Cuando Yo Era Pequeño los niños acostumbrábamos preparar un “nido” sobre la mesa en la víspera de la Pascua, porque nos decían que un conejito lo llenaría de golosinas durante la noche.
Llegó el momento que desconfié de esa historia. Entonces resolví descubrir la verdad y me escondí en la sala donde yo había preparado el nido. Tiempo después entró mi mamá y le comenzó a colocar los dulces que ella misma había preparado y escondido hasta ese momento. Cansado de estar en la misma posición, traté de acomodarme mejor e hice un ruido que llamó la atención del “conejito”. Tuve que salir de mi escondite y me sentí muy avergonzado.
Siempre que pienso en la Pascua me acuerdo de ese incidente. ¿Cómo celebramos ese tan importante acontecimiento cristiano? ¿Será que nos limitamos a lo superfluo, en lugar de pensar en su significado espiritual? En cierto sentido, ¿será que somos como niños, pensando nada más en el “conejito” y en las golosinas, o sea, en lo material y temporal?
Necesitamos desarrollar nuestro entendimiento de los valores cristianos que en sí son perennes. Nuestro Maestro, Cristo Jesús, con su predicación y ejemplo, nos legó el importante conocimiento de que Dios es el Padre de todos, es el Espíritu omnipotente, es la Mente que todo lo sabe y es el amor que protege y da a Sus hijos todo lo que necesitan. Mary Baker Eddy dice en su libro Ciencia y Salud: “Jesús de Nazaret enseñó y demostró la unidad del hombre con el Padre, y por eso le debemos homenaje eterno”.Ciencia y Salud, pág. 18.
La resurrección de Jesús, que se conmemora en la Pascua, fue la demostración cabal de la superioridad del Espíritu sobre la carne. Durante toda su vida, Cristo Jesús enseñó a los hombres a espiritualizarse, a orientar los pensamientos hacia Dios, en lugar de basarlos en la materia. El esforzarse por dirigirse mentalmente a Dios, el Espíritu, trae a la experiencia humana la armonía permanente del Reino de los Cielos. El pensamiento que recurre a Dios reconoce la riqueza espiritual que está a nuestra disposición.
Un aspecto de esa riqueza espiritual es que las enseñanzas de Cristo Jesús continúan teniendo aplicación práctica en nuestros días. Él dice: “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre”. Juan 14:12.
Hombres, mujeres y niños pueden regocijarse con la resurrección del Maestro, en lugar de sentirse tristes por su muerte. Pueden regocijarse con la promesa de que el Cristo estará siempre con nosotros, como Jesús mismo dice: “... he aquí que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:20.
Además de regocijarnos con la victoria de Jesús, podemos proponernos obedecer sus enseñanzas con mayor fidelidad. Todos tenemos que hacer nuestra parte de la mejor manera, de acuerdo con nuestra comprensión. La Christian Science nos ayuda a aumentar esa comprensión, a fin de poner en práctica gradualmente y de forma natural las instrucciones que el Maestro nos dio, tales como: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”, Marcos 16:15. “Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios”, Mateo 10:8. y “Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. Mateo 7:12.
Al hablar de la Pascua, la Sra. Eddy dice: “Amo el culto de la Pascua de Resurrección: me habla de Vida, y no de muerte.
“Hagamos nuestro trabajo; entonces tendremos parte en su resurrección”.Escritos Misceláneos, pág. 180.
La recompensa es sin duda mucho mejor que cualquier regalo del “conejito”.