Sabiendo que la depresión, diagnosticada clínicamente o no, es tema de preocupación creciente para niños y adultos en la sociedad actual, el Sentinel le pidió a practicista y maestro de la Christian Science, de Clifton, Virginia, que hablara sobre la eficacia de la oración como antídoto contra la depresión. Nuestra conversación fue la siguiente:
Tim, quiero comenzar preguntándote si la depresión puede realmente sanarse, o si es algo que, como mucho, sólo puede controlarse.
Sin duda alguna, la depresión puede sanarse, y con ello quiero decir sanarse completamente, no tan sólo mantenerse bajo control. Todos tenemos el derecho de liberarnos de todo tipo de discordia, incluso la depresión. El medio para percibir esa libertad es espiritual, y comienza por comprender la proximidad del amor de Dios.
¿Cuál es la raíz de la depresión?
La Biblia enseña, sin lugar a dudas, que Dios es bueno y que es Todo-en-todo. Puesto que es Todo, el bien debe ser universal y sin oposición. Las curaciones de Cristo Jesús demuestran y prueban esta bondad y totalidad. También demuestran que el mal no puede ser parte de la creación de Dios, puesto que si el mal fuera la voluntad de Dios, Jesús no hubiera desobedecido a su Padre sanando el mal en todas sus formas. Debido a ello, creo que la raíz de la depresión y de toda discordia, se encuentra en la ignorancia de la totalidad y bondad de Dios.
Algunos de los medicamentos prescritos para tratar la depresión han generado controversias. Al procurar la curación de la depresión, y no tan solo su alivio temporario, ¿es la oración una alternativa viable a los medicamentos?
Puesto que la realidad, bondad y totalidad de Dios excluyen todo lo que sea opuesto a Él, quizás la pregunta clave sea: "¿Puede acaso haber otra alternativa que no sea la oración para sanar la depresión?" La clase de oración a la que me refiero no es un proceso material mediante el cual lo malo se transforma misteriosamente en bueno. Tampoco es un intento de persuadir a Dios para que haga algo que Él ya no esté haciendo. Me he dado cuenta de que la oración es más eficaz cuando comprendemos que Dios es Vida, Verdad y Amor. Consideremos el efecto de esta comprensión. Literalmente destruye la ignorancia acerca de lo que es Dios; ignorancia que promueve la creencia en un poder y una existencia aparte de Dios.
Hay también otros aspectos importantes que considerar. Primero: al no tener una comprensión clara de Dios, cualquier clase de ignorancia acerca de lo que Él es, parece asumir forma de realidad. Por ejemplo, al no comprender plenamente la totalidad del Amor, la ira y el odio nos parecen muy reales. Este estado de ignorancia es lo que conocemos como existencia material. Segundo: el buscar soluciones materiales para los problemas, entre ellos la depresión, es el resultado de este punto de vista ignorante acerca de la vida. Es el resultado de creer que un Dios perfecto podría crear imperfección o permitir que la imperfección existiera dentro de Su universo; imperfección que, de una forma u otra, requiere de diagnóstico físico, prescripción médica y curación. Tercero: creo que la depresión es el efecto de creer que la imperfección de cualquier índole puede ser parte de la creación de Dios y que podemos ser tocados y perjudicados por esta imperfección. Para sanar la depresión, entonces, debemos ir a la raíz del problema que, como dijimos antes, es la ignorancia de lo que es Dios. Esta ignorancia sólo puede curarse mediante la oración, una comprensión de lo que es Dios.
¿Es la depresión inevitable? ¿Están algunas personas propensas a sufrir de depresión debido a una predisposición genética, por ejemplo?
De ninguna manera. La respuesta de Jesús a la pregunta de la predisposición genética planteada en relación a la ceguera, es válida para todo tipo de dificultad que se considere hereditaria. Cuando le preguntaron: ”Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego?”, contestó: ”No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él”. Juan 9:2, 3. La verdadera identidad de cada uno de nosotros es la imagen y semejanza de Dios. La única predisposición del hombre es la de ser esa imagen, la de expresar bondad, comprensión espiritual, dignidad, integridad, propósito, progreso, todo lo que es atribuible a Dios y refleja Su naturaleza. La depresión no tiene lugar allí. Por ello es que tenemos una base sólida para sanarla.
Sin embargo, algunas personas creen que a veces la depresión es inevitable, que es una respuesta natural, hasta apropiada, ante circunstancias difíciles.
Puesto que Dios es real, bueno y Todo-en-todo, hay una respuesta para cada problema. Cada respuesta viene a través de una creciente comprensión de Dios, que elimina nuestra ignorancia con respecto a Su creación. Cuando eliminamos esa ignorancia, desaparece la depresión que a menudo resulta de ella. En una ocasión, Jesús vio a una madre que, camino al entierro de su único hijo, se lamentaba por la pérdida. Véase Lucas 7:11-15. Aunque se mostró respetuoso de las circunstancias, Jesús no dejó las cosas allí. Su amor y su compasión por esa madre demostraron que, si bien su pena parecía ser muy real, procedía de la ignorancia, y que el amor y el poder de Dios son universales y lo incluyen todo. Cuando detuvo el cortejo fúnebre y resucitó a su hijo, Jesús demostró que el hombre, la imagen y semejanza de Dios, no puede morir. Esta y otras curaciones contenidas en la Biblia ilustran la presencia de una verdad espiritual detrás de cada creencia ignorante acerca del hombre, ya sea pena, soledad, edad, incurabilidad o cualquier otra. Dichas curaciones demuestran que cuando se comprenden esas verdades espirituales, actúan en la mente humana, reemplazando la oscuridad de la ignorancia con la luz de la verdad espiritual.
¿Qué puede hacer alguien que sufre de depresión para liberarse de ella ?
Darse cuenta de que la depresión no es algo involuntario. No es producto de la materia o el cerebro. Tampoco es cierto que los pensamientos depresivos están en alguna parte, agotándonos, hasta que finalmente nos decidimos a aceptarlos y soportarlos. Los pensamientos depresivos no tienen otra realidad que la que nosotros les damos, al contemplarlos voluntariamente y permitirles que controlen nuestra vida.
En efecto, nosotros mismos aceptamos la depresión. Por favor, entiéndase que lo expreso de esta forma porque quiero que se comprenda que Dios nos ha dado el poder para controlar lo que pensamos, más allá de los argumentos en contra. Y de la misma forma en que aceptamos la depresión cuando optamos por contemplar la vida desde el punto de vista de la ignorancia de la creación de Dios, podemos sanar la depresión negándonos a aceptar pensamientos opuestos a la bondad y el amor de Dios. No obstante, para que esta negativa sea eficaz, necesitamos algo con lo cual sustituir esa línea de pensamiento ignorante. La negación es, en realidad, una sustitución. El mejor sustituto es la comprensión de que Dios es Amor. Esta comprensión reemplaza la ignorancia que representa a la vida como sumergida en la desesperación y la desesperanza. A medida que permitamos que sólo el Amor dirija cada uno de nuestros pensamientos, palabras y acciones, podremos salir de la depresión.
Puede que algunos digan que no sienten la presencia de Dios. Pero el amor genuino que ahora sentimos por un miembro de la familia, un amigo, un niño, un animal, una flor, nos ayuda a ver que estamos ante la presencia de Dios, porque Dios es Amor y Su hijo refleja ese Amor. Es un hecho, que en algún momento llegaremos a entender con mayor profundidad la naturaleza espiritual del Amor, como Jesús evidentemente lo entendió. No obstante, el amor que sintamos en este momento nos ayudará a satisfacer las necesidades actuales.
¿Y qué pasa si nos viene el pensamiento de que la curación espiritual es demasiado difícil, o que es desalentador pensar que nos va a llevar mucho tiempo alcanzar el entendimiento de Jesús, que lo capacitaba para sanar tan eficazmente?
El comprender la naturaleza de Dios como Amor, puede dar respuesta a esas inquietudes. El Amor, Dios, no es complicado. El Amor es muy simple, muy directo. Por lo tanto, la creación del Amor también debe ser muy simple y directa; no simplista, sino fácil de comprender. Puesto que el hombre, la imagen y semejanza de Dios, ya está incluido en el cuidado de Dios, no necesitamos que pase el tiempo para hacernos merecedores de ese cuidado o para ser perfectos en Su amor.
¿Existe alguna clase de depresión — por ejemplo, la maníaco depresiva — que no ceda al tratamiento al que usted se está refiriendo?
Puesto que la ignorancia, grande o pequeña, leve o aparentemente insuperable, nunca es un poder, el tipo específico de ignorancia no hace que sea más difícil de sanar por medios espirituales. Véalo de esta manera: una equivocación sólo puede parecer difícil de corregir si se la ve como algo real, incorregible, desde el punto de vista del error. Cuando vemos que un niño tiene una pesadilla, no tratamos de meternos en el sueño para pelear contra el dragón o contra lo que parezca estar ocasionando su angustia. En lugar de ello, despertamos al niño y con ello sanamos el problema que enfrentaba en el sueño. Así ocurre con la curación espiritual.
La cuestión no es tratar de saber más acerca del problema, sino despertar al individuo a la realidad espiritual que está afuera del problema. En la página 30 de su libro No y Sí, Mary Baker Eddy nos da esta premisa espiritual: ”Dios se compadece de nuestros dolores con el amor de un Padre para con Su hijo, — no volviéndose humano y conociendo el pecado, o sea la nada, sino borrando nuestra noción de lo que no existe. Él no podría destruir por completo nuestras penas si tuviera conocimiento alguno de ellas. Su compasión es divina, no humana. Es el conocimiento que la Verdad tiene de su propia infinitud lo que excluye la existencia genuina de siquiera una pretensión del error. Este conocimiento es luz en la cual no hay oscuridad, no es luz conteniendo oscuridad dentro de sí misma. La consciencia de la luz es como la eterna ley de Dios, que Le revela a Él y nada más”.
”El Amor no deja a nadie afuera”
Aun cuando estamos aprendiendo acerca de la naturaleza sanadora del Amor, ya estamos a salvo y seguros dentro de ese Amor. Todos podemos tener la seguridad de que el amor de Dios por Su creación es más grande, infinitamente más grande, incluso que el amor que tenemos los unos por los otros. Sabiendo esto, ¿puede existir la más mínima duda de que Dios está guiando, dirigiendo y satisfaciendo las necesidades de todos Sus hijos? El Amor no deja a nadie afuera. Debido a ello, nuestro gozo y nuestra paz, nuestra confianza en el bien, no pueden desaparecer. Podemos vencer toda clase de depresión.
