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El compañerismo: un hecho espiritual

Del número de marzo de 1997 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un Primer Matrimonio infeliz terminó en divorcio, y me quedé sola con un niño por criar. Después del divorcio y de varias relaciones fallidas, me parecía que nunca encontraría a la persona "correcta". Pasé varios años anhelando tener un marido y tratando de convencerme a mí misma de que no necesitaba un compañero. Demás está decir que ninguna de las posturas me daba alegría o un sentimiento de satisfacción.

Poco a poco empecé a comprender que ciertas creencias falsas estaban dominando mi pensamiento. Comprendí que las relaciones basadas en la atracción física, no funcionan. Se originan en la creencia de que el hombre es un ser biológico, gobernado por impulsos físicos que están en directa oposición a las leyes morales que enseñaron Cristo Jesús y Moisés en los Diez Mandamientos.

También pensaba constantemente que yo estaba dentro de un grupo de personas destinadas a no casarse de acuerdo con las estadísticas. Simplemente, ¡no había suficientes hombres! Aun así, comencé a ver que el punto de vista de que Dios y Su creación no están en equilibrio y son limitados, era una equivocación.

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