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Sanó de trastornos bronquiales

Del número de abril de 1998 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Un Tiempo, un sentimiento de profunda tristeza, impotencia y gran depresión me embargó cuando surgió una situación con algunos amigos que poco a poco me llevó a sentirme resentida. Este estado mental me fue minando físicamente, produciéndome trastornos bronquiales, al extremo que en las noches se me hacía difícil respirar.

Como estudiante de la Christian Science, me puse a orar para comprender mejor a Dios y mi relación espiritual con Él, como Su hija, pero a pesar de ello la situación no cedía. Los recuerdos de actitudes que esos amigos habían tenido hacia mí llevaban a perpetuar mi resentimiento. Tenía la sensación de que mis pensamientos no reflejaban a la Mente divina, que yo no abrigaba pensamientos de amor, armonía, salud ni comprensión. Sentía un gran vacío, y esto también me hacía sentir impotente.

Ante esta situación, con toda humildad me volví a Dios en oración. Leí de la Biblia lo siguiente: “Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda. Oíste mi voz, no escondas tu oído al clamor de mis suspiros. Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: no temas” (Lam. 3:55-57). Y de Ciencia y Salud por la Sra. Eddy leí: “Cuando la última falta mortal sea destruida, entonces sonará la final trompeta la cual terminará la lucha de la Verdad con el error y la mortalidad” (pág. 292).

Me apoyé en la verdad de que ninguna ley de la naturaleza divina podía producir ese estado físico, porque ese estado no era legítimo, sino una ilusión del pensamiento mortal.

Partiendo de estas verdades fui poniendo en orden mis pensamientos. Además, cuando leí el relato bíblico de Daniel en el foso de los leones esto terminó de fortalecer mi fe, pues me hizo ver la gran espiritualidad y firmeza que tenía Daniel al estar seguro de que nada ni nadie podía atacarlo.

Me di cuenta de que lo mismo tenía que hacer yo. Tenía que vencer esos “leones” de odio y venganza para poder salir libre de ese “foso” de temor. También me impresionó la gran humildad que demostró Daniel cuando lo sacaron del foso y le dijo al Rey: “Mi Dios envió un ángel, el cual cerró la boca de los leones para que no me hiciesen daño” (Dan. 6:22). La Sra. Eddy da su definición de ángeles: “Pensamientos de Dios que vienen al hombre; intuiciones espirituales puras y perfectas” (Ciencia y Salud, pág. 581).

Todo esto fue para mí una hermosa lección que me permitió finalmente liberarme de ese problema físico y emocional, a la vez que solucionar en mí misma lo que me impedía actuar con libertad en mi relación con mis amigos.

Estoy agradecida a Dios por su infinita bondad y a la Christian Science por su maravilloso mensaje.


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