Al empezar la escuela secundaria superior, elegí un curso que prepara a alumnos para ser maestros de escuela primaria. Cuando mis amigos se enteraron de que quería ser maestra, pensaron que era una locura. Los maestros ganan muy poco y tienen poco prestigio, dijeron.
No obstante, creo que no podemos tomar decisiones importantes basándonos meramente en valores materiales, como el dinero y el prestigio. Al hacer mis prácticas, aprendí que cuando uno enseña puede recibir muchas recompensas, que no se pueden medir en términos de dinero. El ver la felicidad que siente un niño cuando escribe su nombre por primera vez, da una satisfacción que no se puede medir.
La Christian Science me ha enseñado a valorar el bien espiritual. Estoy muy agradecida.
São Paulo, Brasil
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