Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Dios nunca hizo a un bravucón

Del número de enero de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Nuestro Padre-Madre Dios siempre nos ayuda a tener valor. Sólo tenemos que estar atentos a sus mensajes

Miguel estaba en cuarto grado y siempre le había gustado ir a la escuela. Le gustaba su maestra y se llevaba bien con sus compañeros. A menudo le contaba a su mamá cómo había pasado el día, y le gustaba contarle lo que ocurría en la escuela.

Pero de repente un día, comenzó a decirle a su mamá que no quería ir. Algunos días, llamaban de la escuela al trabajo de la mamá para decirle que viniera a la enfermería a recoger a Miguel. Pero cuando llegaban a la casa, él se sentía bien.

Por lo general Miguel le contaba a su mamá todo lo que pasaba en la escuela, pero ahora parecía que no podía contarle lo que le preocupaba. Cuando Miguel tenía algún problema, su mamá oraba, y eso fue lo que hizo en este caso. Aunque no sabía exactamente cuál era el problema, ella sabía que para Dios no hay secretos. Entonces decidió tener una entrevista con la maestra de Miguel.

Durante la entrevista, la maestra ayudó a Miguel para que le cuente a su mamá sobre Carlos, un chico más grande, que tenía fama de molestar a los estudiantes más chicos. Carlos estaba en la clase de lectura a la que asistía Miguel, y ese año lo había elegido a él como blanco de sus bromas. Le ponía el pie para que se cayera, lo empujaba contra su armario, y a veces le sacaba los útiles de la escuela. La maestra dijo que no servía de nada hablar con la familia de Carlos, porque su papá lo trataba muy mal. Habían hablado con la familia en varias ocasiones sin ningún éxito.

Cuando regresaron a su casa, después de la reunión, Miguel y su mamá decidieron orar juntos. Hablaron de que tenían que ver a Carlos como la imagen y semejanza de Dios, su verdadero padre, que lo amaba mucho. También vieron siete términos de la definición que Mary Baker Eddy da de Dios en Ciencia y Salud: “Principio; Mente; Alma; Espíritu; Vida; Verdad; Amor”. Ciencia y Salud, pág. 587. Razonaron que si Dios es Mente y Dios es Amor, Él sólo podía impartir pensamientos buenos y amorosos a todos Sus hijos. También encontraron estas dos promesas poderosas en ese mismo libro: “El Amor tiene que triunfar sobre el odio” Ibid., pág. 43., y “Si estás revestido de la panoplia del Amor, el odio humano no puede tocarte”. ibid., pág. 571

Miguel y su mamá se propusieron que iban a querer a Carlos incondicionalmente, como Dios lo amaba. Se negaron a ver que algún hijo de Dios pudiera ser un bravucón. Ahora Miguel sabía muy bien lo que tenía que hacer. Tenía que ver en Carlos sólo la verdad que Dios sabía de él. Miguel sabía que siempre podía confiar en Dios para que Carlos y él estuvieran bien y fueran felices.

Miguel puso estos pensamientos en práctica en la escuela. Ya no le tenía miedo a Carlos. Hasta podía ser amigable con él. En pocos días, Miguel comenzó a sonreír por las mañanas, y ansiaba ir otra vez a la escuela. Carlos había dejado de comportarse como un bravucón, y hasta se hicieron amigos.

La siguiente vez que la mamá de Miguel fue a ver a la maestra, ésta no sólo le contó del buen trabajo que Miguel estaba haciendo, sino cómo había mejorado el comportamiento de Carlos. Las dos estaban agradecidas porque se hubiera terminado el problema.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / enero de 2000

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.