Cuando Mi Hijo tenía dos años, un día observé que uno de sus párpados estaba inflamado debido a la presencia de lo que parecía ser un orzuelo.
Oré para comprender que mi hijo moraba en Dios.
A través de mi estudio de la Christian Science había aprendido que Dios, como Amor infinito, es el único poder que mueve a toda Su creación y que se manifiesta en nuestra vida espiritualizando nuestros pensamientos. Esto significa que al ir comprendiendo que el Amor divino está siempre con nosotros, que nos protege y siempre responde a nuestras necesidades, nuestra forma de pensar va cambiando. Nuestros pensamientos agresivos, el temor y el odio se desvanecen, mientras que aparecen cualidades como paciencia, benignidad y amor.
También aprendí la importancia de la oración, pues a través de ella percibimos que somos hijos de Dios y que nuestra naturaleza espiritual es perfecta y armoniosa.
Precisamente esto es lo que hice cuando vi el problema que mi hijo tenía. Oré para comprender que el Amor divino, que es el Padre-Madre de toda la creación, todo lo puede, todo lo abarca, y que mi hijo no estaba fuera de Su alcance, sino que moraba en Dios.
Esto ocurrió por la mañana temprano, y por la tarde, alrededor de las 2, cuando mi esposa volvió de sus tareas, pudo observar que el ojo del niño se encontraba en estado normal, y lo sigue estando hasta el día de hoy.
Al meditar en lo que había ocurrido, sentí lo que declara la Biblia, "todo lo puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13), y que en esa experiencia se habían cumplido estas palabras de la Sra. Eddy escritas en Ciencia y Salud: "El Amor divino es infinito. Por lo tanto, todo lo que realmente existe, está en Dios, emana de Él y manifiesta Su amor" (340).
Santa Fe, Argentina
