La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo que hace unos años se llevó a cabo en Río de Janeiro, Brasil, sirvió para poner en evidencia muchas inquietudes que tienen las diversas naciones del mundo. La amplia participación de variados grupos — no solamente gubernamentales — permitió escuchar una diversidad de voces.
Una de estas voces fue la de
, quien concurrió a la Conferencia como representante de una organización no gubernamental que se llama Sociedad Internacional para el Desarrollo. A través de su labor, José ha visto los modelos de desarrollo que la sociedad ha adoptado y cómo han afectado el equilibrio del medio ambiente así como los recursos humanos y naturales.José cree que la Conferencia de las Naciones Unidas en Río — que fue la primera de este carácter en veinte años — fue esencial para "despertar la conciencia de la humanidad sobre la necesidad de incorporar la temática del medio ambiente a la agenda de los grandes temas mundiales".
nuestro redactor colaborador, entrevistó a José, que es Científico Cristiano, para hablar sobre sus conceptos acerca del medio ambiente y cómo se han desarrollado éstos a través de su labor en esa organización y su participación en la Conferencia de Río.Pedro: El libro del Génesis, en la Biblia, nos dice que Dios dio señorío al hombre sobre toda la creación, Véase Gén. 1:28. pero esto no implica la destrucción ni tampoco el abuso de la creación, ¿no te parece?
José: Ciertamente. En algunos aspectos, es verdad que hay un mayor respeto por los recursos naturales. Pero esto ocurre en los países que tienen satisfechas sus necesidades básicas. Aquellos países que todavía necesitan proveer sus necesidades elementales se ven forzados a continuar depredando la naturaleza por una cuestión de instinto de supervivencia.
Esta idea de un mundo dividido, que se echa culpas recíprocas sobre quién ha contaminado, corrobora la idea de que el progreso puramente material lleva a un mundo fragmentado, a un mundo de opuestos. Sólo una visión como la que ofrece la Ciencia Cristiana, la idea de una Mente única, que es el Principio divino rector del hombre y el universo, puede ser un punto de partida para que el mundo encare la resolución de estos problemas.
Pedro: Con eso estás diciendo que estos problemas pueden ser solucionados no tanto por políticas coordinadas a nivel mundial o nacional, sino más bien, respetando el mandato de Cristo Jesús de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, Véase Mateo 22:39. ¿no es así? En la medida en que uno ama al otro, nadie va a deteriorar el ambiente ni tampoco va a consumir más de lo necesario, porque sabe que otros seres humanos están padeciendo necesidades. ¿Eso es a lo que te estás refiriendo?
José: Así es. Creo que el único remedio, la única panacea, es el amor universal. En la medida en que la humanidad no respete la Regla de Oro, que dio Cristo Jesús, Véase Mateo 7:12. cada sector o grupo de países tratará de prevalecer sólo con sus prerrogativas en mente. El mundo necesita una especie de ambientalismo espiritual. Necesita cambiar sus prioridades, y frenar la degradación del universo mental expresada en el deterioro de las condiciones humanas.
El consumismo, la exaltación del sexo y la violencia, el sensualismo generalizado, el materialismo brutal — que se expresa a través de la publicidad y del consumo — son factores de contaminación tan o más depredadores que los gases tóxicos y los elementos químicos que contaminan la atmósfera.
Pedro: Estas causas mentales a las que te refieres, ¿serían los pensamientos incorrectos que tendríamos que sanar a los efectos de encontrar soluciones concretas a los problemas del medio ambiente?
José: Las deformaciones de un progreso basado en el materialismo no se las puede resolver con un materialismo de diferente signo. Los problemas del materialismo tienen que ser resueltos desde una perspectiva espiritual. En ese sentido, lo que intentamos decir es que es necesario cambiar de base para buscar soluciones. Alguien que está más consciente de su relación con Dios, más consciente del gobierno del Principio divino, será más respetuoso de ese gobierno. Alguien así no intentaría sustituir la armonía de la creación con medidas basadas en la voluntad humana, error que nos ha llevado a esta situación casi apocalíptica respecto de los recursos naturales.
Pedro: Uno de nuestros lectores podría decir: "Bueno, aquí estoy solo en medio del mundo. ¿Qué puedo hacer por el medio ambiente?" ¿Le recomendarías que orara? ¿Le recomendarías que saliera a trabajar con organizaciones ambientalistas, que colaborara con el gobierno?
José: Antes que nada, es importante que cada uno de nosotros purifique su propio medio ambiente mental y espiritual para poder oír la voz de Dios claramente. Tenemos que escuchar los dictados del Principio divino y seguirlos obediente y disciplinadamente. Creo que esta actividad tiene que expandirse hacia quienes nos rodean, en nuestra comunidad, en nuestro país, en nuestra religión y finalmente en el mundo. No creo que haya ninguna otra solución realista.
Pedro: De manera que si uno respetara más los Diez Mandamientos, Véase Éx. 20:3—17. ¿podría ayudar? Por ejemplo, si ampliamos la base del mandamiento "No cometerás adulterio", ¿no podríamos ayudar de una forma práctica a que no se adulterara nuestro medio ambiente?
José: Estoy convencido de ello. Cuando era estudiante de derecho estudiábamos las teorías de Derecho Natural, y se nos decía que si la ley humana reflejara fielmente a la ley divina, cumpliría mejor con la justicia. Si aplicamos los Diez Mandamientos con su significado espiritual a nuestra conducta individual, empezaremos por no contaminar el don más preciado que tenemos, que es nuestro cuerpo. El que contamina su cuerpo con drogas, tabaco o alcohol degrada un don que Dios le ha dado para poder expresar Vida.
Todos, en alguna medida, hemos contribuido a adulterar el medio ambiente físico que nos rodea. Esa degradación es el producto de una contaminación moral. Es evidente que Cristo Jesús fue mucho más allá de la letra de los mandamientos, penetrando profundamente en los pensamientos y motivos de la gente. La nota tónica en el Nuevo Testamento que nos da una base desde la cual repensar el problema del medio ambiente es el episodio en que Jesús pregunta qué es lo que contamina al hombre. En la tradición judía, se suponía que lo que el hombre comía contaminaba su cuerpo y consecuentemente su espíritu. A esto, Jesús dice: "No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre". Véase Mateo 15:1-11, 15—20.
Esto es un cambio copernicano en la concepción de las causas de la contaminación del hombre. Lo que esto me está diciendo es que no podemos ignorar los objetivos e intenciones que emanan del materialismo, de la mortalidad. La mente mortal es el contaminador número uno, expresándose en violencia, pornografía, drogas, egoísmo, falta de solidaridad.
Lo que contamina al hombre es lo que nace en su corazón y sale de su boca, no al revés. No podemos buscar soluciones materiales para solucionar los problemas que el materialismo creó. Necesitamos buscar soluciones espirituales para revertir la lógica de un materialismo que nos lleva al desastre. Otra idea que subyace en muchos de los planteos que tienen que ver con el medio ambiente es la sensación de limitación, que nos dice que debemos cuidar los recursos porque se están acabando. Estas son sólo teorías humanas que no reflejan la abundancia o infinitud de la creación de Dios.
Pedro: Continuando con el ejemplo de Jesús, recordemos cuando estaba predicando a varios miles de personas en un lugar apartado. Véase Marcos 6:34—44. Al ver que no tenían comida, se volvió al poder de la Mente divina y pudo alimentar a las multitudes con unos pocos panes y peces. Posiblemente a esto te has estado refiriendo, que es necesario tener una mayor perspectiva espiritual y no mayores recursos materiales.
José: Efectivamente. Creo que algunos de los seguidores de Jesús pensaban en ese momento como algunos sociólogos, científicos y ecologistas contemporáneos, que era imposible alimentar a la humanidad con los recursos escasos que poseían. ¿Por qué? Porque partían de la consideración de que los recursos se originan por procedimientos puramente materiales.
Jesús revirtió esa perspectiva y demostró que podía alimentar a cinco mil personas. Creo que la humanidad debiera tener la confianza de que la provisión, el alimento, el vestido, están asegurados, que la creación divina no fue hecha bajo el signo de la escasez sino de la abundancia, y que son las teorías humanas las que no nos permiten experimentar esto. Es necesario cambiar la perspectiva de la mente humana y asentarla más sobre las enseñanzas y curaciones de nuestro Maestro.
Pedro: En este relato de la multiplicación de los panes y los peces, hay dos cosas que siempre me han llamado la atención. La primera es que alimenta a las multitudes y sobra mucha comida, pidiéndole a los discípulos que la recojan para que nada se pierda. Esto ilustra la abundancia de la provisión divina. Y la segunda, ¿no ves en esto la visión ecológica del Maestro, de no dejar que queden desperdicios?
José: Jesús tenía la visión de que el hombre tiene dominio sobre todos los recursos de la creación, pero no autoriza la idea del derroche ni la degradación. Creo que el fenómeno de la degradación ambiental contemporánea tiene mucho que ver con una economía de sobreconsumo y despilfarro de los recursos. La instrucción que dio Jesús de recogar los restos de la comida, con los que llenaron doce canastas, no es una idea caprichosa. Asegurar el alimento en todos los momentos de nuestra existencia es la auténtica ecología. No renunciar a la consciencia de la abundancia, ni caer en la superstición de la escasez, sino saber que la economía del Espíritu tiene que ser reconocida: esta es la verdadera ecología. Los recursos y dones que Dios nos ha dado no están destinados a ser desperdiciados y despilfarrados, sino a ser utilizados para nuestro beneficio y el de la humanidad.