Desde Que Tenía nueve años hasta que cumplí diecisiete asistí regularmente a una Escuela Dominical de la Christian Science. Considero que le debo todo lo que soy y todo lo que tengo a la verdad que conocí a través de las inspiradas enseñanzas y al amor incondicional que recibí allí.
Durante mis años de universidad me desvié de la forma de vida de la Christian Science y no seguí asistiendo a la iglesia porque pensaba, erróneamente, que me impedía "divertirme". Cuando llegué prácticamente a un callejón sin salida, pedí ayuda a un amigo que había participado en un programa de recuperación de alcohólicos y que había alcanzado cierto grado de serenidad. Este amigo me llevó a una reunión.
Cuando me percaté de que las personas en aquella reunión estaban básicamente buscando protección y dirección en Dios, recordé que tiempo atrás los tratamientos en la Christian Science me habían sanado y habían sanado a familiares míos durante toda mi infancia. Ya tenía lo que necesitaba. Busqué mis ejemplares de Ciencia y Salud y de la Biblia y comencé a orar. Dice la Biblia que es Dios quien "sana todas tus dolencias" (Salmo 103:3), y me di cuenta de que Dios podía sanarme en ese mismo momento.
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