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Viaje al Valle de la Longevidad

Del número de agosto de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

EL PAIS


Síntesis del artículo "Viaje al valle de la longevidad", , publicado en EL PAIS,

Gente de más de cien años, ronda las soñolientas calles de Vilcabamba, Ecuador, remoto valle, ubicado en los Andes. "El Valle de la longevidad" o "Valle de la felicidad", son tan sólo un par de los nombres que se le han dado a Vilcabamba, palabra Quechua que quiere decir "Valle Sagrado".

Llegar a este valle es una verdadera proeza. Camino mayormente de cornisa, con grandes precipicios, e interminables curvas, en un camino de terracería, de ripio y barro. El valle se encuentra a poco menos de setecientos kilómetros de Quito, pero debido al tipo de camino, se tarda bastante tiempo en llegar. Una vez que se pasa Loja, cerca de la frontera con Perú, todo cambia. La vegetación es diferente, prolifera el número de aves y la temperatura se hace tibia. El cambio es rápido. De pronto uno se encuentra en el Valle de Vilcabamba donde, según se afirma, la gente vive fácilmente más de cien años y donde muchos han llegado a los ciento cuarenta.

En 1968, Celso Flavio Benítez Suárez fue a vivir al valle tratando de contribuir al adelanto del pueblo, y fundó el hospital con quince camas. Pero el hospital trabaja poco porque la gente se enferma poco. Según Benítez Suárez, quien ha estudiado mucho a la gente del lugar y sus costumbres, se bebe a que la ecología en ese lugar es "completamente equilibrada". La temperatura oscila entre 19 y 21 grados centígrados, todo el año. El valle se encuentra a 1.500 metros sobre el nivel del mar. Llueve 960 mm al año. La alimentación es natural, y casi todos los habitantes son agricultores. La mayoría son cristianos y "muy respetuosos de su vida y de la de los demás", dice Benítez. "Piensan que Dios les dio la vida..." y agrega, "hay ayuda mutua, hermandad y tranquilidad espiritual. No hay aquí drogas ni alcoholismo".

El valle se hizo famoso en 1955, cuando el Dr. Eugene H. Paine bautizó el lugar con el nombre de "La isla de la inmunidad", y publicó un artículo sobre el tema en el Reader's Digest. Desde entonces el número de turistas que visitan el lugar ha ido en aumento. Vienen de todas partes del mundo, especialmente de América del Norte y Europa.

Entre los longevos se encuentra gente que sobrepasa los 100 años. Un matrimonio, donde él tenía 127 años y ella 92 en 1997, trabajaron en el campo hasta 1995. Al preguntarle qué enfermedades tiene, después de un largo silencio la señora responde que lo que recuerda es una alergia que le "quisieron curar con penicilina. Y eso sí me hizo mal", explica. Cuando se les pregunta qué comen, otra señora responde: "Todo lo que Dios proporcione".

Según parece, resulta difícil salir de este valle feliz, donde, por ejemplo, la entrada de la hostería no tiene puerta, porque allí no hay ladrones.

Vilcabamba resulta un misterio maravilloso para muchos, pero no para los que viven allí, que son creyentes y llevan una vida pacífica y armoniosa.

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