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Un universo de oportunidades

Del número de febrero de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Recientemente visité un acuario que exhibía las variadas formas de vida que habitan el fondo del océano en un bosque de algas marinas. En esa selva subacuática hay una extraordinaria gama de colores, aunque nada de esto se ve desde la superficie. Al mirar desde arriba, sólo se ve un montón de monótonas hojas marrones mecidas por las olas. Este contraste me hizo recordar cómo una perspective espiritual del universo y el hombre, enriquece nuestro sentido de dirección y oportunidad. Con una conciencia llena de Verdad, percibimos una multitud de ideas que nos llevan a expresar y tener nuevos talentos y oportunidades.

Al hablar de la capacidad que tiene el pensamiento espiritualizado para percibir el bien de Dios siempre presente, Mary Baker Eddy escribe: "Los progresivos pasos espirituales en el prolífico universo de la Mente conducen hacia esferas espirituales y seres sublimes. Para el sentido material este universo divino es nebuloso y lejano, gris en los tonos sombríos del crepúsculo; pero al punto el velo se levanta, y la escena se llena de luz".Ciencia y Salud, pág. 513.

Comenzar nuestro día temprano y en oración, hace que nuestro pensamiento se ponga en ritmo con "los progresivos pasos espirituales". En cuanto nos despertamos podemos afirmar: "Este es el día que hizo Jehová; nos gozaremos y alegraremos en él". Salmo 118:24. Por medio de la oración somos receptivos al bien. Basándonos en el gobierno divino que la Mente mantiene sobre su creación, rechazamos el miedo, la autocondenación, la envidia y la enfermedad. Prestamos atención y escuchamos las eficaces soluciones de la Mente. Cuando nos acostumbramos a estudiar tranquilamente la Biblia y Ciencia y Salud, nos volvemos más conscientes del "prolífico universo de la Mente", rebozante de ideas creativas y directivas inteligentes.

Al comulgar regularmente con Dios percibimos mejor sus "seres sublimes", expresión que nos lleva a pensar en las ideas espirituales que pueblan el universo del Amor. De todas las ideas de Dios, el hombre es Su idea más elevada porque es la idea compuesta que incluye todas las ideas correctas. A medida que reconocemos esto, mejora la forma en que nos vemos a nosotros y a los demás; expresamos más inteligencia y amor en la familia, los negocios y las relaciones humanas; y demostramos esa bondad altruista que caracteriza verdaderamente nuestra naturaleza y la de los demás.

Esto contrasta mucho con el punto de vista mortal, limitado y pecaminoso del hombre, que nos parece ver todos los días. Esa visión errada del hombre, es el producto del sentido material, que está desprovisto de Verdad. ¿Cómo puede el hombre, que está sostenido por la pureza y gloria de Dios, la Verdad y el Amor, ser menos que resplandecientemente hermoso y fructífero en todo momento? Lejos de ser inútil, frustrado, preocupado o humillado, el hombre expresa al Espíritu y sus recursos infinitos. Cristo Jesús dijo: "...he aquí el reino de Dios está entre vosotros". Lucas 17:21. La influencia sanadora de Dios que Jesús demostró tan bien, está siempre presente y puede transformar nuestro concepto del hombre, revelando el reino dentro de nosotros, y trayendo a luz la semejanza de Dios. Este poder redentor, el Cristo, revela al pensamiento humano que el universo, incluso el hombre, "de parte de Jehová es...; y es cosa maravillosa a nuestros ojos". Salmo 118:23.

Cuando Ciencia y Salud habla de "esferas espirituales", la imagen me sugiere la actividad intemporal del bien espiritual, que emana de la Vida divina, Dios. En estas esferas espirituales no hay estancamiento, deterioro, fatalismo, inutilidad, falta de plenitud, temor, ni retroceso. La Verdad siempre presente y eterna imparte al hombre salud abundante, fortaleza y poder. El hombre, como reflejo, tiene todo el bien que Dios expresa.

Sin embargo, no podemos demostrar un creciente sentido del bien sin que haya una regeneración individual de carácter y actitud. La realidad del universo del Amor sólo se demuestra a medida que nuestra vida se mueve en "progresivos pasos espirituales" de gracia y entendimiento cada vez mayores. La actividad purificadora del Cristo nos capacita para demostrar de manera práctica y diaria, en qué forma el hombre refleja a Dios. Si las relaciones humanas parecen tensas, la influencia divina nos da nuevas oportunidades para perdonar y reconciliarnos. Antiguos malentendidos, heridas y odios ceden a los toques correctivos del Amor divino. Deberíamos recordar que no estamos adheridos al orgullo, la ira, la infidelidad o el egoísmo. A través de las prolíficas gracias del Amor, disponemos de todo momento para regenerarnos interiormente y reconciliarnos exteriormente.

La creencia agresiva de que hay vida, sustancia e inteligencia materiales, oculta las glorias espirituales de Dios, el hombre y el universo. Podemos estar agradecidos de que Cristo Jesús reveló que ese sentido material de vida e inteligencia es una mentira. Sus innumerables curaciones, su demostración de la superioridad del Espíritu sobre las fuerzas físicas, su resurrección y su posterior ascensión, probaron la eterna presencia de la salud, la vida y la pureza espirituales. Su ejemplo intemporal tiene tanto valor hoy como lo tuvo antaño. Cuando entendemos el Principio divino y las leyes espirituales que apoyaban la labor del Maestro, nos damos cuenta de que hoy vivimos con las mismas oportunidades y potencial espirituales. El gobierno del Principio divino, sus leyes sanadoras, nos apoyan también hoy. Cuando obtenemos una vislumbre de esto, se renuevan nuestra esperanza, valor y confianza.

Reconforta saber que donde parece que hay hambre, enfermedad, pecado, desempleo, hay en realidad innumerables respuestas espirituales que se pueden discernir y aplicar. Al seguir a Jesús, quien en dos oportunidades alimentó a las multitudes disponiendo aparentemente de muy poco, podemos suplir toda necesidad legítima reconociendo los recursos abundantes que la Mente divina pone a nuestra disposición. Cuando oramos para responder a nuestras necesidades personales, debemos orar también para que las necesidades del mundo sean satisfechas. Un pensamiento desinteresado pone de manifiesto la provisión ilimitada del Amor divino. Todos podemos hacer más por el bien de nuestro vecindario, nuestra ciudad, nuestro país, no pasando por entremetidos, sino discerniendo por medio de la oración la realidad divina, y poniendo luego en práctica lo que percibimos. De esta manera aprendemos a contribuir con sabiduría y eficacia al bienestar de la humanidad.

A medida que juzguemos con inteligencia espiritual lo que está sucediendo en la sociedad, ciertos cambios cuestionables dejarán de amenazarnos o mes-merizarnos para que aceptemos ciegamente lo que no nos va a ayudar a nosotros ni a nadie. El discernimiento que Dios nos da, nos permite reconocer aquellos cambios que contribuyen, directa o indirectamente, a la práctica de la libertad espiritual del hombre. Durante esta experiencia, podemos confiar en que nuestra salud, felicidad y seguridad están gobernadas por el Principio divino y no por las teorías e inventos humanos. La tecnología, por ejemplo, puede ponerse bajo la influencia moderadora de la sabiduría y usarse cuando realmente nos sirve como herramienta para ir en pos del propósito santo y elevado que la Mente nos da.

Cuando oímos noticias de desórdenes a nivel mundial, podemos reconocer la permanencia del bien espiritual y los cambios mentales divinamente producidos que dan evidencia de esto. Regocijémonos y reconozcamos que la sociedad está buscando y demostrando cada vez más la curación espiritual, y que la gente en todo el planeta está buscando renovación espiritual. Esto es evidencia de la influencia sanadora que el Cristo, la Verdad, trae al mundo. Al estar alertas espiritualmente vemos más allá de las temibles fases del mal, hacia las señales de un despertar espiritual. Deberíamos estar agradecidos que podemos contribuir a que estas señales se manifiesten aún más.

Aquí y ahora nuestra vida tiene todo lo suficiente, satisfacción, libertad, santidad, perfección y gozo; todo el bien. El Principio en su totalidad está allí donde el mal pretende existir, y este Principio manifiesta en nosotros la sustancia, salud y energía espirituales e ilimitadas. Cristo nos da ahora el poder para ver esto y demostrarlo. Por eso, podemos echar fuera el temor y descansar confiadamente en el sentido espiritual de que todo y todos estamos bien.

El Principio en su totalidad está allí donde el mal pretende existir, manifestando en nosotros la sustancia, salud y energía espirituales e ilimitadas.

Cada curación, ya sea de pecado o de enfermedad, en nosotros o en los demás, es una clara revelación de la presencia activa del reino del Amor. Ni por un momento podemos estar fuera de este reino celestial, fuera de la totalidad del Espíritu, Dios. Pablo nos asegura esto en su discurso en Atenas. The New English Bible traduce sus palabras acerca de Dios así: "...Él no está lejos de cada uno de nosotros, porque en él vivimos, y nos movemos, y existimos". Hechos 17:27, 28.

Verdaderamente vivimos en la Mente, en su prolífico universo del bien.

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