Nuestro Padre-Madre Dios siempre nos ayuda a tener valor. Sólo tenemos que estar atentos a sus mensajes
Miguel estaba en cuarto grado y siempre le había gustado ir a la escuela. Le gustaba su maestra y se llevaba bien con sus compañeros. A menudo le contaba a su mamá cómo había pasado el día, y le gustaba contarle lo que ocurría en la escuela.
Pero de repente un día, comenzó a decirle a su mamá que no quería ir. Algunos días, llamaban de la escuela al trabajo de la mamá para decirle que viniera a la enfermería a recoger a Miguel. Pero cuando llegaban a la casa, él se sentía bien.
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