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Negar la evidencia

Del número de febrero de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En 1984 Conocí la Christian Science a través de una amiga que me regaló el libro Ciencia y Salud. No pude leerlo todo, porque me pareció muy difícil, aunque algunas ideas me conmovieron, como por ejemplo que la enfermedad es una ilusión, y que el hombre es perfecto como el Padre es perfecto. El libro permaneció sobre una mesa por algunos meses junto con otros libros que tenía. Después me enfermé gravemente. Los síntomas de una parálisis progresiva me preocupaban mucho y tenía miedo de terminar en una silla de ruedas. Le hablé a mi amiga y me enteré de que otra amiga nuestra era ahora practicista de la Christian Science. Cuando le hablé aceptó orar por mí. Cuando me era posible, frecuentaba los servicios dominicales en las iglesias filiales de Florencia y Roma, y me conmovió la acogida calurosa que recibí de todos los miembros. Mi salud fue mejorando lentamente. Durante ese tiempo, la practicista me daba valor continuamente, y después de casi un año mi salud se restableció por completo.

Estoy inmensamente agradecida por esta curación, porque me ha hecho entender que Dios, el Amor, es el único sanador.

Continué estudiando la Christian Science, y me hice miembro de La Iglesia Madre. He aprendido a aplicar las verdades de la Christian Science para mi y para mi familia.

Hace poco tuve otra curación física. Estaba caminando con mi marido por la ciudad cuando me tropecé con un gran bloque de cemento que delimita la zona peatonal. Me caí con todo el peso sobre la mano derecha, en la que sujetaba una bolsa.

La gente a mi alrededor se veía muy preocupada, pero les aseguré que no había sucedido nada, sabiendo que no existen accidentes bajo el gobierno de Dios. A pesar del dolor que tenía en la mano, pude continuar con mi paseo. Por la tarde, el dolor había disminuido, pero la mano estaba muy inflamada y no la podía abrir del todo. Mi marido, que no es estudiante de la Christian Science, me pidió que me hiciera sacar una radiografía, pues le parecía que el dedo anular estaba fracturado. Le prometí que así lo haría si al otro día no había mejorado. Aquella noche dormí tranquilamente. A la mañana siguiente la mano estaba menos inflamada, no la podía abrir completamente y el color de la piel no era normal. Era domingo y decidimos realizar un paseo en el auto. Yo manejé por algunos kilómetros sin ningún problema y mi marido no hizo mención alguna de la radiografía. El dedo retornó a su color natural en pocos días y pronto pude abrir la mano completamente, no obstante el dedo estaba más grande que los otros. Sabía que "la existencia del hombre está intacta" (Ciencia y Salud, pág. 306), y que Dios no deja nunca las cosas a medio hacer. De esta manera pude dejar de mirar la evidencia física y olvidarme del asunto.

La curación metafísica se realiza primero en el pensamiento.

Después de algún tiempo me di cuenta de que mi dedo tenía su forma normal y había sanado.

Desde que conozco la Christian Science me he sentido guiada y protegida; en mi familia hemos tenido muchas curaciones físicas y nuestras necesidades humanas han sido abastecidas ampliamente. Estoy muy agradecida por nuestra Guía, Mary Baker Eddy, que nos ha dado esta maravillosa Ciencia; por los practicistas, que con su dedicado trabajo hacen tanto bien a los "corazones que sufren"; por mi maestra de la Christian Science, que me ha llevado a entender que debemos mantenernos en los preceptos de la Ciencia "hasta que el día es perfecto" (Ibid., 489). Doy gracias a nuestro Padre-Madre Dios, por todas las bendiciones recibidas y por todas aquellas que han de venir.


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