Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Una jornada olímpica

Del número de septiembre de 2000 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Hace poco, el Heraldo habló con quien practica esquí a campo traviesa. Los deportes significan una aventura espiritual para ella y siente mucha alegría al prepararse para las próximas Olimpiadas de invierno.

[Nombre omitido a pedido del autor], ¿cómo comenzaste a practicar esquí a campo traviesa?

Mi padre había estado tratando de convencerme desde hace tiempo. Y cuando estaba en séptimo grado, algunos amigos, uno de los cuales me gustaba mucho, decidieron probar cómo era este deporte. Y yo también me sentí interesada. Así comencé, pero luego me empezó a gustar realmente por el desafío que representa. Me obligó a hacer cosas que no pensé que podía hacer. Muchos deportes te desafían de ese modo, pero a mí me gustó porque se siente mucha tranquilidad cuando esquías por los bosques. Sobre todo cuando acaba de nevar. La nieve hace unos sonidos muy especiales cuando uno esquía, y uno siente como que estás bailando y volando al mismo tiempo.

¿Cuándo empezaste a competir?

Poco después de empezar a esquiar, me uní a un grupo de esquí para chicos, y teníamos pequeñas competencias que eran como de un kilómetro y medio de largo. Me gustaban mucho esas carreras porque era divertido competir con mis amigos todas las semanas. Era todo un reto esforzarse para ascender en las posiciones, o mejorar todas las semanas un poco más.

¿Qué te hizo ver que el esquí se transformaría en algo tan importante?

Cuando era chica me encantaba ver las Olimpiadas, y siempre quise participar en ellas. A medida que fui mejorando como esquiadora, se me ocurrió que tal vez tuviera oportunidad de entrar. Hace unos tres años, me propuse calificar para entrar en el equipo olímpico de los Estados Unidos.

¿Cómo hace para estudiar el que está entrenando para las Olimpiadas?

Bueno, yo dejé de asistir a la universidad como estudiante regular y comencé a ir diez semanas al año. Y practico esquí el resto del año. Tengo un entrenador ruso en Minnesota, EUA, y allí tenemos un grupo de entrenamiento. Nos reunimos dos o tres veces al día desde junio a noviembre, y luego viajamos por el país para competir. A veces, viajamos al exterior.

¿Qué tienen de especial las Olimpiadas?

Para mí, llegar al podio de los ganadores no es tan importante. No es llegar a ese lugar lo que me atrae, sino ganar esas pequeñas batallas diarias, en tu entrenamiento y en las competencias.

Pero, ¿te interesa ganar?

Me he dado cuenta de que puedes ganarles a todos y aún así sentirte insatisfecha. La verdadera satisfacción viene cuando ves que has dado lo mejor de ti y has vencido los obstáculos que hay en tu camino.

Sé que el progreso espiritual es muy importante para ti. ¿De qué modo te ayuda en este sentido el hecho de que participes en deportes?

En casi todas las carreras, pienso: “La verdad es que no puedo hacer más de lo que hago. No puedo ir más rápido, no voy a poder estar a la altura de los demás”. A veces doy rienda suelta a ese sentimiento. Pero cuando pienso en lo poderoso que es Dios, y que está conmigo ayudándome, me doy cuenta de que no tengo por qué aceptar esos pensamientos negativos. Me llena de satisfacción y fuerzas poder superar esas limitaciones.

¿Quieres decir que una comprensión de tu relación con Dios te ayuda en tu trabajo?

Indudablemente. Tuve una experiencia que me probó esto. El verano pasado no había podido entrenar por dos o tres semanas, pero había estado orando mucho y leyendo la Biblia y Ciencia y Salud, y tratando de comprender mejor que soy espiritual, como Dios me hizo. Teníamos que hacer una prueba en patines para mi equipo de esquí. Era la misma prueba que había hecho el año anterior. Había hecho un tiempo tan bueno en esa oportunidad, que no creía que pudiera superarlo. Tampoco había estado entrenando mucho.

¿Era una carrera larga?

Unos 13 km. Pero el último tramo era una colina muy larga y empinada, justo cuando el sol te está dando de lleno. Con sólo mirar a esa colina tan alta me da ganas de echarme a descansar.

¿Qué ocurrió ese día?

Me sentía tan inspirada por las ideas con las que había estado estudiando y orando las dos últimas semanas, que no me preocupaba no haber entrenado mucho. Simplemente fui y traté de hacer lo mejor que podía. Pensé en lo que era posible para Dios en lugar de lo que era posible para mí. Puesto que todos somos el reflejo de Dios, somos movidos por Su poder. Esta idea me hizo comprender las grandes posibilidades que tenemos cada uno de nosotros. Estuve muy contenta con la carrera y terminé esquiando un minuto 11 segundos más rápido que el año anterior, que es un progreso enorme. Fue genial ver que esa inspiración espiritual tenía un efecto tan positivo en mi manera de esquiar.

Cuando se compite en cualquier deporte, puede que surjan fricciones o celos entre los compañeros del equipo y los competidores. ¿Cómo solucionas esto?

El invierno pasado me pasó algo que ilustra esto. Yo había estado entrenando mucho para una carrera, pero al final una de las chicas me ganó holgadamente, y se me hacía difícil comprender por qué. No entendía cómo era que ella podía esquiar más rápido que yo. Finalmente me di cuenta de que ella tenía la misma fuente de apoyo que yo, es decir, Dios, y que ella tenía la misma capacidad de comprender esto, y demostrarlo, al igual que yo. Dejé de sentir resentimiento, y me sentí muy contenta de poder correr con ella y con los demás. Al día siguiente tuvimos otra carrera. Estuve pensando en cómo las dos teníamos las cualidades que son tan importantes para esquiar, como son fortaleza, determinación y perseverancia, y eso me permitió acortar por la mitad el tiempo que nos separaba. Para mí esto fue el efecto de la oración. A partir de entonces, anticipé con agrado poder correr con esas jóvenes y vencer así algunas de esas limitaciones físicas. Dejé de sentir celos y de pensar, ojalá pudiera ser tan buena como las demás. Y así empecé a disfrutar más de las competencias.

¿Te lesionaste alguna vez?

Una vez me caí con los patines y me golpee las rodillas en el pavimento. Esto me trajo problemas porque cuando empezaba a correr me dolían mucho. El caso es que fui empeorando, y después de muchos meses decidí que tenía que hacer algo. Me preguntaba: “¿Qué va a hacer Dios para arreglarme la rodilla? No veo cómo la oración va a poder poner lo que le falta a mis rodillas”. Entonces me di cuenta de que era ridículo pensar así, porque no oramos para conseguir más materia, o algún tipo diferente de materia, y agregárselo al cuerpo. Orar es comprender que somos espirituales, que ya somos intactos y perfectos, tan perfectos como Dios. Desde entonces no he vuelto a tener problemas con las rodillas. Me alegra haber comprendido que no tengo por qué verme imperfecta y tratar de que Dios me ayude a ser perfecta. Dios nos revela que ya somos perfectos.

¿Se sanó el problema de las rodillas como resultado de tu oración?

Sí.

¡Qué bien! Y ahora te estás entrenando para el equipo Olímpico de los Estados Unidos.

Sí, y espero competir en las Olimpiadas de invierno del 2002.

Esa es una meta maravillosa. ¿Lo ves como una continua aventura espiritual?

Claro que sí. Hace unas semanas mi entrenador me preguntó: “Esta religión, ¿es para toda tu vida, o tan sólo para ahora?” Y le contesté: “Es para toda la vida, Nikolai”. Este deporte me ayuda a comprender mejor la Christian Science. Me muestra lo que es posible para el hombre como idea espiritual de Dios. Este desarrollo continuará mucho después de que haya dejado de esquiar. No estoy segura de qué forma se manifestará, pero confío en que Dios me lo va a revelar a su debido tiempo.

¡Bravo!

¡Atención Teens!

El número de noviembre del Heraldo, al igual que el año pasado, va a ser un Heraldo para Teens.

Va a estar escrito principalmente por jóvenes.

Apreciamos mucho el apoyo entusiasta que ha recibido esta idea y estamos seguros de que lectores de todas las edades van a encontrar que el material que presentamos está escrito con mucha sinceridad e inspiración.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / septiembre de 2000

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.