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Los genes de Adán versus la herencia del hombre

Del número de octubre de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


La Biblia Nos Dice: “Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte”. Salmo 16:5. En contraste, la investigación genética moderna afirma que los rasgos de una persona, entre ellos la propensión a tener ciertas enfermedades, son controlados por los genes. Aunque es obvio que la teoría genética moderna no fue el fundamento de la historia de la creación de Adán en la Biblia, la premisa de esa alegoría no está muy lejos de lo que dice la genética. Son una clara contradicción del relato de la creación en el primer capítulo de las Escrituras y de la relación de Dios y el hombre en las palabras del Salmista que se citan arriba.

Ya que Dios es la fuente de la herencia del hombre — de su verdadero ser — el hombre debe reflejar la naturaleza de su creador en dominio, totalidad y utilidad. Por estar hecho a semejanza de Dios, el Espíritu, el hombre no tiene ningún componente terrenal. Él es espiritual, perfecto y muy bueno.

En la alegoría de Adán, el hombre es descrito como mortal, hecho del polvo de la tierra y muy lejos de ser perfecto o la semejanza de Dios. Esta herencia materialista, así como su deficiencia para reflejar a Dios, se transmite supuestamente a las siguientes generaciones.

De la historia de la creación de Adán, la Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: “Este segundo relato, sin lugar a dudas, presenta la historia del error en sus formas exteriorizadas, llamadas vida e inteligencia en la materia”. Más adelante en la misma página agrega: “En esa teoría errónea, la materia toma el lugar del Espíritu. La materia es representada como el principio vivificante de la tierra. El Espíritu es representado como entrando en la materia para crear al hombre. Las candentes denuncias de Dios contra el hombre, cuando no es hallado a Su imagen, es decir, a semejanza del Espíritu, convencen a la razón y coinciden con la revelación al declarar falsa a esa creación material”.Ciencia y Salud, pág. 522.

Cada persona es diferente y es sostenida por la mano de Dios

También se encuentra en un comentario hecho por el profeta Ezequiel, una reprobación divina a la creencia en los defectos heredados: “Vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿Qué pensáis vosotros, los que usáis este refrán sobre la tierra de Israel, que dice: Los padres comieron la uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen la dentera? Vivo yo, dice Jehová el Señor, que nunca más tendréis por qué usar este refrán en Israel. He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía”. Ezeq. 18:1–4. Estas palabras indican que cada persona es diferente y es sostenida por la mano de Dios. Cada creación de Dios lo refleja a Él directamente, y las cualidades divinas no son ni filtradas ni distorsionadas por la herencia mortal.

Como en los tiempos bíblicos, hoy en día somos llamados a reemplazar cualquier reclamo de que el hombre se origina en y es determinado por la materia, con el hecho de que el hombre es el reflejo del Espíritu, Dios. Mientras que se supone que los genes son paquetes de información química sobre cómo es y funciona la vida física, la verdad fundamental es que el hombre no es un sistema físico. El hombre, por reflejar al Espíritu, está relacionado con el Espíritu, la Mente divina, como su idea. La Mente provee toda la información que pueda existir acerca de la naturaleza del hombre, y lo que la Mente sabe del hombre constituye su identidad.

Al aferrarnos a esta verdad, sacamos a relucir cada vez más en nuestra experiencia, nuestra naturaleza espiritual y verdadera, y esto invalida la aparente inevitabilidad de la dominación genética. Algunos biólogos puede que digan que tal transformación requeriría de la inhibición de un gen, pero la curación en la Ciencia Cristiana da prueba de que Dios nunca ha renunciado a Su autoridad para expresar el bien divino en el hombre. La herencia del hombre de expresar las cualidades derivadas de Dios es eterna, por siempre presente, y esta verdad niega el supuesto poder de los genes y de cualquier otra creencia en que la materia es inteligente.

Las teorías acerca de las influencias genéticas cambiarán, como todo conocimiento humano

¿Cómo tenemos que considerar a las noticias que dicen que los genes supuestamente predisponen a las personas a desarrollar ciertas enfermedades? Ciencia y Salud declara: “La enfermedad es más que una fantasía; es firme convicción. Por lo tanto, hay que tratarla por medio de la comprensión correcta de la verdad del ser”.Ciencia y Salud, pág. 460. Las llamadas enfermedades genéticas, se deben tratar directamente con la oración comprendiendo la verdadera herencia del hombre. Cuando se dice que las características genéticas hacen que las enfermedades sean inevitables, en nuestras oraciones debemos afirmar con entendimiento y convicción que solo las cualidades de Dios son inevitables para el hombre. Ésta es la ley divina que gobierna la herencia, y tiene dominio sobre las llamadas leyes genéticas.

Las teorías médicas acerca de la herencia no pueden ser ignoradas; se deben enfrentar en el pensamiento y en la vida. Si creemos en ellas, les estamos dando el único poder que se supone que tienen para afectarnos. En los tiempos de la Sra. Eddy, se aceptaba abiertamente que la tisis, o tuberculosis, era hereditaria. Ella no aceptaba esta idea y escribió: “Si tenéis pulmones sanos y bien desarrollados y queréis que continúen así, estad siempre preparados con la protesta mental contra la creencia opuesta en la herencia”.Ibid., pág. 425. En otra página de Ciencia y Salud ella declara: “La herencia es un tema prolífico en el que la creencia mortal prende sus teorías; pero si aprendemos que nada es real sino lo bueno, no tendremos herencias peligrosas y los males de la carne desaparecerán”.ibid., pág. 228.

Cuando era niño, un médico llegó a la conclusión de que había heredado de mi padre el pie planto, y usé zapatos especiales. Pero tanto mis padres como yo habíamos sido criados en la Ciencia Cristiana, e inmediatamente protestamos ante ese veredicto de la herencia material. En la escuela secundaria me provocaba mucho dolor correr. Durante los años siguientes, oré para saber que Dios hizo al hombre completo, que de Él heredamos sólo el bien. Luego de terminar la universidad, entré en la Marina de los Estados Unidos; y pude participar de los entrenamientos de la infantería de marina y de las subsecuentes marchas sin ningún problema para mis pies. Mis pies siguen teniendo un arco normal y no me provocan ningún problema.

Puede ser que la creencia en la herencia de tuberculosis y de pie plano sean menos importantes ahora, pero han sido reemplazadas por nuevas nociones, tal como las tendencias hereditarias en los problemas de comportamiento en los niños. Las teorías acerca de las influencias genéticas cambiarán, como todo conocimiento humano, pero la verdad de que el hombre hereda la salud que Dios le da, se mantiene intacta y es la única ley que gobierna al hombre. Ya sea que los falsos reclamos de la limitación genética sean una moda pasajera o una convicción tenaz de la teoría biológica moderna, finalmente éstas ceden al poder de Dios. El hecho espiritual y científico es que el hombre y el universo son la expresión directa del bien de Dios, único y total.

Con la esperanza de encontrar una solución biológica a cada problema físico, la investigación genética postula que después de encontrar un gen “malo”, la ciencia médica podrá alterar o anular su efecto. Pero, ¿hasta dónde puede llegar la confianza equivocada que tiene la humanidad en que la materia puede sanar la materia? Sería como Cristo Jesús dijo: “El postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero”. Lucas 11:26. Tal es el resultado de depender del llamado poder material.

Las soluciones materiales a problemas considerados genéticos siempre serán incompletas y de duración limitada, porque parten del error básico expuesto en la historia de Adán: que la materia es el “principio que da la vida”. Hay una solución total y adecuada al alcance de todos, y ésa es la oración basada en un entendimiento de la herencia que tiene el hombre como el hijo mismo de Dios. La oración sanadora desvanece la errada suposición de que el hombre es un organismo material regido por las leyes materiales de la herencia. La integridad original del hombre como la representación total del Espíritu, siempre tiene prioridad porque es la verdad. A medida que alcanzamos una mayor comprensión de este hecho en nuestras oraciones, el supuesto poder de los genes se reduce a su común denominador, el polvo o la nada, de la alegoría de Adán. Sabemos y vemos manifestado que Dios es realmente la porción de nuestra herencia.

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