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El gran amor de Dios: verdadero y para siempre

Escrito para el Heraldo

Del número de marzo de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mi Esposo Y Yo habíamos estado casados por varios años, y aunque cada uno tenía que madurar por su cuenta, parecía que hasta cierto grado estábamos madurando juntos. De modo que fue para mí una sorpresa cuando él me dijo simplemente que ya no me quería más, y que estaba enamorado de una mujer que había conocido en su trabajo. Me sentí devastada. Fue como si me hubieran sacado la alfombra de debajo de los pies. Yo pensaba que nuestro matrimonio estaba seguro y podría soportar cualquier cosa si yo oraba con la comprensión que obtenía de mi estudio de la Ciencia Cristiana. No podía ni siquiera considerar el divorcio. Estaba convencida de que la curación se produciría si permanecíamos juntos.

Además de estar lidiando con todo eso, de pronto se me hizo muy difícil caminar. Tenía que quedarme en cama varios días, y usar muletas para hacer las cosas más simples dentro de la casa. A veces el dolor era muy intenso, por lo cual le pedí a una amiga que es Científica Cristiana, que orara conmigo. Ella me visitó con frecuencia y me ayudó de muchas maneras.

Mientras orábamos, comprendí que necesitaba liberarme de la voluntad humana y de la justificación propia, y hacer lo que Dios me guiara a hacer, confiando mi vida a Su cuidado. Al recurrir a Dios y obedecer Su voluntad, obtuve una comprensión más profunda de Dios y de lo que realmente significa depender de Él y no de una persona humana. Por mucho tiempo me fue muy difícil sentir que esta situación era una aventura espiritual. A veces sentía mucha ansiedad y temor. "¿Qué está haciendo mi marido? ¿Con quién está? ¿Qué va a pasar conmigo?" Estos son simplemente algunos de los temores que tenía que enfrentar. Y lo hice con la ayuda de Dios.

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