Hace Veinticinco años, cuando leí Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras por primera vez, su mensaje me emocionó de tal manera que literalmente me puse a llorar. La experiencia me recuerda cómo se sintieron los dos discípulos de Jesús en el camino a Emaús, después de haber caminado y hablado con el Salvador que acababa de resucitar: “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?” (Lucas 24:32).
Ciencia y Salud, y en especial la Clave de las Escrituras, me abrió la Biblia y reveló su significado. Ahora, cuando leo los Evangelios, siento muy cercanos los sucesos que describen, como si estuviera participando en ellos, y no tan sólo observando. La presencia del Cristo es vívida, y ese reconocimiento de la presencia del Cristo ha cambiado mi vida, como cambió la de la Sra. Eddy.
El descubrimiento de la Ciencia del Cristianismo que hizo la Sra. Eddy fue una consecuencia de su comprensión espiritual de la Biblia. Su travesía espiritual la llevó de los conceptos religiosos aceptados en su época, a un llamado fuera de ellos, un camino menos transitado. Las Santas Escrituras fueron su guía, su sanador y su maestro. Ciencia y Salud nos asegura: “Las Escrituras son muy sagradas. Nuestro objetivo debe ser el de contribuir a que se las comprenda espiritualmente, porque sólo mediante esa comprensión se puede llegar a la verdad” (pág. 547).
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