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Un cambio de actitud mental

Del número de diciembre de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


En un servicio de los miércoles en la iglesia de la Christian Science de mi localidad, alguien dio un testimonio sobre una curación de estómago, de la imposibilidad de comer frutas debido a creencias impuestas por la higiene y la medicina convencional. Una de las partes que me llamó la atención fue cuando la persona reconoció el poder sanador de Dios mediante un correcto discernimiento espiritual y se preguntó: "¿Cómo pueden las frutas, tan ricas, tan dulces, tan sanas, hacerme daño si son creaciones de la Mente divina?" En la Biblia, Dios dice: "He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer" (Génesis 1:29).

La testificante continuó con el relato: "Me dije: 'No, no más, hasta aquí llego'" Salió del cuarto, bajó al comedor y comió algunas de las frutas que estaban en la mesa para que otros miembros de la familia las disfrutaran. Su curación fue instantánea, y el rechazo estomacal que la había hecho sufrir largo tiempo nunca más se produjo. Me impresionó mucho la forma tan sencilla de reconocer el poder de Dios.

Al día siguiente por la mañana, tuve que caminar un largo trecho. La mayoría de los ciudadanos se quejan de los rayos del sol y los médicos advierten que de once a tres de la tarde es muy peligroso caminar a la luz solar sin protección. Recomiendan echarse cremas protectoras y un sin fin de precauciones. Estuve caminando como tres cuadras y nunca me incomodaron los rayos del sol, por el contrario siempre me agradaron y no me importaba caminar desprotegido o quemarme.

Cuando empecé a sentir una molestia por el calor, me vino a la mente lo que había escuchado la noche anterior en el servicio, y me pregunté: "Si Dios creó las frutas para bien nuestro, ¿el sol no lo creó también para bien?" En ese momento las ideas correctas de Dios aparecieron claramente. El sol también es creación de la Mente divina. "¿Cómo podría hacerme daño o perjudicarme de algún modo?", reflexioné. También me vino a la memoria lo que la Sra. Eddy escribe en Ciencia y Salud: "Todas las cosas son creadas espiritualmente. La Mente, no la materia, es el creador" (pág. 256).

Luego, seguí caminando por el fuerte calor del medio día. Sabía que no podía hacerme el mínimo daño, y así fue. Esto no quiere decir que vaya a hacerlo como desafío a cada momento. Simplemente ahora sé que en el calor o en la sombra voy a sentirme cómodo y sin ningún temor. El sol que nos da tan agradable calor, que alegra el día, es una creación del todo buena de Dios. Lo único que puede hacer es expresar Su grandeza, por lo cual no nos puede hacer daño, porque tanto el sol como nosotros somos ideas de Dios.

Uno de los problemas que tuve que resolver en mi vida fue un sentimiento de superioridad hacia los demás. Esto me llevaba a clasificar a la gente por color, lugar de nacimiento, estatus social, etc., y pensaba que era normal hacerlo.

Esa manera de pensar me mantenía en un estado de confusión mental, pero, !qué libertad se me abrió cuando comencé a conocer que Dios es la Verdad de todas las cosas! Todo lo que parecía importante en apariencia cayó como una casa armada de naipes. La arrogancia y todo gesto de desprecio son cosas pasadas. Pude ver la importancia de no juzgar ni mofarse de las debilidades de los demás, sino ver la realidad espiritual de la vida, que nos hace libres.

La Sra. Eddy escribe: "Cuanto menos se hable de la estructura corpórea y de las leyes físicas, y más se piense y se hable acerca de la ley moral y espiritual, más elevada será la norma de la vida, y más se alejará a los mortales de la imbecilidad y las enfermedades" (Ciencia y Salud, pág. 197). El estudio progresivo de esta Ciencia me hizo ver que el error de pensar que somos meros mortales quisiera atarnos, hasta que nos damos cuenta de que tenemos las herramientas para liberarnos y conocernos espiritualmente, como nosotros y nuestro prójimo realmente somos. Una vez libres, vemos que ya no hay retroceso y eso nos trae regocijo.

Definitivamente la Christian Science da una nueva visión que nos permite hacer las cosas desde una perspectiva diferente y auténtica.


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