Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Después de sanar de cáncer, fue liberada de la adicción al alcohol

Del número de agosto de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Escribo este testimonio con profunda gratitud. Esta curación representa uno de los acontecimientos más decisivos y que más han cambiado mi vida, de todos los que he experimentado como estudiante de la Christian Science.

En 1989 los médicos me diagnosticaron cáncer. Aunque en realidad no me dijeron que me iba a morir, las estadísticas eran sombrías. Cuando me dijeron que harían por mí todo lo que estuviera a su alcance, el instinto me dijo de inmediato que tenía que buscar otra respuesta. Comencé a investigar los métodos "alternativos" de curación.

Estaba sometiéndome a un tratamiento médico cuando alguien me dio a conocer la Christian Science. Yo me había criado en otra religión y creía en la existencia de Dios, pero pensaba que estaba apartado y distante de mí. En otras oportunidades había orado a Dios, pero sin obtener resultados palpables.

Entonces, alguien me regaló un ejemplar del libro Spiritual Healing in a Scientific Age, de Robert Peel (San Francisco: Harper & Row, 1987). No podía dejarlo de lado. Me embargó un sentimiento de esperanza que no había sentido durante muchos meses. No obstante, al principio no quería abandonar el tratamiento médico. Comencé a leer Ciencia y Salud y las publicaciones periódicas de la Christian Science, y esperaba con ansiedad que llegaran el domingo y el miércoles para poder asistir a los servicios de la iglesia — eran mi mayor aliciente en toda la semana. Una querida practicista pasó muchas horas respondiendo, paciente y amorosamente, a mis preguntas. Esta nueva forma de pensar acerca de la vida y de Dios parecía casi increíble, pero, a medida que empecé a tener una curación tras otra — incluyendo curaciones de problemas físicos por los que había estado tomando medicamentos desde niña — tuve que aceptar que había encontrado la respuesta que estaba buscando.

No obstante, había un obstáculo aparentemente insalvable. No sabía mucho sobre la Christian Science, pero sí sabía que los Científicos Cristianos no toman bedidas alcohólicas. Durante muchos años yo había sido adicta al alcohol. Bebía cuando estaba alegre o triste, a solas o con otras personas. Siempre sabía cuándo eran las cinco de la tarde, porque a esa hora ya sentía la "necesidad" de un trago. Muchas veces había tratado de dejarlo, pero sólo había durado tres o cuatro días.

Ciencia y Salud señala: "El deseo es oración; y nada se puede perder por confiar nuestros deseos a Dios, para que puedan ser modelados y elevados antes que tomen forma en palabras y en acciones" (pág. 1). Miré la botella de vodka en el estante de la cocina y me dije: "Cuando se acabe esta botella, dejaré de beber". Terminé la pequeña cantidad que quedaba y nunca más volví a beber. Han pasado más de ocho años desde aquel día en la cocina y a partir de allí perdí todo deseo de beber. Ya nunca más volví a sentir la necesidad de beber ni volví a pensar en el alcohol como un medio para sentir satisfacción. Más tarde supe que había tenido una curación en la Christian Science.

Después de esa curación, me convertí en una estudiante sistemática de esta Ciencia, me hice miembro de una iglesia filial y de La Iglesia Madre. La última vez que visité al médico fue en la primavera de 1990. Desde entonces he dependido totalmente de Dios para sanar. También he tenido muchas otras curaciones (que en el futuro pudieran ser tema de testimonios).

No había pensado mucho en la curación de la adición al alcohol hasta que una noche, el año pasado, estaba sentada a solas en la sala mi casa, preocupada por una dificultad que estaba enfrentando. Mientras mis pensamientos divagaban, me imaginé a mí misma levantándome del asiento, caminando hacia la cocina y bajando una botella del estante para tomar un trago. ¡La verdad es que en mi casa no hay alcohol! Lo absurdo de ese cuadro mental hizo que soltara una carcajada. Entonces comencé a llorar de alegría al darme cuenta del significado e impacto que esa curación ha tenido en mi vida y la enorme libertad emocional que ha producido en mí. Vino a mi mente la importancia del Primer Mandamiento: "No tendrás dioses ajenos delante de mí" (Éxodo 20:3).

¡Qué bendición tan grande es saber que, como idea de Dios, siempre estamos a salvo bajo Su cuidado, que Él nos brinda todo el apoyo que necesitamos! Me siento muy bendecida por aprender cada día más sobre esta Verdad maravillosa.


Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / agosto de 1999

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.