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La oración fortalece a un matrimonio y sostiene a una familia

Del número de agosto de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Era muy joven, decidí casarme simplemente porque quería tener un hijo; por tanto, no es de sorprenderse que una vez que me casé, no fui feliz. Oré sobre esta situación, sin embargo no encontré mucha paz. Cuando llegó mi hermoso hijo, comenzó a tener problemas de salud que ponían en riesgo su vida. Sintiéndome insatisfecha con el matrimonio y desanimada por los problemas de salud de mi hijo, finalmente recurrí a Dios sin reservas. Me di cuenta de que necesitaba cambiar y elevar los motivos egoístas que había tenido para casarme, así que por medio de la oración me esforcé por cambiar mi concepto del matrimonio. En lugar de criticar mentalmente a mi pareja, empecé a vigilar mis pensamientos y a orar con las verdades que estaba aprendiendo en la Christian Science. También me esforcé por expresar diariamente en mayor medida las cualidades de Dios, y demonstrar mejor mi relación con Él.

A menudo acudía a esta declaración de la Biblia: "Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será llamado" (Isaías 54:5). Ahora mi matrimonio es feliz y sólido, y tiene como centro a Dios.

Por medio de las enseñanzas de la Christian Science, que mi esposo y yo tanto amamos, se restauró la salud de mi hijo. Tiempo después, cuando él tenía unos doce años, se puso a trabajar repartiendo diarios. Una noche, unos muchachos bien conocidos por ser buscapleitos en su escuela, lo atacaron, y lo amenzaron con hacerlo de nuevo cuando se presente la oportunidad. Esa noche, después de atender a mi hijo, de inmediato recurrí a mi Biblia y a Ciencia y Salud. Sentía que, más que ninguna otra cosa, necesitaba sentir la protección de Dios. Me vino a la mente el Salmo noventa y uno: "El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré" (versículos 1, 2).

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