La Biblia Nos Dice: “Jehová es la porción de mi herencia y de mi copa; tú sustentas mi suerte”. Salmo 16:5. En contraste, la investigación genética moderna afirma que los rasgos de una persona, entre ellos la propensión a tener ciertas enfermedades, son controlados por los genes. Aunque es obvio que la teoría genética moderna no fue el fundamento de la historia de la creación de Adán en la Biblia, la premisa de esa alegoría no está muy lejos de lo que dice la genética. Son una clara contradicción del relato de la creación en el primer capítulo de las Escrituras y de la relación de Dios y el hombre en las palabras del Salmista que se citan arriba.
Ya que Dios es la fuente de la herencia del hombre — de su verdadero ser — el hombre debe reflejar la naturaleza de su creador en dominio, totalidad y utilidad. Por estar hecho a semejanza de Dios, el Espíritu, el hombre no tiene ningún componente terrenal. Él es espiritual, perfecto y muy bueno.
En la alegoría de Adán, el hombre es descrito como mortal, hecho del polvo de la tierra y muy lejos de ser perfecto o la semejanza de Dios. Esta herencia materialista, así como su deficiencia para reflejar a Dios, se transmite supuestamente a las siguientes generaciones.
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