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Podemos transmitir paz

Del número de agosto de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


El Portero del edificio donde vivo siempre saluda con mucha alegría cuando uno entra o sale del edificio: "Buenos días, Señora. Buenas tardes, Señor". No importa si es de mañana, de tarde o de noche, él realmente quiere desear un buen día.

En los diferentes idiomas y culturas hay una gran variedad de expresiones que se utilizan para saludar. En el Medio Oriente, en épocas bíblicas, y hasta hoy, las salutaciones muchas veces tienen la frase, "La paz sea contigo", o "La paz sea con vosotros". Del mismo modo, muchos saludos en el Antiguo Testamento empiezan con esas palabras. A través de los siglos se volvieron tan comunes, que ahora casi nadie presta atención a lo que esas palabras quieren decir. No obstante, hay algo muy profundo en el acto de desear paz, esa paz que el mundo tanto necesita hoy en día.

En muchos lugares hay conflictos armados entre las naciones, o guerras entre facciones dentro de un mismo país o región. A veces el simple hecho de salir de casa parece peligroso debido al elevado índice de criminalidad, o al terrorismo. Es como si la sociedad estuviera en guerra consigo misma. Sería muy bueno, y también muy valioso, afirmar en oración la idea de "La paz sea contigo", todas las veces que nos encontramos con alguien. Sería mucho mejor que decir simplemente "¡Hola!"

La verdad es que podemos hacer bastante más que desear paz a alguien. Estoy segura de que el portero de mi edificio es sincero, pero eso no quiere decir que su saludo modifique los acontecimientos del día de aquellos que reciben sus buenos deseos. Pero orar para establecer la paz, eso sí es una oportunidad de hacer algo que realmente produce un efecto.

La oración más eficaz es mucho más que rogar a Dios para que nos conceda paz. Dios es Amor divino, y Él no desea nada inferior a la paz pura para Sus hijos. Por eso mismo es importante comprender qué es la verdadera paz. Es la ley y la presencia de la acción armoniosa. Nadie está fuera de la presencia de Dios, quien es enteramente bueno. Nadie está fuera del alcance de Su gobierno pacífico. Dios gobierna todos los aspectos del ser del hombre, porque Él es omnipresente, Todo-en-todo. No hay lugar en la realidad divina donde pueda haber conflictos dentro del individuo ni entre los individuos. El orar partiendo de esa base nos da la certeza de que ante la presencia de Dios no existe causa para la discordia. La ley de Dios naturalmente transmite paz.

Confiar en el poder infinito de Dios y en Su presencia confiere autoridad a la oración, autoridad para hacer callar al miedo. Esa oración tiene la capacidad de establecer la paz en nuestra vida.

Cristo Jesús dice a sus discípulos: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da". Juan 14:27. Lo que Jesús hizo no fue meramente desearles paz. Él demostró la sustancia espiritual y la realidad de la paz. La paz que él transmitió entonces, está al alcance de todos hoy y continúa siendo una realidad.

En vez de meramente desear la paz, podemos transmitirla, no "como el mundo la da", sino con la profunda convicción de que la presencia de Dios lo abarca todo.

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