Considerando la cantidad de horas que la mayoría de las personas trabaja a lo largo de su vida, es importante preguntarnos qué concepto tenemos de nuestro empleo o profesión. Para ello puede ser útil considerar el trabajo desde un punto de vista espiritual, y una manera de hacerlo es comprender que nuestro verdadero trabajo es reflejar las cualidades de Dios. Cuando aplicamos este concepto, sentimos mayor satisfacción y seguridad del empleo y la provisión.
Al pensar en este tema me han resultado muy útiles los dos relatos bíblicos de la creación que se encuentran en el libro del Génesis en la Biblia. En el primero, que se encuentra en el capítulo uno y en los primeros tres versículos del capítulo dos, el hombre es creado a imagen y semejanza de Dios y le es otorgado dominio sobre la creación. En el segundo relato, que comienza en el cuarto versículo del capítulo dos, el hombre llamado Adán es creado del polvo, y se le da vida cuando Jehová Dios sopla “en su nariz aliento de vida”. Más adelante, después de haber comido el fruto prohibido, Adán es expulsado del huerto de Edén y obligado a labrar la tierra.
En el libro de texto de la Christian Science,
Véase Ciencia y Salud, págs. 502–539. Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, Mary Baker Eddy explica estos relatos: el primero describe cómo Dios creó espiritualmente el universo, incluso al hombre, para reflejar Su naturaleza como Espíritu infinito. Por el contrario, el segundo ilustra, mediante una alegoría, que considerar al hombre como material y mortal trae como consecuencia dolor y aflicción.Ibid., págs. 521–522. En relación a este segundo relato en el mencionado libro se afirma: "Si la historia del error o la materia fuese verídica, anularía a la omnipotencia del Espíritu; pero es la historia falsa en contraste con la verdadera". Lucas 2:49.
Ciertamente, estos relatos presentan dos puntos de vista diferentes del hombre. Pero ¿acaso no sugieren dos conceptos diferentes del empleo? En el primero, el hombre es creado para reflejar a Dios, para glorificarle expresando Sus cualidades. El propósito del hombre o su empleo, así como su existencia misma, es espiritual, y su provisión está asegurada. Pero en el segundo relato, el empleo de Adán dista mucho de ser divino. Dado que él está condenado a labrar la tierra con el sudor de su frente, su trabajo es obviamente pesado y su provisión incierta.
¿Cómo se puede dejar atrás el concepto del trabajo como un tormento, como una obligación que hay que soportar a fin de obtener provisión, y poder alcanzar el concepto más elevado? Quizás el primer paso es ver que reflejar a Dios no es algo que uno hace sólo durante las horas laborales. Por el contrario es lo que el cristiano constantemente hace en el trabajo, cuando apoya a un amigo o juega con sus hijos. En otras palabras, el reflejar a Dios debe integrarse, o de hecho, constituir nuestra vida diaria. Conforme esto suceda, aportaremos satisfacción y estabilidad a todo lo que hagamos.
Si estamos buscando empleo, podemos preguntarnos: ¿Cuáles son las cualidades que reflejo como hija o hijo de Dios? ¿Cómo puedo manifestarlas más plenamente en cada área de mi vida? ¿Estoy agradecido por las oportunidades que tengo en este momento de reflejar estos atributos divinos? Pensar de esta manera nos hace receptivos a la dirección de Dios, de modo que sabremos dónde solicitar empleo, con quién hablar, o qué conocimientos adquirir a fin de poner más al servicio de Dios las cualidades que Él nos otorgó.
Algunas personas enfrentan el desafío de tener un empleo que no permite que sus capacidades sean plenamente aprovechadas. ¿Qué hacer si en cierto grado nos sentimos en esta situación? Podemos dejar de vernos como trabajadores mortales, y tener una comprensión de nuestro trabajo basada en el primer relato de la creación, sabiendo que somos las ideas espirituales de Dios, totalmente ocupados en expresar Su inteligencia, alegría y abundancia. Pensar de esta manera, seguramente hará más interesante el empleo que nos pueda parecer no tan ideal. También nos capacitará para llevarlo a cabo con mayor eficiencia, y aprender cuanto podamos, con la expectativa de tener una mejor oportunidad. En la medida en que manifestemos más plenamente las cualidades divinas que verdaderamente expresamos como hijos de Dios, podemos confiar en que encontraremos un empleo satisfactorio.
La persona mejor y más plenamente empleada en toda la historia fue Cristo Jesús. Aun a la edad de doce años, él estaba en el templo hablando con los doctores de la ley. Cuando su mamá le dijo que ella y José habían estado preocupados por su ausencia, él replicó: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” Juan 5:17. ¡Él no había esperado que algún jefe de personal le ofreciera una entrevista! ¡No le detuvo el argumento de que le faltaba experiencia o edad! Él se dio cuenta de que tener un empleo pleno y útil es un derecho divino del hombre en todo momento. Posteriormente dijo: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo”. Mateo 6:31, 33. O según otra traducción: “Mi Padre aún trabaja y, por lo tanto, yo también trabajo".
Pero siendo realistas, ¿no dependemos de un empleo para nuestra provisión, estabilidad, autoestima, o aun como un elemento fundamental alrededor del cual ordenar nuestra vida diaria? Aunque tenemos necesidades humanas definidas, Jesús demostró que éstas son mejor satisfechas al volvernos hacia la realidad espiritual, en vez de depender de un empleo o sueldo. Él dijo: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. Véase Mateo 14: 15–21.
Buscar primero el reino de Dios, es esforzarse por ver la realidad espiritual indicada en el primer relato del Génesis. En esta realidad, ni la provisión, ni la estabilidad, ni la autoestima, ni el propósito de dar orden a nuestra vida diaria, dependen del empleo humano, sino que son inherentes al hombre naturalmente por reflejo. ¡Estos dones del Alma, Dios, se hacen reales para nosotros conforme nos esforcemos por reflejarlo desempeñando nuestro verdadero empleo!
Durante los tres años del ministerio público del Maestro, él no tuvo jefe humano ni sueldo. Lo que sí tenía era un inigualable sentido de su misión y una percepción incomparable de la abundante provisión que Dios tiene para el hombre: más de cinco mil personas alimentadas con cinco panes y dos peces ¡y doce cestas llenas de sobrantes!6
Un verano comprendí que al estar “en los negocios de mi Padre”, expresando Sus cualidades, mis necesidades serían satisfechas. Era estudiante universitario y trabajaba medio tiempo, por lo cual no tenía mucho dinero. Sin embargo, me pareció correcto tomar instrucción en clase de la Christian Science, con un maestro que se encontraba a dos mil kilómetros. Al acercarse la fecha de la clase, un profesor me sugirió que solicitara fondos para realizar un proyecto de investigación en una ciudad cercana a donde se iba a celebrar la clase. Recibí los fondos y esto me permitió coordinar ambas actividades. Ese mismo verano, me sentí guiado a asistir a una reunión de la Christian Science en un lugar aún más lejano. En esos días inesperadamente recibí cierta cantidad de dinero, como pago por un trabajo que había realizado cuatro años antes. Combinando esto con un donativo escolar que recibí, pude asistir a la reunión. Así, esforzándome por “hacer mi trabajo” de reflejar a Dios, mis necesidades fueron bellamente satisfechas, como lo han sido hasta la fecha.
Sea cual fuere su situación laboral actual: jubilado, desempleado, o empleado de tiempo completo, su verdadera ocupación es seguir a Cristo Jesús, expresando las cualidades divinas. Haciendo esto, tendrá un empleo lleno de satisfacciones, sentirá la dirección de Dios en cada momento de su vida y será guiado a demostrar la realidad de la infinita provisión que Él tiene preparada para usted.