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¿Puede afectarnos el cambio de clima?

Del número de agosto de 1999 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un Impermeable y un paraguas parecían no ser suficiente protección ese día de viento y lluvia de hace un par de años. Mi esposo y yo estábamos en Polonia con un grupo, empapados hasta los huesos, en la plaza de una ciudad antigua.

Mis zapatos estaban chorreando y mi pies muy pronto se enfriaron, y allí me di cuenta de que tenía una opción: podía pensar que como resultado de esto iba a enfermarme, o podía rechazar ese pensamiento y afirmar que esas condiciones no podían afectarme. Opté por esto último y comencé a orar afirmando lo que sabía que era verdad acerca de todos los hijos de Dios, y por lo tanto, de mí. También quité de mi pensamiento todo aquello que no fuera verdad de acuerdo con mi comprensión de Dios y Su creación.

Razoné de la siguiente manera: "No creas ni por un momento que tu verdadero ser se encuentra en la materia; que eres un mortal acosado y atrapado en una situación que puede hacerte daño. Moras en este mismo momento en la presencia de Dios, en la calidez del Amor, en la seguridad de la Vida. Estás envuelta en la ley del Cristo, la Verdad, por lo tanto, no puedes estar separada del cuidado y la protección de Dios. Eres el linaje de Dios". Yo sabía que debía aferrarme a mi identidad como hija de Dios, para tener presente que estoy segura en Su reino.

Finalmente, la lluvia amainó y estuvimos todo el día visitando la ciudad. Mientras oraba, declaraba que todos los demáss estaban rodeados por el Amor divino. Resultó que no me enfermé, y los demás miembros del grupo, excepto uno, tampoco tuvieron ningún síntoma de enfermedad.

Esta lección me enseñó que debemos apartarnos de inmediato del temor a que la enfermedad sea inevitable, y recurrir a la Verdad divina. La Biblia dice: "El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del omnipotente". Salmo 91: 1. El único lugar donde habitamos está en Dios. Podemos confiar en que con Él estaremos a salvo de las llamadas leyes de enfermedad, incluso de estar a merced de los cambios de clima. Nunca estamos fuera del cuidado siempre presente de Dios.

"No creas ni por un momento que tu verdadero ser se encuentra en la materia..."

Valoro mucho esta declaración de Ciencia y Salud: "Tenéis que dominar los pensamientos malos en la primera ocasión, o ellos os dominarán en la segunda". Ciencia y Salud, pág. 234. En otra parte, el libro reitera uno de los puntos claves en el primer capítulo de la Biblia: que Dios da al hombre dominio. Este dominio se refiere al clima, la enfermedad, la discordancia y cualquier condición externa negativa.

Hace poco, estaba con amigos y familiares que se quejaban constantemente de que les dolía la garganta. Me esforcé por pensar que eran inocentes y puros, que no podían ser víctimas de las llamadas leyes físicas. Muy pronto comencé a tener el mismo problema que ellos. Esto duró varios días, y cada vez lograba eliminar la sensación de que el sufrimiento era necesario. Sabía que mi salud no estaba sujeta a ninguna ley excepto la ley de Dios. Ni por un momento acepté lo que los demás decían o lo que me venía al pensamiento sobre la enfermedad. A medida que hice esto y comprendí que la Vida es intacta, que no puede ser invadida y es pura, dejé de escuchar las quejas de mis seres queridos, y me sentí totalmente libre.

Las curaciones ocurren cuando nos aferramos al hecho de que la creación de Dios es perfecta, y que esto nos incluye a todos. Nuestro Padre celestial siempre sabe de las necesidades de Sus ideas divinas y amadas, y satisface esas necesidades.

Tuve una experiencia sobre el temor a resfriarme que nunca voy a olvidar. Estaba empacando para una importante reunión en la costa este y tenía que viajar al día siguiente. Me enteré de que donde estaba, hacía una temperatura de 42 Cº. En contraste, a donde iba al día siguiente se esperaba que hiciera 10 Cº, con lluvias. Comencé a sentirme nerviosa y tendría que haber controlado mi pensamiento en ese momento, pero no lo hice.

Por la noche comencé a estornudar. Estaba todavía en casa y aún no había salido, de modo que sabía que no era como consecuencia de un cambio de clima. De pronto tuve todos los síntomas de gripe. Pensé: "Esto es ridículo". Era obvio que todo era mental.

Decidí ponerme bien firme en lo que sabía: "Ambiente de divino Amor respira nuestro ser".Himnario de la Ciencia Cristiana, Nº 144. Un mortal en un clima material, fuera caliente o frío, no era mi verdadero yo. Me negué a aceptar la idea de que pudiera estar enferma. Instantáneamente, todos los síntomas de la gripe desaparecieron y me sentí libre. Cuando estuve en la costa este, el frío y la humedad no me molestaron para nada, y disfruté mucho todo el viaje.

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