Las Patas del elefante recién nacido se doblaron porque su peso era mayor de lo normal; y como no podía ponerse de pie para mamar, le iba a ser imposible sobrevivir. Su madre y su hermana mayor trataban de levantarlo con sus trompas y colmillos. También caminaban lentamente delante de él, como para mostrarle que haga lo mismo. Cuando el resto de la familia abandonó el área para ir en busca de alimento y agua, ellas permanecieron con el bebé. Animado por el esfuerzo persistente, él mejoró día tras día, y a los seis días, ya estaba en pie y fuera de peligro.
Este es un ejemplo del cuidado amoroso que brinda la familia, con el que ciertamente muchos nos podemos identificar. La crianza es una labor que da muchas satisfacciones, pero que a menudo presenta muchos retos. Cuando nuestro niño necesita ayuda, ¿es el instinto animal o el ingenio humano lo que realmente lo saca adelante? No es ninguno de ellos, como Ciencia y Salud lo explica: "La noción de que la naturaleza animal pueda dar fuerza al carácter, es demasiado absurda para tomarla en cuenta, al recordar que por ascendencia espiritual nuestro Señor y Maestro sanó enfermos, resucitó muertos y hasta ordenó a los vientos y a las olas que lo obedecieran. La gracia y la Verdad son mucho más potentes que cualquier otro medio y método".Ciencia y Salud, pág. 67.
Encontramos muchos ejemplos maravillosos de todo esto en las curaciones que realizó Jesús. Pero, ¿qué había detrás de sus palabras para que éstas tuvieran tal autoridad? Puede haber sido la comprensión que tenía Jesús de la inmortalidad del hombre, de su naturaleza inmutable como la imagen y semejanza de Dios. Refiriéndose a la semejanza del hombre con Dios, la Sra. Eddy escribe: "Si Dios es justo y eterno, el hombre como Su semejanza es recto en bondad y perpetuo en la Vida, la Verdad y el Amor".Escritos Misceláneos, pág. 79. El identificarnos a nosotros y a los demás de este modo, es decir, como los hijos espirituales de Dios, tiene un efecto salvador.
Cuando mi primer matrimonio se derrumbó, el amor que le tenía a mi hijo me motivó a buscar la mejor ayuda disponible para mantenernos en pie. Encontré esa ayuda al comprender que Dios es el Padre inmortal de todos. Mi hijo y yo tuvimos muchas oportunidades de comprobar la activa presencia del Espíritu, junto con la gracia del Amor divino, para sostenernos.
Un día, cuando era pequeño, tuvo fiebre y dolor por lo que parecía ser una infección en el oído. Al lado de su cama, recurrí a Dios por ayuda. Afirmando que Dios es el Padre de todos, elevé a mi hijo en el pensamiento, a la cuna del amor de Dios. Esto me dio tranquilidad para razonar que, por ser el hijo de Dios, el niño podía heredar sólo el bien, dado que Dios, su eterno Padre, es totalmente bueno. También pensé que como Dios es el creador de todos, no hay un creador menor que produzca la enfermedad y la agonía.
Hablamos sobre estas verdades con palabras sencillas, y luego se durmió tranquilamente por unos veinte minutos. Cuando se despertó, ya estaba bien. Al elevar su pensamiento y empezar a verse no como un mortal enfermo, sino como el hijo de Dios, bendito y perfecto, él pudo darse cuenta de que no tenía por qué sufrir, y sanó inmediatamente.
En el transcurso de los años, muchas situaciones se resolvieron por medio de la oración. Por ejemplo en una ocasión en que mi hijo estaba preocupado por un examen de álgebra, afirmamos su verdadera naturaleza y su origen divino. Al reconocer su herencia espiritual, supimos que podíamos apoyarnos en el hecho de que la Mente infinita, Dios, siempre está presente, impartiendo las ideas correctas a Sus hijos. Mi hijo recibió una calificación muy alta en ese examen y así continuó hasta graduarse con honores en el nivel medio superior. Y cuando fue aceptado en una excelente universidad privada, pudimos financiar su educación con nuestra comprensión de que el Padre de todos, provee todo lo que Su creación necesita.
En la antigüedad, cuando un hijo dejaba la casa, la madre se tatuaba en la palma una marca que lo representaba, de tal manera que nunca perdiera de vista su parentesco, sin importar lo que estuviera haciendo. Barbara M. Bowen, Strange Scriptures that Perplex the Western Mind (Grand Rapids, Mich.: Wm. B. Eerdmans, 1944). En el capítulo 49:16 de Isaías, se describe la naturaleza continua del amor de Dios hacia nosotros, con una alusión a esta costumbre. Y una parte de un himno del Himnario de la Ciencia Cristiana en inglés se hace eco de este tierno sentimiento:
Oye su voz por encima de
la tempestad:
No te he abandonado;
Tu nombre está grabado en
Mi mano,
Yo te salvaré a ti y a los tuyos. Himno N ° 76.
¡Qué tranquilidad es para los padres saber que siempre estamos en la mano de Dios, poderosa y santa! Tenemos todo lo que necesitamos para elevarnos por encima de las exigencias de la crianza, con intuición, gracia y gozo espirituales.