De Acuerdo Con los médicos, nuestra hija sufría de epilepsia postraumática que posiblemente se debía a un golpe muy fuerte que había recibido en la cabeza en un accidente algunos años atrás. En aquel momento, aparentemente, no tenía lesiones graves, excepto una fisura en la clavícula de la que se sanó enseguida.
Cuando tres años más tarde comenzó a tener convulsiones, los médicos la trataron, pero sin conseguir una mejoría. Los pronósticos médicos no eran muy alentadores, y aun medicada las convulsiones continuaban. Eran tiempos de mucha tristeza y angustia en mi corazón.
Cuando llegó a mí la Ciencia Cristiana casi tres años más tarde; llamé a una practicista para que me ayudara, y esto fue como un rayo de luz. Sus oraciones iluminaron la oscuridad.
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