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De la Oficina de la Editora de los Escritos de Mary Baker Eddy

Un viaje de curación con Ciencia y Salud

Del número de julio de 1996 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Algunos Años, cuando conocí la Ciencia Cristiana, tenía muchas razones para buscar otra manera de vivir. Necesitaba sentir que un poder amoroso gobernaba al hombre y al universo. Mi confianza natural en el bien del hombre tenía que solidificarse, y esto sucedió con el tiempo, silenciosamente, a medida que iba aprendiendo qué significa que el hombre es el reflejo de Dios. Ahora podía ver a las personas que anteriormente me habían desilusionado o entristecido, bajo una nueva luz. También tuve que corregir otros puntos de vista, limitados, a veces con mucha resistencia.

Los problemas más grandes no fueron resueltos rápidamente con éxito. Pero ahora me doy cuenta de que esos momentos de lucha fueron los que me trajeron más progreso. Me forzaron a acercarme sinceramente a la Palabra de Dios que leemos en las Escrituras y en Ciencia y Salud.

Desde que empecé a estudiar, he sentido la extraordinaria certeza de que mi familia y yo estamos protegidos, de que el amor y el poder de Dios cuida de nosotros. Cuando hacía muy poco que había comenzado a estudiar la Ciencia, una de mis hijas se enfermó gravemente. Recurrí con toda mi fe a Dios.

Oré y me di cuenta de que necesitaba aceptar cada uno de los sencillos mensajes de la Verdad que me venían al pensamiento, sin tener que preocuparme si una frase en particular era o no "apropiada" para el problema. Abrí mi libro de texto, y en ese momento comprendí que no tenía que escaparme ni buscar ayuda en ninguna otra parte, excepto en Dios y Su presencia. Todo lo que tenía que hacer era aceptar esto. Leí esta oración: "Impertubada en medio del testimonio discordante de los sentidos materiales, la Ciencia, aún entronizada, está revelando a los mortales el Principio inmutable, armonioso y divino — revelando que la Vida y el universo están siempre presentes y son eternos".Ciencia y Salud, pág. 306.

En ese momento comprendí que no tenía que escaparme ni buscar ayuda en ninguna otra parte, excepto en Dios y Su presencia.

Esta palabra, imperturbada, (en la traducción al Alemán, el significado se acerca más al estado de estar intacto), comenzó a tener mucho significado para mí. La Ciencia Divina estaba imperturbada por esta condición; o sea que este hecho no se podía volver incierto por mi escaso entendimiento espiritual. Dios estaba protegiendo a mi hija "imperturbadamente" a pesar de las apariencias de la enfermedad.

Por lo tanto, yo también podía estar "imperturbada" y calmada a pesar del "testimonio discordante de los sentidos materiales". Me sentí mejor y comencé a aceptar el hecho espiritual de que la enfermedad no podía tocar a mi hija. Comprendí entonces que la Ciencia no nos da simple protección. Sino que, como las palabras de la Sra. Eddy indican, la Ciencia nos revela el Principio inmutable, armonioso y divino del hombre. El Principio no dependía de mi habilidad para explicarlo, y yo tampoco tenía que convencer a otras personas de la existencia divina del Principio, ni acercarlas a él. El Principio en sí, nos sostiene a cada uno de nosotros donde estamos, y nos da las ideas exactas que necesitamos, a través de la ley del reflejo de Dios. Así como el reflejo en un espejo no puede oponerse a ser igual a su original, el hombre tampoco puede oponerse a ser la semejanza pura del Principio, Dios.

Cuando comprendemos estas verdades, sentimos que el Cristo toca nuestra situación humana, armonizando y perfeccionando las cosas, elevando nuestro pensamiento para que podamos ver lo que siempre ha sido verdad acerca de nosotros. El Cristo, la Verdad, es inherente a la consciencia de cada mujer, hombre y niño.

No me acuerdo exactamente cuando ocurrió la curación, pero fue tan solo dos o tres días después. Estaba tan satisfecha con este nuevo entendimiento de Dios y el hombre, que sabía que Dios amaba y cuidaba muy bien de mi hija. En ese momento, sanó completamente.

Ya sea que recurramos a Ciencia y Salud en busca de curación, para que nos guíe al tomar una decisión, o tan solo para progresar espiritualmente, este libro siempre corrige los pensamientos erróneos, siempre afirma la idea verdadera del hombre, siempre fortalece nuestra unidad con Dios, siempre nos refresca con nueva inspiración y confianza.


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