Una tarde, al ir al establo vi que mi caballo estaba recostado. Como raramente hace esto rápidamente saqué mi cámara y empecé a tomarle fotos. Conforme lo hacía, mi caballo empezó a pararse, pero, se detuvo brevemente mientras aún tenía la parte posterior en el piso y sus patas delanteras rectas, las mismas que estaba usando como apoyo para impulsarse y ponerse de pie. Cuando una amiga vio la foto, dijo: “Mira, aquí hay una foto de tu caballo sentado”. Al examinarla vi que, al parecer de ella, el caballo realmente se veía como si estuviera sentado. Pero los caballos no se sientan. Ésta era una foto de mi caballo tratando de pararse.
Después de explicárselo a mi amiga, ambas nos pusimos a reír. Pero mientras más pensaba en esto, más me llamaba la atención. Mi amiga y yo estábamos viendo la misma foto, no obstante, cada una veía algo totalmente diferente. ¿Por qué? Porque al ver la imagen, yo veía algo más de lo que aparecía en ella, ya que aplicaba el conocimiento que tengo de los caballos.
Esto es exactamente lo que trato de hacer con las circunstancias materiales a las que me enfrento a diario. Uso mi conocimiento y comprensión de Dios para ver más allá de la imagen que tenga enfrente. Más aún, al comprender mejor a Dios, mi percepción de las cosas se espiritualiza y mi vida misma prospera.
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