Cuando Nuestro hijo era pequeño, una tarde noté que tenía unas manchas rojas en la piel, que en poco tiempo se extendieron por todo el cuerpo. Llamé a un practicista de la Christian Science y le pedí que orara por el niño. El practicista claramente nos hizo ver la irrealidad del contagio en el reino de Dios, y me aseguró que oraría por nosotros.
La oración nos permite a todos sanarnos por medios espirituales.
Más tarde, cuando los niños ya estaban en la cama, mi esposo y yo oramos en silencio. Yo trataba de limpiar mi pensamiento del alarmante cuadro de la enfermedad, y fui guiada a leer el artículo titulado "Contagio" en Escritos Misceláneos. La primera frase dice: "Todo lo que el hombre ve, siente, o que de alguna manera percibe, tiene que ser captado por la mente; puesto que la percepción, la sensación y la consciencia pertenecen a la mente y no a la materia" (pág. 228). Al considerar esta frase y el resto del artículo, se me hizo claro que no podía haber una acción enfermiza en la creación de Dios. Lo que estaba viendo era la falsa sugestión de que un hijo de Dios pudiera estar separado de Su bondad, que siempre está presente. Al saber que esto era imposible, me sentí en paz.
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