“¡Feliz Navidad!” Un saludo que puede ser tanto convencional, como una invitación para abrir el corazón y recibir al Cristo, “...la verdadera idea que proclama el bien, el divino mensaje de Dios a los hombres que habla a la consciencia humana".Ciencia y Salud, pág. 332.
—¡Feliz Navidad! —me dice sonriente la vendedora, al entregarme los regalos comprados con prisa—.
—¡Feliz Navidad! —me dice el pastelero, al pagar el pastel navideño—. Sonrío contenta, pensando en la Nochebuena. Los ángeles cantarán y anunciarán el nacimiento de la idea espiritual que revela la verdadera relación entre Dios y el hombre. Percibiré de nuevo la gloria de Dios en las alturas y abrazaré la tierra en su paz. Será una oración para que los hombres acepten y entiendan que el nacimiento de esa idea es la buena voluntad que tiene el Amor divino para con ellos.
—¡Feliz Navidad! —me desea la bella postal que recibo de una amiga que hace años no veo—. Al verla recordé que la amistad es un don del Cristo, que envía siempre mensajes de amor y paz.
El año pasado, dos días antes de la Navidad, recibí un regalo muy especial. Una amiga que temía mucho por la salud de su hija, con voz llena de asombro, me dio la buena nueva: —Está sana—.
—¡Feliz Navidad! —le respondí con ojos que apenas aguantaban las lágrimas de agradecimiento a Dios, por Su dádiva, el Cristo en la tierra—.
Ya sea que se trate de un saludo convencional o del deseo sincero de que los hombres acepten al Cristo en sus corazones, el saludo de "Feliz Navidad" siempre será un saludo de paz y de gozo, sin tinte terrenal.
 
    
