En General Es Bueno ser una persona "fácil de tratar", complaciente y colaboradora. Pero hay ocasiones en que es importante no estar de acuerdo, negarse a seguir una creencia general porque uno siente que está errada. Y esto es verdad especialmente cuando, como ocurre con la crisis actual del SIDA en todo el mundo, millones de vidas están en peligro.
De acuerdo con las últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud, una agencia de las Naciones Unidas, la "epidemia" global del SIDA (Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida) ha aumentado de manera alarmante durante el año pasado, particularmente en Asia. La Organización Mundial de la Salud predice que esta tendencia continuará, y que aumentarán las muertes en todos los segmentos de la población: jóvenes y viejos, hombres y mujeres, heterosexuales y homosexuales. Reuters, "AIDS global cases up 60 per cent, Asia hit hard", 1° de Julio de 1994.
Predicciones como ésta parecen tan terminantes, tan inexorables, tan inamovibles. Pero la realidad es que no lo son, y nosotros no deberíamos estar de acuerdo con tales conclusiones. ¿Por qué? Porque ellas pasan por alto un aspecto muy fundamental: la omnipotencia de Dios. Las siniestras predicciones relativas al SIDA no tienen en cuenta la cuestión fundamental y triunfante de la Biblia: "¡El Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!" Apoc:19:6. Estas seis palabras exigen por sí solas que se haga una nueva evaluación de la amenaza del SIDA. Y ofrecen un glorioso y elevado arco iris de esperanza para una humanidad que enfrenta las sombrías demandas de una enfermedad terminal.
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