Era Escaso El Aire del Himalaya a 5400 metros de altura. Sin embargo, mi guía sherpa escaló fácilmente la ladera de la montaña. Él había hecho este viaje en varias ocasiones. Me uní a él en este viaje, y el panorama que veíamos desde allí era majestuoso. Estar en la cumbre del Pico Goyko me brindó la oportunidad de ver el mundo desde lo que parecía ser su techo mismo. Sin embargo, la cumbre del Monte Everest se elevaba otros 3300 metros por encima de nosotros. Durante las dos semanas que viajamos juntos, mi guía compartió conmigo su mundo de imponentes montañas y belleza agreste, su cultura, sus anhelos.
Mi esposa y yo hemos hecho otros viajes. Nos maravillamos ante la vasta sabana en África, ante la gracia y la intensidad de las siluetas de los animales salvajes proyectadas contra el espléndido atardecer. Admiramos y convivimos con una familia muy trabajadora en las llanuras de Australia, donde miden las dehesas de su ganado no en hectáreas, sino en cientos de kilómetros cuadrados. Estos viajes fueron para nosotros oportunidades para aprender, para profundizar nuestro respeto hacia nuestro prójimo y hacia el mundo que nos rodea. También nos enseñaron cuál es la clase de viaje cuya magnitud empequeñece cualquier recorrido alrededor del mundo: el peregrinaje espiritual emprendido por Cristo Jesús y por aquellos que se esfuerzan por seguir su ejemplo.
Me inspiraron aquellos que, anhelando unirse a Jesús en esa búsqueda espiritual, fueron guiados a acercarse más a Dios, a considerar más seriamente el llamado del Maestro: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto".Mary Baker Eddy, Escritos Misceláneos, pág. 207. pág. 207. Seguir sus pasos y verdaderamente sentir la presencia de la realidad divina que él percibía, requirió de sus discípulos y apóstoles valor, energía, curiosidad espiritual y humildad. Y quizás, más que todo eso, un amor puro.
El amor es para la iglesia lo que el motor es para un automóvil: le suministra el poder para avanzar.
Este pequeño grupo de pioneros espirituales era una diminuta comunidad en un mundo que parecía ser terriblemente materialista. Sin embargo, esta comunidad era una luz en medio de la oscuridad. En cierto sentido, podría pensarse en esta familia de amigos como en una iglesia, un grupo unido en el que sus miembros trabajaban juntos, e incluso luchaban juntos y cuidaban unos de otros, recorriendo la senda que los guió a reconocer más profundamente que el hombre de Dios es espiritual, no material; perfecto, sin mácula.
Para mí, el compromiso con la iglesia es una clase especial de viaje: único, extremadamente provechoso; que brinda la oportunidad de compartir ideas con otras personas, de amar y de ser amado. La participación en la iglesia proporciona la oportunidad de ser alimentado y fortalecido espiritualmente, de ser resucitado de un sentido material de la vida.
Seguramente muchas veces pensamos en un viaje en automóvil, o en tren, o incluso en una nave espacial. Pero ¿alguna vez ha pensada en la iglesia como en su embarcación para avanzar hacia el Espíritu? Hay lecciones sobre las que debemos reflexionar en nuestra propia consciencia. Una de las lecciones verdaderamente significativas es la del amor. Descubrir el poder del amor es la clave para percibir cuál es el propósito más importante de la iglesia. El amor es para la iglesia lo que el motor es para un automóvil: le suministra el poder para avanzar.
En años recientes la invitación especial de una mujer de pensamiento profundamente espiritual, me impulsó aún más a avanzar hacia el Dios que le fue revelado a Cristo Jesús. En un artículo titulado "Estanque y propósito", Mary Baker Eddy escribe: "Mientras viajáis, y a veces anheláis descansar 'junto a aguas de reposo', meditad en esta lección de amor. Percibid su propósito; y con esperanza y fe, donde los corazones se dan encuentro y se bendicen recíprocamente, bebed conmigo de las aguas vivas del espíritu del propósito de mi vida — inculcar en la humanidad el genuino reconocimiento de la Ciencia Cristiana práctica y eficaz".Mateo 5:48.
He descubierto que desarrollar una relación con la Iglesia de la Sra. Eddy es una forma profundamente renovadora de beber con ella "de las aguas vivas del espíritu del propósito de [su] vida". Y cuanto más he meditado sobre el propósito de vida al cual nos invita a unirnos —"inculcar en la humanidad el genuino reconocimiento de la Ciencia Cristiana práctica y eficaz" — más claramente he percibido cómo su Iglesia alimenta en nosotros la capacidad de aplicar el cristianismo de una forma práctica en nuestra vida.
Para la gente es muy natural cuidar y apreciar a los miembros de su iglesia. Sin embargo, en ocasiones hay también una comprensible tendencia a pensar una y otra vez en lo que hacen los otros: con qué frecuencia vienen a la iglesia, la forma en que actúan o se visten, cómo se comparan sus puntos de vista con los nuestros respecto a determinadas cuestiones. Pero consideren lo valioso que puede ser concentrarse en nuestra propia necesidad de hacer que el cristianismo sea práctico. Quizás podríamos describirlo como autoevangelización.
Me resultó muy útil orar sobre los tres pasos a los que se refiere la Sra. Eddy en ese corto artículo "Estanque y propósito", aquel que concluye con su invitación. Son pasos que pueden ayudarnos a definir este viaje hacia un cristianismo más práctico — un amor cristiano aún más práctico — dentro del contexto de la iglesia. Meditar continuamente sobre el contenido de estas páginas, produce una especie de propulsión divina en nuestra vida. Usando la maravillosa metáfora del agua, el artículo nos alienta a comenzar la transición que estos tres pasos delinean. De alguna manera nos exigen que analicemos nuestro propio pensamiento, nuestras acciones, nuestra propia vida, antes que preocuparnos de otros miembros de la iglesia, preguntándonos si él o ella está viviendo de acuerdo con ideales elevados.
Su mensaje llegó no sólo a los Científicos Cristianos comprometidos con la Causa, sino a todos los buscadores de la Verdad.
El primer paso requiere que nos analicemos a nosotros mismos de una manera más honesta y profunda; que analicemos nuestra propia necesidad de tratar seriamente con sentimientos, pensamientos y palabras que no representan al Amor divino. El siguiente paso requiere de una verdadera renovación, siguiendo un camino que deje atrás todo aquello que se oponga a la compasión, a la bondad, al cuidado y al afecto. Y el tercero, nos exige aceptar verdaderamente el creciente sentido de la realidad divina del Amor, la creciente consciencia de la totalidad de Dios.
Si realmente deseamos sentir la misión de la Iglesia de la Sra. Eddy, y encontrar una senda realista para hacer que nuestro cristianismo sea verdaderamente práctico, su tierna guía en un "Estanque y propósito" puede brindar poderoso impulso y dirección. Cuando nuestra vida comienza a responder a la invitación de esta líder cristiana, nuestro viaje es enriquecido con un propósito, un objetivo y un impulso más espirituales.
Para aquellos que descubren algo "que los impulsa a trabajar" en la visión que la Sra. Eddy tenía de la Iglesia, el Amor divino se transforma en una fuerza irresistible. Su mensaje llegó no sólo a los Científicos Cristianos comprometidos con la Causa, sino a todos los buscadores de la Verdad — invitándolos a formar parte de esta comunidad con aspiraciones espirituales — cuando escribió: "Nuestros lemas son la Verdad y el Amor; y si moramos en ellos, éstos abundarán en nosotros, y seremos uno en corazón — uno en motivo, propósito y empeño. Si permanecéis en el Amor, ninguno de vosotros puede ser separado de mí; y la dulce sensación de que viajamos juntos, haciendo a los demás lo que quisiereis que ellos hicieran con vosotros, vencerá toda oposición, superará todo obstáculo, y asegurará el éxito".Esc. Mis., pág. 207.
La iglesia que esta pionera religiosa fundó y todavía guía a través de sus escritos, tiene en sus manos la responsabilidad de cumplir con un propósito divino. Ella convoca a todos los que desean tener una mayor comprensión de lo que es Dios, a unirse a ella (y qué mejor camino que a través de su Iglesia) para cumplir con ese propósito, que es hacer al cristianismo más real en nuestra vida.
Cualquier viaje necesita de un primer paso. No interesa lo importante o lo modesto que sea su itinerario, usted puede sentir el anhelo inspirado por el Cristo de dar ese primer paso. Quizás podría ser tan simple como comprometerse con un amor más espiritual. Amor a Dios. Amor a nuestro prójimo. Amor por usted mismo. Sentir y expresar el amor puro y espiritual es una aventura muy especial que se vive cuando viajamos juntos hacia el cristianismo práctico.
