La Silueta Gris De Las Montañas se elevaba ante nuestro nuevo hogar en el desierto, y mientras una polvareda de arena cercaba el lugar, yo pensaba en qué iba a plantar para arraigar y embellecer la tierra. Un vivero cercano ofrecía un arbusto gratis con cada compra que excediera una determinada cantidad, pero después que compré más plantas para obtener esa oferta, el dueño dijo: “Esa oferta ya no es válida”. De nada sirvió apelar a su ética comercial, y me fui enojada, ignorando el hecho de que yo también tenía mi ocupación, la de expresar a nuestro creador, el Dios infinito, o la Mente, como la fuente de la inteligencia.
Durante los meses siguientes, sin embargo, comencé a ver que aun en las menudencias de la vida cotidiana, la oración y la persistente vigilancia del pensamiento son vitales. Esto asegura justicia y honestidad, lo que contribuye al éxito, Si bien puede no parecer necesario tener un profundo pensamiento espiritual para comprar verduras para la comida o hacer compras para la casa o el trabajo, esta forma de encarar la situación por medio de la oración fomentará motivos y acciones puras.
Nuestras oraciones tienen este efecto porque toda ocupación correcta descansa en la ley divina que viene del Principio, Dios. “No tendrás otros dioses delante de mi” Éx. 20:3. es el primer mandamiento que Moisés recibió en el Monte Sinaí, y esta ley forma la base de toda ley y es la base de la ciencia de la economía. El obedecer primero a Dios, la Mente, hace que nuestros negocios sean honestos y justos. Dios es todo el bien, y esta ley de la bondad tiene un efecto directo en nuestras vidas. Mary Baker Eddy, en un pasaje que podemos aplicar a nuestras transacciones de negocios, escribe en Ciencia y Salud: “En la transmisión figurativa del pensamiento divino al humano, la diligencia, prontitud y perseverancia son comparadas con 'los ganados que pacen sobre mil colinas’. Traen el bagaje de la firme resolución y llevan el paso con los más altos propósitos”.Ciencia y Salud, pág. 514.
Un día, después de haber estado orando sobre la presencia de la integridad y honestidad en mi vida, pensé que la timidez me había mantenido concentrada en la injusticia que sentía se había cometido, en lugar de hacer algo para resolver la situación. Así que ese día fui al vivero para comprar un arbusto y reemplazar otro que se había secado durante el verano. Una vez más, mi encuentro con el dueño fue insatisfactorio, y me prometí que después de esa compra no volvería más. Al ir a la parte de atrás del vivero para elegir el arbusto, se me abrieron los ojos. Mi verdadero propósito era dar o compartir la verdad o el amor que yo expresaba de Dios, no conseguir algo de este hombre. Así que fui orando a cada paso para dar allí algo de valor espiritual.
Cuando el dueño vino al fondo para ayudarme a recoger el arbusto, dijo en voz callada: “Elíjase otro más”. Luego me habló de su negocio y de las pérdidas que había tenido ese año. Caminamos lentamente hacia el frente, hablando sobre otra transacción mayor, en la que ambos habíamos participado, y cómo tratar la negligencia y deshonestidad que habíamos experimentado. Un respeto mutuo se puso en evidencia, y el enojo que había sentido desapareció.
El arbusto en sí había dejado de ser el punto en cuestión. Lo importante era demostrar autocontrol y dominio sobre mi propia consciencia. En la Christian Science no oramos para adquirir riquezas o bienes. Clara Knox McKee, una de los primeras personas que trabajó para la Sra. Eddy en su hogar de Pleasant View dijo: “Un día que estaba trabajando en su cuarto, ella, leyendo una carta, levantó la vista, me llamó y dijo en esencia: '¿Cómo demuestran los demás dinero y muebles?’ Le contesté: 'No sé, no me enseñaron eso’. Entonces, según me acuerdo, dijo: ‘Gracias a Dios que no te han enseñado eso. Nosotros demostramos la Vida, la Verdad, y el Amor, y ellos nos dan nuestra provisión; no demostramos cosas materiales’”.We Knew Mary Baker Eddy [Boston: The Christian Science Publishing Society, 1979], pág. 193.
Las cualidades espirituales de entusiasmo, razonamiento, comprensión e iluminación que expresamos, tienen su fuente en nuestro Padre, la Mente divina. A medida que comprendemos más nuestra relación con la Mente, vivimos estas cualidades más plenamente. Cuando vivimos la ley de Dios, cualquier equivocación hecha en nuestras actividades de negocios se resuelve clara y rápidamente. Esto no quiere decir que podemos modificar las ideas de la Mente omnipotente en beneficio propio en nuestras transacciones o afinidades personales, o que Dios conoce las equivocaciones. Pero la gracia salvadora del Amor, y su redención sanadora, responde a todas las necesidades humanas. Cristo Jesús nos enseñó a orar “Padre nuestro que estás en los cielos” y a pedir “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”. Mateo 6:9, 11.
El hombre, reflejo perfecto de Dios, es infinito y está provisto por la Verdad, Dios. Las cualidades de pensamiento que reflejamos, y la perspectiva espiritual que obtenemos gracias a la inteligencia infinita, o Mente, constituyen el verdadero valor de los asuntos que nos ocupan. Así sea que nos ocupe una importante transacción de millones de dólares, pesos, o soles, o la simple tarea de comprar verduras para la cena, cada aspecto de nuestras ocupaciones está impulsado por el Amor, gobernado por el Principio, o la Mente, y llevado a cabo con nuestra mejor expresión de espiritualidad y bondad. La precisión, persistencia y dedicación dan resultados, y traen una mejor productividad cuando están templados con respeto y misericordia.
San Pablo, aquel divulgador energético del Cristianismo y de la curación a casi todo el mundo que en su época se conocía, nos habla sobre la responsabilidad de actuar y pensar éticamente: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cual sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta... Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”. Rom. 12:2, 10, 11. Pablo sabía que Cristo Jesús enseñó el amor a Dios y al hombre en su misión sanadora, y este amor es nuestro para que lo expresemos. De esta manera el amor cristiano está asociado con la labor y empresa ordenada y eficiente. Esta forma de vivir espiritual y cristiana es nuestra ocupación verdadera, y todo el mundo es bendecido por esta actividad.