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Tus talentos – no sólo uno

Del número de noviembre de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Escribo Estas Líneas en una calurosa noche de verano, feliz de sentir la fresca brisa que entra por la ventana abierta, por la que escucho los sonidos del chirrido de los grillos, el vuelo de los bichitos de luz y de las hojas movidas por el viento. Los árboles fuertes y robustos que portan esas hojas ceden ante el viento poderoso, que los hace balancearse juntos como una ola en el océano.

Y esta noche quiero decirte algo. Algo que tal vez te mueva como el viento mueve las hojas y los árboles afuera de mi ventana. En cierto modo, tú y yo somos como esos árboles. Y Dios es como el viento que nos mueve. Él dobla las ramas de nuestra vida en una buena dirección.

Los jóvenes de nuestra edad han sido bendecidos con muchas oportunidades y libertad. Pero si ponemos nuestra confianza en Dios podremos gozar de ilimitada libertad. Él tiene, para cada uno de nosotros un camino que nos va a llenar de inspiración. Y todos tenemos un lugar especial donde resplandecer.

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