Casas Y Negocios brillan, cubiertos de ornamentos y luces que alegran la noche. Son una clara indicación de que la Navidad se acerca. La gente se siente animada, hay como una alegría en el aire, una alegría contagiosa. La gente se ve más cordial...
Es curioso observar que en diciembre varias religiones tienen importantes festividades. Los judíos celebran Hanukkah (Januká), festejo con que conmemoran la rededicación del templo. Los musulmanes a fines de noviembre celebran Ramadan, fiesta consagrada al ayuno. Y hacia fines de diciembre, cuando termina el ayuno, celebran Eid-Al-Fitr [Aíd], que es también una fiesta religiosa. Y, por supuesto, cristianos de todas las denominaciones celebran la Navidad, para recordar la llegada del Salvador.
Lo sorprendente es que incluso quienes dicen no tener ninguna religión o dios, se contagian de ese espíritu de solidaridad, de afecto, de comprensión, de ese espíritu de renovación. Una renovación espiritual que nos lleva a proponernos cambiar ciertos aspectos de nuestra vida, o de nuestro carácter, a mejorar nuestra relación con los demás, o a concretar, finalmente, aquello que hace tanto estamos dejando de lado.
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