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Una oración eficaz

Del número de diciembre de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace Algunos Años, me causó profundo interés un testimonio en la edición japonesa (Sakigake) de El Heraldo de la Christian Science. El testificante, sin querer se había cortado el dedo con un cuchillo, y la herida era tan profunda que casi pierde el dedo. De inmediato sostuvo el dedo bien apretado, y oró el Padre Nuestro con todo su corazón. Dijo que el Padre Nuestro que oró ese día pareció muy diferente del que acostumbraba a decir.

Cuando se despertó a la mañana siguiente, el dedo estaba normal, estaba igual que antes de que se lo cortara. El escritor se preguntaba si no habría soñado el accidente. No obstante recordaba muy bien el cuchillo y la hemorragia.

Después de leer este testimonio, seguí reflexionando sobre el hecho de que el Padre Nuestro le había parecido diferente ese día. Yo anhelaba orar el Padre Nuestro de ese modo.

Transcurrieron varios años, y una mañana, cuando ya comprendía mejor la Christian Science, mi nariz comenzó a sangrar mientras preparaba el desayuno para la familia. Al principio pensé que no era nada. Me puse un pañuelo de papel en la nariz y continué trabajando. Había aprendido al leer Ciencia y Salud, que "El tener fe en el Principio divino de la salud y el comprender espiritualmente a Dios sostiene al hombre en toda circunstancia..." (pág. 319).

Pero mi nariz no dejaba de sangrar. Me fui a mi habitación y comencé a decir el Padre Nuestro con todas mis fuerzas, lo mejor que podía. Mi oración en ese momento fue algo diferente del Padre Nuestro que había orado cientos de veces antes. Me sentí rodeada por el profundo amor de Dios, y comprendí que ningún mal se me podía acercar. Vi a mi alrededor y de manera palpable el enorme poder de Dios, Su poder absoluto. Éste era el Padre Nuestro que hacía tanto tiempo que quería orar, y en ese instante me di cuenta de que la hemorragia había parado.

Todo esto ocurrió en unos cinco minutos. Después preparé el desayuno sin ningún problema.

Estoy muy agradecida a la Christian Science, y porque pude orar ese Padre Nuestro tan especial, y sanar.


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