Este Siglo Xx, a punto de concluir, se ha destacado por el notable desarrollo tecnológico, pero también se ha destacado por la cantidad de guerras, civiles y mundiales, y por el terrorismo. Y es justamente esa tecnología moderna la que nos trae a nuestro hogar vivas imágenes de enfrentamientos violentos, y muchas veces nos preguntamos si hay algo que podamos hacer. La respuesta es afirmativa. Sí, podemos orar.
Nuestra oración empieza por reconocer que Dios es el Principio divino que ha creado el universo y lo gobierna. El universo creado por Dios es espiritual. En él no hay fricciones, ni guerras, ni criminalidad, ni desastres; nada puede quebrantar la armonía del reino de Dios. Este reino, dijo Cristo Jesús, se encuentra dentro de nosotros, Véase Lucas 17:21 (Versión Moderna). porque es espiritual. Entonces, así como Jesús sanaba a las multitudes y a todo aquel que le pidiera ayuda, así nosotros podemos sanar, porque el mismo Cristo, o Salvador, que obraba en Jesús, obra en nuestra conciencia.
Ante el sufrimiento del mundo, no sería misericordioso decir simplemente a los demás que las guerras y el terrorismo no tienen realidad. No obstante, podemos orar con la convicción de que en el reino de lo real la paz es ley, y que es nuestro derecho experimentarla. Podemos orar para percibir en mayor medida la verdadera hermandad de los hombres basada en la unidad y bondad de nuestro único creador. Todos podemos contribuir con nuestro pensamiento a que reinen el amor, la paz y la seguridad, ya sea para terminar con una tiranía de orden público, social o religioso.
La cualidad espiritual que nos permite comprender la unidad de Dios y Su creación es una herramienta poderosa. Si bien, según el dicho popular, “la violencia engendra violencia”, el amor y el afecto, en cambio, engendran paz y disuelven el odio y las tendencias animales.
Todos podemos esperar un cambio hacia una hermandad más benigna y un universo más sereno y tolerante, porque el hombre y el universo jamás están fuera del gobierno divino. De modo que al orar no pretendemos cambiar nada de lo que es real, sino poder percibir las verdades básicas sobre la naturaleza de Dios y el hombre, una naturaleza ya vigente. La descubridora y fundadora de la Christian Science, Mary Baker Eddy, escribe: “Debiera entenderse a fondo que todos los hombres tienen una sola Mente, un solo Dios y Padre, una sola Vida, Verdad y Amor. El género humano se perfeccionará en la medida en que se evidencie ese hecho, cesarán las guerras y se establecerá la verdadera hermandad del hombre”.Ciencia y Salud, pág. 467.