El Heraldo entrevistó a de Flint, Michigan, EUA, quien juega fútbol desde hace años. Travis no puede ocultar su entusiasmo por este deporte.
Mi hermano mayor jugaba a fútbol, y para mí también fue muy natural jugar. Durante todos mis años de estudio, el fútbol fue el deporte que más me gustó jugar.
¿En qué nivel has jugado?
El nivel más alto fue en la universidad. Y durante unos diez años, en la escuela secundaria superior, jugué todo el año, al aire libre y bajo techo. Estaba dedicado por completo. Y tenía que viajar por todo el país en juegos de competición.
En la universidad jugué cuatro años. Fue grandioso poder jugar en competiciones. Como parte de nuestro programa de entrenamiento, estuve en lnglaterra durante un año. Fue una magnífica experiencia. Tenían mucho talento. Y desde que me gradué de la universidad, he jugado en muchos equipos, por el solo hecho de seguir jugando, porque me gusta tanto.
¿Qué desafíos has enfrentado?
Bueno, la verdad es que jugar deportes a cualquier nivel es todo un desafío. A lo largo de los años, me lesioné algunas veces. Pero tuve la oportunidad de apoyarme en Dios para sanar en cada una de ellas. Los deportes me han permitido poner en práctica todo lo que aprendí espiritualmente.
¿Recuerdas algún incidente en especial donde hayas tenido que aplicar lo que aprendiste?
Uno que se destaca ocurrió cuando estaba en la escuela secundaria superior. Durante la práctica, me caí y me quebré la muñeca. No era un cuadro muy agradable. Yo acababa de recuperarme de una lesión en la rodilla. Me había apoyado en Dios para sanar, y me había recuperado completamente. De modo que tenía mucha confianza en Dios. Sabía que Él cuidaba de mí.
Mis padres no estaban en casa, pero le pedí a uno de los entrenadores que me llevara allí. Me sentía muy tranquilo. Bromeé con mi entrenador todo el tiempo. Cuando llegué a casa, llamé a un practicista de la Christian Science para pedirle que orara por mí. Entonces comencé a leer Ciencia y Salud. Decidí manejar la situación de ese modo. Y gracias a que me apoyé en Dios, la lesión sanó por completo en cuatro días.
Tuve que ir a ver un médico especialista en lesiones deportivas para que me enyesara y poder así seguir jugando. Cuando vieron los rayos-X se sorprendieron de que nadie me hubiera puesto los huesos en su lugar. Los huesos estaban en el lugar correcto. También se sorprendieron mucho de que no tuviera dolor. Pero, después de la primera noche no tuve más dolores. Me pusieron un yeso protector, pero no me dieron tratamiento médico. Pocas semanas después, la curación era completa. Fue como si nunca hubiera ocurrido.
¿Qué tienen de especial los deportes en equipo para ti?
Los deportes en equipo te enseñan mucho sobre ti mismo y cómo trabajar con otra gente. Tienes que poner de lado las diferencias. Los deportes en equipo ofrecen una gran oportunidad para practicar lo que comprendes de Dios y Sus leyes. No puedes decir simplemente: "No me gusta esta persona, así que no le voy a llevar el apunte". Tienes que ver a cada jugador de tu equipo como el hijo perfecto de Dios, y ver más allá de los errores que pueda cometer.
¿Oras antes de los partidos?
Antes de cualquier competencia, me tomo unos momentos en silencio para saber que Dios me está protegiendo a mí, y a cada jugador de mi equipo y a cada equipo. No le pido a Dios que haga ganar a mi equipo, o que yo meta goles. Oro por toda la actividad, todo el deporte. Entonces sé que el partido va a ser una buena experiencia para todos.
