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Al Principo lo único que...

Del número de marzo de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Al Principo lo único que conocía de la Ciencia Cristiana era que se suponía que sanaba. Debido a que tenía muchos dolores fui a ver a un especialista en medicina interna que conocía. Su diagnóstico fue que tenía inflamado el apéndice. Debido a que el remedio casero que me recomendó no funcionó y que además no quería dejar a mi familia sola justo antes de Navidad para operarme, recurrí a la primera persona que me había hablado de la Ciencia Cristiana. Le describí mi condición y le pregunté si podía ayudarme. Me vino a visitar un miércoles por la noche y me preguntó si estaba dispuesta a leer Ciencia y Salud, y le contesté: "Si es eso lo que tengo que hacer, lo haré". Leímos algo juntas y hablamos durante una hora y media, y luego ella oró por mí. Cuando la acompañé a la puerta, sentí mucho hambre y le pregunté si podía comer algo, y ella me dijo que podía comer lo que quisiera. Eso hice, por primera vez en muchos días, y los dolores desaparecieron de manera permanente.

Cuando unos años más tarde tuve que hacerme un examen físico, me reprocharon por no haber escrito en el cuestionario que había tenido una operación, porque el apéndice ya no estaba más allí. Pero debido a que no tenía ninguna cicatriz me tuvieron que creer que no fui operada quirúrgicamente. Esto me hizo comprender una vez más que maravillosa y eficaz había sido la oración, y lo agradecida que debía sentirme por ello. A partir de mi primer contacto con la Ciencia Cristiana, he leído el libro de texto diariamente, y las verdades espirituales que él contiene permanecen en mí.

¿Cómo podía mi cuerpo tener signos de parálisis si la materia no tiene vida. .. ?

He tenido muchas curaciones al poner en práctica las reglas y las leyes que se encuentran en este libro. En una ocasión tuve muchos dolores debido a que mis riñones estaban aparentemente trabajando en exceso, también el ritmo de mi corazón estaba acelerado. No obstante, yo había aprendido que no hay causa o efecto que pueda ocurrir en el cuerpo, debido a que la única realidad es Dios y Sus efectos.

Sucedió que un día miré hacia el cielo y vi una bandada de pájaros. Me vino como una inspiración de que los pájaros en vuelo simbolizaban los pensamientos espirituales de Dios, por encima de la materia. Inmediatamente pude comprender que la enfermedad es ocasionada por los pensamientos erróneos, los que podía elevar con la oración.

A partir de allí cuidé mucho mi pensamiento. Corregí cada pensamiento erróneo de dolor y enfermedad con la verdad espiritual opuesta. Esto me demandó una estricta disciplina. Afirmé que todas las funciones del cuerpo están gobernadas por la Mente divina, y que en esta Mente no hay trabajo excesivo ni deficiente.

En la página 187 de Ciencia y Salud leemos: "Las válvulas del corazón, que se abren y cierran para que pase la sangre, obedecen el mandato de la mente mortal tan directamente como lo hace la mano, que, según se admite, es movida por la voluntad... Toda acción voluntaria, así como la mal denominada acción involuntaria, del cuerpo mortal, está gobernada por esa llamada mente, no por la materia. No hay acción involuntaria. La Mente divina incluye toda acción y volición, y el hombre en la Ciencia está gobernado por esa Mente". Después de algunas semanas me liberé de todas las dificultades mencionadas.

Tuve otra curación en 1992. Una noche me desperté alrededor de las 4:00 de la mañana y no me podía mover. Primero, afirmé la verdad de que yo era espiritual, no material. ¿Cómo podía mi cuerpo tener signos de parálisis si la materia no tiene vida, inteligencia, ni sustancia? Yo era la imagen y semejanza de Dios y reflejaba Su perfección. Sabiendo esto superé el temor. Después de un tiempo, pude alcanzar la Biblia y Ciencia y Salud que estaban en mi mesa de luz. Encontré en la página 598 lo siguiente: "Un momento de consciencia divina, o de la comprensión espiritual de la Vida y el Amor, es un goce anticipado de eternidad". Vivimos para glorificar a Dios. Afirmé que eso era verdad en ese mismo momento, no para el futuro. Alrededor de las 7:00 de la mañana llamé a un practicista de la Ciencia Cristiana que me ayudó con su oración y pude levantarme una hora más tarde. Y ese día pude cumplir con la promesa que le hice a un familiar de ayudarlo, y después de tres días de continua oración sané completamente.


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