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Cómo mantener la paz

Del número de agosto de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Aveces Parece ser inevitable enfrentarnos con imágenes de conflictos. Refugiados en estado lamentable, son echados de sus tierras, aguijoneados por soldados blandiendo armas automáticas. Una larga fila de gente avanzando lenta y laboriosamente por una tierra devastada, anticipando la llegada a una frontera donde ya no hay más luchas, y donde esperan que haya comida. Caras llenas de temor, desesperación, confusión, desesperanza, y las inevitables preguntas: "¿Cuándo habrá seguridad como para volver a casa? ¿Tendremos una casa a dónde volver?"

Escenas como ésta han sido de lo más familiares estos últimos meses. Aparecen en las noticias por la noche y en los diarios de la mañana. Producen sentimientos de compasión, de frustración. Hacen que nos preguntemos: "¿Qué se puede hacer? ¿Qué puedo hacer al respecto?"

Batallé con estas preguntas durante la Guerra del Golfo Pérsico. En aquella época, yo trabajaba para una organización de noticias internacional como locutor. Puesto que manejaba las noticias todos los días, me sentía cada vez más frustrado con las decisiones tanto políticas como militares que se tomaban en ambos bandos. Permití que mi ira y mi frustración aumentaran hasta que me enfermé. Necesitaba reponerme a toda costa.

Gradualmente, un pensamiento muy callado comenzó a afianzarse dentro de mí. Con vergüenza comencé a admitir para mí mismo que podía empezar a orar por el conflicto. Entonces, lentamente a lo largo de cierto tiempo, comencé a ver mi trabajo bajo una luz diferente.

Traté de apartarme de la idea de simplemente dar a conocer las noticias, y comencé a pensar más espiritualmente acerca de todos los involucrados en esa guerra, el personal político y militar en ambos bandos. Cada noticia se transformó en una oportunidad para ver la verdad acerca de Dios y de todos Sus hijos e hijas. Fue una oportunidad para comprender que Dios siempre cuida de cada individuo de Su creación. Y que cada uno está por siempre en el hogar, en Su amor.

La guerra continuó por algún tiempo, pero me sentía mucho más tranquilo. Y aprendí una lección que nunca voy a olvidar: que el mantener la paz verdaderamente viene de adentro, del reino de Dios que está en todos nosotros.

En Ciencia y Salud hay una cita maravillosa que nos dejó Mary Baker Eddy. Resume, con mucha precisión lo que el progreso es para la humanidad. Hace la premonición de que habrá una paz permanente que deberá venir sobre la base de un solo Dios, una sola familia formada por todos los hijos que el Padre tiene en todas partes. Para mí, es una cita que habla sobre lo que significa verdaderamente hacer y mantener la paz. Y describe completamente el tipo de mundo que espero y por el cual oro. La cita dice lo siguiente: "Un solo Dios infinito, el bien, unifica a los hombres y a las naciones; constituye la hermandad del hombre; pone fin a las guerras; cumple el mandato de las Escrituras: 'Amarás a tu prójimo como a ti mismo'; aniquila a la idolatría pagana y a la cristiana — todo lo que es injusto en los códigos sociales, civiles, criminales, políticos y religiosos; establece la igualdad de los sexos; anula la maldición que pesa sobre el hombre, y no deja nada que pueda pecar, sufrir, ser castigado o destruido".Ciencia y Salud, pág. 340.


Jefe de Operaciones
Heraldos de la Christian Science

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