De Acuerdo Con Las Estadísticas, la gente de mi edad tiene más problemas que los demás. ¿Qué podemos hacer entonces cuando los años van pasando para sentirnos a salvo, sentir que cuidamos bien de nuestra salud y mantenerla bien? ¿Parece acaso ingenuo, pretender que nuestra salud no cambie cuando nos jubilamos, que eso es algo demasiado bueno para ser verdad?
No, cuando reconocemos como un hecho demostrable el concepto que la Sra. Eddy escribe en su libro Rudimentos de la Ciencia Divina: “La salud es la consciencia de la irrealidad del dolor y la enfermedad; o más bien, la consciencia absoluta de la armonía y de nada más”.Rud., pág. 11.
Hace un tiempo que estoy más atenta que nunca a la urgente necesidad de dedicarme diariamente — en realidad cada hora — a mantener en el pensamiento nada más que la armonía, y nunca permitir que pensamientos de discordancia contaminen mi pensamiento. Estoy haciéndolo con el sincero anhelo de vivir más cerca de Dios, y ceder a la espiritualidad de mi verdadero ser, para ser lo que Dios me hizo ser. Dios, el Espíritu, no creó al hombre como una imagen joven ni como una imagen de edad madura, ni como una imagen de hombre viejo. Sino a Su propia imagen (véase Gén. 1:27). Por lo tanto, el ser real suyo y mío y de todos, no es un cuerpo carnal que inexhorablemente se deteriora con la edad. Es una idea espiritual y sin edad.
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