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Crecer, aun en la sombra

Del número de diciembre de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Mis Amigos Dirían que no soy amante de la naturaleza. Siempre me encantó quedarme adentro en casa, arrellanada en un cómodo sillón, leyendo un buen libro. Uno de mis preferidos es Ciencia y Salud, por Mary Baker Eddy. El mismo tiene una declaración sobre la naturaleza que siempre había interpretado falazmente: "Toda la naturaleza enseña el amor de Dios hacia el hombre..."Ciencia y Salud, pág. 326. La oración completa dice: "Toda la naturaleza enseña el amor de Dios hacia el hombre, pero el hombre no puede amar a Dios supremamente y poner todo su afecto en cosas espirituales mientras ame lo material o confíe en ello más que en lo espiritual". Hace poco, la naturaleza me enseñó una lección sobre el crecimiento espiritual.

Me puse a escuchar el programa de radio "Moment of Science" (un espacio para la ciencia). Los comentarios que hizo el locutor sobre el fototropismo, que es el proceso que hace que las plantas se vuelvan a la luz, me recordó una escena que presencié años antes. Iba manejando una mañana, cuando vi un campo de girasoles enfrentando el sol. Para cuando regresé esa tarde a casa, habían girado completamente hacia el sol que en esos momentos se ponía. Siguiendo el ejemplo de esas flores que siempre buscan la luz, en silencio reafirmé mi deseo de recurrir a la luz espiritual de Dios para responder a todas mis necesidades.

Entonces el locutor hizo otro comentario sobre el fototropismo que me ha hecho pensar mucho en el crecimiento espiritual. Si bien las plantas se vuelven naturalmente hacia la luz, parece que lo que motiva a algunas de ellas, en particular el pasto, no es tanto que les atrae la luz, sino que el crecimiento se produce en la parte que está en la sombra. El crecimiento en realidad se produce del lado de la planta que no está enfrentando al sol. Este crecimiento asimétrico del lado de la sombra hace que la cabeza, o flor, gire hacia el sol. Véase Neil A. Campbell, Biology, 4th ed. (Menlo Park, CA: The Benjamin/Cummings Publishing Co., 1996), pág. 760.

De pronto percibí que esto era una hermosa analogía con el crecimiento espiritual que se puede producir cuando una persona está viviendo "períodos de sombra", o momentos difíciles en su vida. La Sra. Eddy fue viuda, estuvo sin hogar, sufrió pobreza y seria enfermedad crónica, por lo cual estaba muy familiarizada con los desafíos de la vida. Al comentar acerca de un tipo especial de desafío —"la existencia sin amigos personales"— ella escribe: "Cuando llegue esa hora de desarrollo, aun cuando os aferréis a un sentido de goces personales, el Amor espiritual os obligará a aceptar lo que mejor promueva vuestro progreso".Ciencia y Salud, pág. 266.

Hace un tiempo tuve una experiencia que ilustra todo esto. Une mañana me desperté y noté que tenía un ojo enrojecido que me dolía mucho. Me asusté un poco, entonces traté de acallar mi temor y escuchar lo que Dios me estaba diciendo. De inmediato, el siguiente versículo de la Biblia me vino al pensamiento: "Saca primero la viga de tu propio ojo..." Mateo 7:5. Todo el versículo dice: " ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano". Yo sabía muy bien lo que ese mensaje significaba para mí.

La noche anterior, había recibido una llamada de una estudiante universitaria de una de las clases que enseñaba, quien me trató de manera muy irrespetuosa. De hecho, le comenté a mi esposo que nunca un alumno me había tratado con tanta rudeza. Me las ingenié para terminar la conversación sin hablar en el mismo tone que ella. Pero cuando colgué el teléfono, yo estaba furiosa. Al día siguiente, al pensar en ese versículo de la Biblia, me di cuenta de que mis respuestas tan corteses en el teléfono, habían sido tan solo un esfuerzo por apaciguar a la alumna, para que no alterara mi clase, y no eran de ningún modo una demostración del amor que se necesitaba para sanar la situación. Yo la estaba condenando por su rudeza (la paja) y no estaba asumiendo la responsabilidad por mi propio enojo (la viga).

Esa noche oré para saber que el amor de Dios es para todos y es expresado por todos. Él sólo conoce a Su propia y perfecta creación. Como hijas de Dios, mi alumna y yo vivíamos en la armonía y el amor que caracteriza al universo de Dios. Al continuar orando, recordé un versículo de un poema de la Sra. Eddy: "Oh, bajo tu ala tutelar/ seremos en el bien/ alondras que para anidar/ la misma rama ven./ La flecha que nos da dolor/ no parte del devoto amor".Poems, pág. 6.

Los hijos amados de Dios no pueden arrojarse flechas de odio y enojo unos a otros. Dios es el Padre-Madre santo de todos, y somos hermanos y hermanas de la familia de Dios. Me fui a dormir sintiendo mucho amor por mi alumna y me desperté sabiendo que debía amar y estar alerta. Podía cuidar de mi pensamiento, negándome a que la rudeza de alguien me encontrara con la guardia baja, e insistí en ser y ver únicamente la creación perfecta de Dios.

Esa mañana, mi ojo estaba normal. Yo estaba muy agradecida por esta curación tan rápida, y más que nada, por el nuevo paso que había dado en mi crecimiento espiritual. Esta alumna y yo tuvimos un semestre muy productivo juntas, y me sentí agradecida por las contribuciones tan oportunas que ella hizo durante las discusiones en clase. La experiencia también me hizo comprender mejor la misión que tenía mi enseñanza. Entonces me di cuenta de que el aspecto más importante de mi trabajo era ver a los estudiantes como hijos de Dios y responderles en todo momento con amor espiritual.

¿Está usted batallando desde hace mucho con alguna enfermedad? ¿Está luchando con el desempleo o tiene problemas con su jefe? ¿Tiene problemas con su familia o con sus finanzas? No se sienta descorazonado por este período de "sombra". Ponga su crecimiento espiritual primero. Confíe en que Dios está cuidando de usted. Las Escrituras señalan que cada aspecto de la creación de Dios, por más pequeño que sea, recibe Su atención y cuidado. Las palabras de Jesús nos alientan mucho: "Considerad los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan... si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?" Mateo 6:28, 30.

Tiene que saber que el amor que Dios siente por usted y por todos nosotros, está resplandeciendo, y que su crecimiento espiritual lo está elevando cada vez más hacia la luz.

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