciones que han transformado mi forma de ser.

Entiendo que todavía me falta mucho camino por recorrer. Lo que anhelo es poder practicar la Ciencia Cristiana con total libertad. Me gustaría participar aún más en mi querida iglesia filial, y responder así al afecto de los miembros que me esperan cada domingo. "Todas las cosas son posibles para Dios" (Marcos 10:27).



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