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La tecnología a nuestro servicio

Del número de septiembre de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Cuando Pensamos en nuestra relación con la tecnología, parece como que la humanidad hubiera diseñado sistemas y programas electrónicos que, en la peor de las situaciones, pueden transformarnos en sus propios cautivos. Algunos se han preguntado: “¿No habremos creado un monstruo?”

A mí me ha resultado muy útil pensar en una declaración que hace Mary Baker Eddy en Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras, que va a la raíz de la cuestión: “La Ciencia del ser, en la que todo es Mente divina, o Dios y Su idea, sería más clara en esta época, si no fuera por la creencia de que la materia es el medio del hombre, o sea, que el hombre puede entrar en su propio pensamiento incorporado, atarse con sus propias creencias, y luego calificar de materiales a sus trabas y denominarlas ley divina”. Ciencia y Salud, pág. 372.

La palabra clave es creencia. Aunque creamos y actuemos como si fuéramos seres físicos que piensan, funcionan y viven independientes de Dios, eso no es verdad. El hombre es el hijo de Dios, Su imagen y semejanza espiritual. A medida que comprendemos esto y vivimos nuestra vida de acuerdo con esa verdad, vemos que no estamos sometidos por la tecnología. No estamos condenados a ser víctimas de nuestros propios inventos. Tenemos la capacidad de comprender que todo está bajo el gobierno de Dios, la Mente única.

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